Son muchas las horas de trabajo que desde la Fundación Museo del mar se dedican a la limpieza y clasificación de las tortugas y cetáceos que llegan a la costa ceutí. Un tesoro clasificado en una importante base de datos
Más allá de las playas hay un mundo enormemente rico y variado que el responsable de elaborar la base de datos del Museo del Mar de Ceuta, Juan Antonio Rosa, sigue descubriendo cada día. La Ciudad posee una de las bases más importantes del país en cuanto a tortugas, en su mayoría bobas y laúd y delfines, sobre todo comunes, listados y mulares. Hay más de 200 cuerpos que para llegar a ser expuestas sus osamentas, pasan por un proceso largo y laborioso en el que colaboran en la actualidad varios trabajadores del Plan de Empleo “que nos están ayudando mucho”, explica Juan Antonio que llegó al Museo para colaborar como administrativo pero poco a poco “siempre me gustó la biología y se me fueron proponiendo trabajos y ahora estoy encantado con éste”. Hay labor. Tan sólo el pasado año, llegaron a la costa 15 tortugas y 36 cetáceos, “hay años que más y otros que menos, la verdad”.
Son muchos los colaboradores que dan aviso al museo de la aparición de un animal muerto que el Museo lleva al pudridero. La Red de Varamientos actúa con la ayuda de Septem Nostra y numerosos voluntarios. Lavan a los animales, les sacan las vísceras y allí, con paciencia y la actuación de los elementos meteorológicas, van quedando al descubierto las osamentas que posteriormente se lavan “sin que lleguen a momificarse los restos de carne” y se recuperan para finalmente realizar estudios y contribuir al trabajo de investigación que desarrolla la Fundación Museo del Mar. En la limpieza no se utilizan elementos fuertes “para poder conservar el ADN mitocondrial donde conseguimos las muestras para hacer comparativas entre las diferentes especies”. Es cuando se van secando cuando salen a la luz pequeños detalles que hablan por sí sólos de la vida de esos animales que por diferentes razones, terminan varados en la costa ceutí. “Es un trabajo delicado pero que finalmente merece la pena, porque va consolidando un material que atesoramos y que debería estar abierto al público para que todos lo conocieran”, explica el responsable. Abierto tan sólo a escolares, “los niños se quedan asombrados cuando descubren los huesos del oído de las tortugas o las fracturas en el cráneo que podría haberles causado un golpe con un barco y como se sueldan y les permiten llegar a edades avanzadas”. En el Museo del Mar hay un legado importante que cada vez es más amplio y más interesante.