“La convivencia entre musulmanes, cristianos y judíos en las ciudades de Ceuta y Melilla es el vivo ejemplo de que la interrelación religiosa es posible en el resto de España con una creciente población musulmana que, por el momento, tiene una tendencia a la formación de guetos y no a la integración y adaptación a las nuevas realidades sociales y culturales”, opina la periodista Beatriz Mesa, corresponsal desde hace años de la Cadena COPE en el país vecino.
La comunicadora considera que “la globalización exige a la casta política actual hacer frente a este nuevo desafío que en cierta medida se ha superado en las poblaciones españolas del norte de África, y esto no deja de ser una herencia que han recibido las ciudades autónomas a lo largo de su historia tras su mezcolanza con las comunidades bereberes”.
‘Ceuta y Melilla: una visión de futuro’ es el título del análisis que, bajo su firma, acaba de publicar el Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE) del Ministerio de Defensa. En él, Mesa aporta una visión optimista sobre las dos ciudades autónomas, alrededor de las cuales parece cernirse siempre la sombra del ocaso.
“El futuro de estas dos ciudades”, advierte la periodista, “dependerá en cierta medida de su capacidad de autogestión y su poder de crecimiento frente a la capacidad del Reino Alauí de permitir el desarrollo del norte”. “Mientras esto no se lleva a cabo en un corto plazo sino más bien en un plazo más largo”, apunta, “las políticas conjuntas que se están llevando a cabo con la creación, por ejemplo, de unas comisarías de policía conjuntas en la lucha contra el terrorismo, crimen organizado o narcotráfico, pueden servir de ‘leitmotiv’ para crear las condiciones de acercar posturas y tender puentes”.
Eso sí, según su criterio, “para poder afianzar aún más esa cooperación bilateral y por tanto implantar la confianza con el fin de pasar de una cooperación a una asociación, y a través de esta asociación, consolidada y mutuamente respaldada, ambos países litigantes podrán alcanzar una alianza geoestratégica”.
De este modo, concluye su argumentario, “podría reinar indudablemente una relación normalizada”. “Y una vez establecida la alianza, España dejaría de concebir a Marruecos como raíz de inestabilidad para su seguridad nacional, y por consiguiente se impondría la convivencia pacífica y duradera”, termina.
El velo y la Pascua
El bagaje multicultural de las dos ciudades autónomas debe ser, para Mesa, un instrumento y un acicate en el avance hacia ese escenario final. “Dos estilos de vida coexisten y conviven en Ceuta y Melilla, donde se defiende por encima de todo la españolidad, independientemente de la fuerte atracción económica que suponen ambas urbes”, subraya Mesa desmintiendo tópicos aunque sin dejar de reconocer que “distinto es el marroquí afincado tras contraer matrimonio con individuos de nacionalidad española que defiende España por el interés que para sus bolsillos y su integración física representan las dos ciudades, pero su corazón lo mueve las ondas de la bandera marroquí”.
“Otro hecho relevante que representa el espejo de mañana en la Península”, entiende la autora, “es la utilización por parte de las mujeres el velo islámico, que no supone ningún problema en ambas ciudades”. “Todo lo contrario”, recuerda: “En las calles se cruzan las mujeres veladas con las no veladas y es una señal de la tolerancia y el respeto a la tradición de sus orígenes sin desvincularse de la cultura española en la que siempre han crecido”.
La inclusión de la Pascua Musulmana, Aid El Kebir, en el calendario laboral de las dos ciudades, también es aplaudida vivamente por Mesa, que resalta que “este gesto ha sido interpretado en Marruecos con muy buenos ojos porque no existe la voluntad de acabar con las características de una religión compartida por todos”. “Más bien al contrario”, se congratula, “los planes políticos están enfocándose hacia el máximo respeto de las comunidades musulmanas”.
El voto del “insatisfecho”
Para Mesa, “un dato más que certifica la arraigada doble identidad (de español y de rifeño), es que los españoles rifeños emiten su voto a partidos laicos desvinculándose así de cualquier base religiosa para hacer política”.
A su juicio, subraya a modo de aviso, “el voto, sin embargo, destinado a los actuales partidos islamistas de las ciudades autónomas, lo emite ese sector de la población musulmana que vive en unos barrios ‘quasi’ chabolistas levantados con casas muy precarias, que pueden llegar a sentirse menos orgullosos de ser españoles por la discriminación y las carencias económicas que sufren como veremos más adelante”.
“Y sus insatisfacciones y miserias pretenden ahogarlas en partidos religiosos, lo que podría significar una situación de riesgo (para España) o positiva (para las reivindicaciones de Marruecos)”, alerta.
“Complementariedad”: mano de obra barata, seguridad y agilidad
Mesa no olvida la importancia de la perspectiva económica en su disección del presente y el futuro de las dos ciudades. “El entorno marroquí que colinda con Ceuta y el de Melilla está llevando a cabo proyectos de desarrollo y crecimiento que desde España se ven como una velada amenaza o asfixia económica”, lamenta antes de advertir que cada ciudad puede buscar su propia veta de desarrollo: “Melilla está buscando nuevas oportunidades en el turismo y en la investigación de nuevas tecnologías como fuente de ingresos. Lo que, sin embargo, no necesita Ceuta por su cercanía con la península que le permite servir de puente entre ambos continentes”. “Melilla es una puerta de entrada al Magreb con un enorme potencial de crecimiento como lo puede ser Nador y exactamente lo mismo sucede en Ceuta con Tánger Med”, añade, si se piensa, como reclama el experto José María López Bueno, “en términos de colaboración y de complementariedad en vez de competitividad: Marruecos ofrece mano de obra barata y España seguridad y agilidad”.