Las sentencias hay que aceptarlas, pero son criticables, es más, en este caso se puede recurrir.
Lo primero decir que esto es un artículo de opinión, lo único que voy a hacer es dar mí opinión sobre un tema que he seguido desde el primer día, incluso he visto el juicio completo, que tiene tela.
La tardanza del tribunal en dar un veredicto me parece exagerada, por otro lado también ha sido exagerado el tiempo que han tardado en celebrar juicio, que a los únicos que ha podido beneficiar es a los acusados.
La opinión que me merece el fiscal, es que lo ha intentado de hacer lo mejor que ha podido, pero que un fiscal con mucho más experiencia lo podía haber hecho mejor.
La sentencia ni que decir que me parece que no es lo esperado, que puede que se estén yendo de rositas más de uno y más de una.
De Antonio López, principal acusado, decir que creo que debería de haber hecho lo que ha hecho el policía portuario, haber colaborado con la justicia y “haber tirado de la manta”. Ese “tirar de la mana” podía haber dado un giro muy bueno al juicio y a la sentencia, lo más probable podía haber sido otra bien distinta.
Las declaraciones de Antonio López creo que, en el fondo, han beneficiado más a otros acusados que a él mismo. Repito, creo que lo mejor hubiese sido colaborar con la justicia, y “otro gallo hubiese cantado”.
Si alguien ha sabido estar a la altura de lo ocurrido, ese ha sido el policía portuario y las demás personas que han colaborado con la justicia. Tanto la figura del arrepentido como la de personas que colaboran con la justicia es de agradecer y resaltar.
Para mí lo tengo claro, los grande profesionales y trabajadores han sido todos los agentes de la Udyco que llevaron el caso Emvicesa, sin ellos hoy en día, supuestamente, lo mismo se seguían apañando de aquella manera ventas de casas de protección oficial.
Muy corto me he quedado, una pena que no se pueda decir todo.
Se habla mucho de la libertad de expresión, pero di algo que sea verdad, que incluso lo sepa todo el mundo, pero no lo puedas demostrar y verás el marrón que te comes.
Vivimos en un país donde hay una doble vara de medir, donde decir la verdad te puede costar comerte un marrón bueno.
Una chapuza monumental y lo peor es que algunas empresas municipales corren el riesgo de acabar en otro escándalo, bajo el sospechoso silencio de los partidos políticos