El Poblado de Regulares cuida, como el tesoro que son, a las viudas de los antiguos regulares. Cada vez son menos, un recuerdo de la historia que creció en torno a este barrio.
En los últimos años se ha ido saldando parte de la deuda histórica visibilizándolas en actos oficiales, gracias al empecinamiento y lucha de varias personas por darles el espacio debido a quienes forman parte del patrimonio de Ceuta.
Existió un olvido continuado (utilizar el término desprecio quizá sería demasiado duro, aunque no incorrecto), pero al menos se ha ido avanzando con publicaciones y gestos importantes que las han puesto en su lugar.
Hace casi un año, titulábamos en este medio un reportaje así: “El té con pastas más especial de la ministra Robles”. Fue un gesto que debió dar paso a algo más grande, el reconocimiento al cobro de las pensiones que nunca percibieron. No ha sido así. Todo permanece bloqueado, atrapado en ese limbo de injusticias difícil de justificar.
Este asunto fue abordado en los foros políticos necesarios, se han escrito quejas, enviado cartas, cursado reclamaciones… y han pasado los años quedando cada vez menos antiguos regulares y menos viudas.
El Gobierno de España pierde tiempo y se presenta incapaz de saldar deudas importantes como esta. Mirando en la hemeroteca de El Faro tenemos reportajes hechos en los que las viudas de Regulares llenaban un salón al completo. Hoy las imágenes se concentran en grupos reducidos, pero entre unas y otras asoman las mismas reclamaciones y quejas.
No es tan difícil, se sabe lo que ocurrió, también el compromiso que se les dio. Dejar morir el derecho incumplido no solo sería una tragedia sino también la consumación de una vergüenza.