La historia se repite cada vez que se produce una entrada masiva de inmigrantes. Las instalaciones policiales no están preparadas para este tipo de situaciones y el caos termina siendo el factor dominante. Y así ocurrió el pasado lunes, coincidiendo con la entrada de casi setenta subsaharianos por el espigón del Tarajal. La Jefatura Superior soportaba la media de detenidos que ya de por sí se traduce en picos de presión debido al aumento de los delitos por tráfico de drogas a pequeña escala (los culeros) y se topó con la llegada de 68 personas tras haber entrado de forma ilegal en la ciudad.
Faltan medios, las instalaciones no son las adecuadas y los agentes terminan viéndose desbordados. Las escenas vividas en la jornada del lunes reflejan en cierta manera lo que sucede en las instalaciones policiales siempre que se produce una entrada masiva de inmigrantes. Tal y como denuncia el sindicato UFP a través de su delegado de acción sindical, con los calabozos hasta arriba el descontrol en comisaría era más que evidente. No todos cabían en las celdas, así que algunos subsaharianos tenían que estar en los pasillos en una situación que se erige en todo un bloqueo para el desarrollo rutinario policial.
La pregunta que los agentes se hacen en este tipo de casos es evidente: ¿qué pasaría se si produce una entrada superior de inmigrantes? o si al día siguiente también se registra un pico similar. Si ya la situación actual es de colapso, la futurible sería imposible de asimilar. Pero lo real es que puede producirse, en una ciudad frontera y con la presión migratoria actual amparada en unas leyes más benévolas a nadie escapa que pueden sucederse entradas consecutivas como la del lunes. La falta de claridad política no ayuda, muy al contrario, desata la posibilidad de que se produzcan más situaciones similares. Es una forma de sacar los dientes al PP por parte de un Marruecos.
Una olla a presión que se traslada a los CIEs de Algeciras
Con la puesta en marcha de una Jefatura Superior en los terrenos de Ybarrola actualmente paralizada por la crisis económica, la Policía Nacional se topa con una situación de presión que no tiene visos de cambiar. Al menos en el tiempo inmediato. Así se está ante “una olla a presión”, como definen los funcionarios a la actual situación migratoria, que se “traslada” a los centros de internamiento de “Algeciras”, espetan. Si el CETI sigue asumiendo la entrada de los nuevos subsaharianos es porque se aprueban salidas de pequeños grupos semanalmente lo que permite que la situación no termine desbordada. El problema se quita de Ceuta pero no se erradica, redistribuyéndolo hacia otras comunidades. ¿Es esta la solución? Es al menos el parche que se está colocando mientras las condiciones laborales siguen siendo igual de pésimas para los funcionarios policiales.