Todavía recuerdo la entrevista que hace ya bastantes años realizó mi compañera Paloma López Cortina a un psiquiatra de nuestra ciudad. “Todos tenemos un puntito”. Aquel era el titular que reflejaba perfectamente esa débil línea que rodea nuestra salud mental. Seguimos sin hablar lo suficiente de ella, sin poner los medios necesarios y sin cuidarla.
Acefep ha organizado varias actividades y charlas para hablar sobre la salud mental en el trabajo. Busca así visibilizar muchos conceptos que parecen relegados a lo oscuro, a lo oculto, a aquel ámbito del que, dicen, “mejor no hablar”.
Pero precisamente hay que hacer lo contrario: hablar y mucho, porque nunca sabemos cuándo podremos necesitar atención, apoyo o recursos para salir de ese bache inesperado fruto de la quiebra de los pilares más básicos que sustentan nuestra estabilidad.
Las bajas asociadas a la salud mental deben dejar de verse como las estrategias buscadas por los ‘caras’. La depresión y las crisis de ansiedad forman parte de ese sufrimiento que ha sido transformado en un concepto erróneo precisamente por la falta de información, por la poca visibilidad que se le da a la salud mental, por la condena de quienes no entienden este tipo de situaciones.
Luego está la otra parte, la vergüenza con la que se abordan, que lleva a muchísimas personas necesitadas de este tipo de atención a ocultarse, a rechazar ayudar, lo que no hace sino empeorar su estado.
Hace falta un cambio radical en una sociedad en la que ya nada es como antes, en la que existen muchas agresiones externas y demasiadas cargas.
Campañas como la de Acefep pueden servir para mucho, de entrada para evitar que situaciones adversas empeoren, para conseguir que “todos”, porque “todos tenemos un puntito”, sepamos qué se debe hacer.