La tienda de Sohra Morente ubicada en el pasaje Recreo Central es la más antigua de esta barriada de Ceuta y ha visto cambiar el paisaje alrededor de ella. A pesar de que Sohra comenzó su aventura hace más de 30 años, el lugar ya tenía vida desde hace más de 90.
En primer lugar, según Sohra, esta tiendecita con tanto encanto pertenecía a dos “muchachas españolas”, tras ellas tomó las riendas Malika, mujer con la que Sohra se inició en este negocio, y tras esta señora, fue Sohra la que decidió hacerlo suyo hasta el día de hoy. Antiguamente eran 4 negocios en la barriada, actualmente solamente el de Sohra sobrevive.
Morente comenzó de dependienta junto a la antigua dueña del lugar cuando tenía 20 años y decidió hacerse con el negocio en el momento que su anterior jefa tomó la decisión de dejar el oficio. Ahora tiene 58 años y puede decir que lleva más de la mitad de su vida en su pequeño rincón.
“En sus inicios era la típica tienda de barrio, un negocio rodeado de vecinos y casi todo fiado, dinero poco”, bromea Sohra, aunque admite que en su mayoría todos saldaban sus cuentas a primeros de mes, también estaban aquellos que “pegaban el palo”.
Morente lamenta que “hoy en día ya nada es como antes y se va tirando hasta que llegue la jubilación”.
Esta reliquia se irá con Sohra Morente
La tienda de Sohra siempre ha sido de comestibles y mantiene la misma estructura de sus inicios. Todavía realiza las cuentas con una calculadora y una libreta y guarda una reliquia en su establecimiento, “un peso que tiene más de 100 años”.
Esta pequeña tiendecita con una estética exterior de casa ha visto cambiar todo a su alrededor. “Arriba había muchas barracas, también vivían más gitanos y musulmanes y tras su edificación llegó mucha gente nueva”, por lo que la situación ha cambiado mucho.
Muchos de los clientes fieles de la tienda de Sohra eran personas mayores que ya han fallecido, muy pocos quedan de los “de toda la vida”.
Cuenta Sohra que, además de que en tiempos pasados se ganaba mucho más dinero, la sociedad era distinta. “Antes aquí se vivía como en los pueblos. Los vecinos nos juntábamos en la puerta, nos tomábamos un té, charlábamos, dejábamos las puertas abiertas y ahora todo ha cambiado, cada uno tiene su puerta cerrada y vive su vida”.
Se podía notar la tristeza y pena en la mirada de Sohra recordando tiempos anteriores llenos de vida y felicidad junto a unos clientes que eran más que consumidores y unos vecinos que eran familia.
En sus comienzos, Sohra Morente encontró un gran apoyo en su madre, que la apoyó económicamente en su aventura como empresaria.
Esta mujer emprendedora compaginó su negocio con la dura realidad de ser madre soltera, por lo que conlleva encontrar tiempo para sacar adelante un negocio, cambiar pañales y la crianza de un bebé al mismo tiempo.
“Mi hija se ha criado encima de ese congelador, en el cuco”, dice sonriendo y mirando con ternura al lugar referido.
La madre de Sohra murió joven y Sohra no encontró ese respiro que supone contar con una mamá para cuidar a un hijo. “Tenía que abrir todos los días, no había vacaciones, ha sido mucha lucha y muchas horas echadas en la tienda”, relata esta madre y empresaria en solitario.
Todo apunta a que la tienda de Sohra desaparecerá con ella, pues su hija, que ha corrido con la suerte de tener una madre luchadora que le ha permitido cursar sus estudios, no pretende continuar el negocio de su madre, una tienda de barrio , un sector tristemente en continua decadencia.
La hija de Sohra tiene 24 años y ha crecido junto a su madre en este rinconcito de Pasaje Recreo Central. En este sentido, Sohra encontró en su abuela el vacío que dejó la temprana muerte de la mujer que le dio la vida, siendo ayudada en tareas como recoger a su hija del colegio mientras ella tomaba las riendas de la tienda.
La relación de Sohra con sus clientes ha sido descrita por Sohra como “maravillosa, llena de respeto, sobre todo con los de siempre es como una familia, tanto para lo bueno como para lo malo”.
Sohra Morente, empresaria: "Antes todos tenían sus puertas abiertas, ahora cada uno tiene su puerta cerrada y su vida"
Lamentablemente, con los nuevos clientes todavía no se ha dado esa unión de la que con tanta dulzura y brillo en los ojos habla Sohra. “Antes vivía aquí Inés la huevera, Pepa la de la máquina de muebles y éramos todos como un familia”, recuerda con cariño y añoranza.
Según Sohra, musulmanes y cristianos vivían en gran armonía y en un ambiente familiar, todos en comunidad y sin distinciones. Morente, de padre cristiano y madre musulmana lamenta mucho el cambio de sociedad que ella misma ha vivido.
Durante esta agradable conversación entre El Faro y Sohra llegó un cliente fiel, Tarek Ali, que no dudó en dedicarle unas palabras a la agradable dueña del lugar.
“Sohra es para nosotros una segunda madre, una mujer maravillosa, amable, simpática, buena, que ayuda al prójimo, a todos, a los que tienen y a los que no. El día que cierre se le va a echar mucho de menos”, dice este cliente desde el corazón.
Cuando Sohra decida abandonar el lugar dejará un vacío difícil de llenar en pasaje Recreo Central, tanto por la antigüedad de su negocio como por el trato ofrecido durante su larga estancia.
Han sido muchas las conversaciones, las risas y las vivencias compartidas antaño en esta tienda llena de encanto junto a clientes que eran familia, abuelos padres e hijos, aunque ahora poco quede de todo eso.
Felicitaros por vuestra presencia y mantener día a día ese servicio a la barriada.
Porque los impuestos a los autónomos es de lo peor que se puede mantener no hay solución a poder tener unas cuotas mensuales que una tienda no da para mucho.