Un nuevo día ha amanecido. Unas nuevas ideas me han venido. He olido un perfume antiguo y he llegado a la conclusión que sigues conmigo.
Me ha dado un vuelco mi corazón y he llorado de alegría.
Son muchos los días que no te he visto, ni sentido y eso me preocupaba.
Aunque tenga nuevos amigos, al otro lado de la orilla, nunca serán las mismas personas de acá.
Siento nostalgia de mis días que se fueron, pero como me dicen todos: “Así es la vida”.
Y uno va cumpliendo años y están marcados dentro de nosotros y muchos te admiran, por añadidura, cuando te dicen: “Te pareces un montón a tu padre”, y aunque lo siento con orgullo, pero me pongo a pensar y hay muchas diferencias.
El morral de la sabiduría popular, los intercambios de visiones, son claros ejemplos de nuestra cultura social.
Hemos sido creados para vivir en familias, parientes, vecinos, para intentar ayudarnos en lo que nos sea preciso.
¡Qué bonito lo antaño!, cuando nadie cerraba las puertas y siempre tenías al vecino a tu lado.
Pero todo cambia y está vez no ha sido para bien.
Ya pensarán e intentarán capitular y dar marcha atrás.
Aunque estemos “en una continua evolución”.
Como nos demuestra el estar siempre enganchado al móvil.
¿Qué tendrá dicho elemento?
El querer estar comunicado, con nuestra sociedad, a una velocidad tan grande que en pocos segundos una noticia ha traspasado fronteras.
Recuerdo aquellas historias que eran recogidas por los “charlatanes de ferias”, e iban dando pinceladas de aventuras de otros lugares y todos escuchaban las rimas de aquel hombre que daba aquello con un dramatismo y una peculiaridad en busca de la recompensa de unas monedas.
Y el tiempo se va y con el nosotros, que hoy estamos pendientes y mañana seremos “pasto de los gusanos”.
Levantemos el corazón y no solo en misa, sino en las calles de nuestra querida Ceuta.
Espero que mañana sea otro día y podamos hablar de nuestra vecina.