Lo que voy a relatar pasó en Ceuta aquel septiembre del 36. Hasta ahora ningún historiador de la ciudad y ningún cronista se habían pronunciado sobre los asesinatos que tuvieron lugar tres meses después de estallar la Guerra Civil.
El 5 de septiembre del 36 el alcalde Antonio López Sánchez-Prado fue ejecutado en la playa del Tarajal por los golpistas. El Ejército sublevado al mando del General Yagüe, tardó apenas 49 días desde que se alzó contra el Gobierno salido de las urnas en detener al alcalde, y ejecutarlo. Su juicio sumarísimo se celebró el 31 de agosto, un día después fue condenado a muerte y en 4 días fusilado en el Tarajal.
La Guerra Civil en Española comenzó el 17 de julio de 1936, cuando los generales Emilio Mola y Francisco Franco iniciaron una sublevación para derrocar a la República elegida democráticamente.
La represión en Ceuta fue tal que la ciudad quedó dividida en fascistas y republicanos, en vencedores y vencidos, en ejecutores y ejecutados.
Los pelotones de la muerte, las noches en que paseaban a los represaliados para darles el tiro de gracia y los encarcelados por sus ideas, hicieron de nuestra ciudad un infierno de dolor. La sangre roja se convirtió en un reguero infame, en un río de muerte aciago.
Se cuenta que enterraban a los cadáveres con las manos atadas y los ojos tapados por miedo a que resucitaran. Mi abuela, con voz temblorosa, contaba que los espíritus vagaron durante años para espantar al fascismo pero el dictador los volvió a amenazar con fusilarlos las veces que hiciera falta.
Dicen que muchas veces, en el cementerio de Santa Catalina Sánchez Prados se pasea por el cementerio preguntando por qué lo habían matado y que no pensaba descansar hasta que le dieran una explicación.
Honorino Peláez y Fermín Urruticoechea hicieron una amistad inseparable: el primero era hijo de Celedón Ramírez, el juez de la ciudad y el segundo era nieto de un vasco cuya identidad nunca quedó aclarada por las autoridades. El señor Urruticoechea no existía oficialmente en ningún sitio. Se paseaba por las calles unos días gritando, otros días lanzando insultos a los viandantes cada vez que se resbalaba en esas aceras que a más de uno se los ha llevado al otro mundo.
Todos los miércoles hacía el pino durante siete horas seguidas recitando partes de la biblia. Era el tonto oficial del pueblo al que nadie le echaba cuentas.
Los amigos inseparables acampaban en el Hacho, pasaban noches contando estrellas y cazando grillos a ver quién ganaba.
El 9 de diciembre del 37, ya con 15 años, encontraron un pasadizo muy cercano a la Cárcel de mujeres y allí, una caja de madera cerrada con tres candados.
La curiosidad de la adolescencia ocasionó que pudieran abrir la caja a pedradas y, con palos, levantaron la tapa. Lo que allí vieron los marcaría para toda la vida. Hicieron un pacto de silencio tan fuerte que decidieron olvidar el hallazgo.
7 dedos, un ojo, tres brazos, dos cabezas, 5 piernas, 12 orejas, dientes, muelas, uñas, 14 manos, 17 pies, huesos de todas las partes del cuerpo.
La oscuridad del pasadizo era vencida por una linterna de pila de petaca que daba una luz mínima pero suficiente para contemplar la macabra y terrorífica imagen.
Honorio y Fermín entraron en pánico cuando escucharon a tres hombres que iban contando uno por uno todas y cada uno de los desmembramientos de los cadáveres para ver a quién le correspondía el honor de haber conseguido más trofeos.
Ya pasados 80 años, agonizando honorino y en los últimos estertores se lo contó al doctor Pechen y este lo escribió en un viejo diario.
Los servicios sociales lo encontraron en el sótano de una casa que había servido a los topos, personas que se escondieron para evitar ser ahorcados en los jardines de la Argentina por el delito imperdonable de sus ideas.
Mi madre (dep), cuentan sus hermanos, la chica maravillas. No tenían ni pa come',sin embargo ella tenía camelaos a toda la chiquillería del barrio. Su famosa cueva donde no faltaba de nada. Tenía toda la colección de la Mariquita Pérez, poco a poco había ido trasladando hasta ese lugar un tesoro de un barco que naufragó frente al barrio de las latas. Allí dentro,ella hablaba con una mujer que se le aparecía y le contaba unas historias impresionantes. Falleció mi madre hace muy poco y en el velatorio, volvieron a salir todas aquellas aventuras.