Ojo que vienen armados. Llegan los del PP en pleno verano, en los preludios de la celebración de la Virgen, festivo y puente para algunos, a avisarnos de lo malo que es el Estado con los guardias civiles, con la presión migratoria y el abandono de la frontera sur.
Vienen los hipócritas del Partido Popular a abrir su boquita para denunciar cómo tienen a los guardias civiles, cómo están los espigones y cuánta presión migratoria hay. Ahora, después de la parrafada, seguirán con sus vacaciones y su buen sueldo a fin de mes.
Señores del PP. Claro que el Gobierno de España con el ministro Marlaska tienen abandonados a los guardias civiles. Eso no hace falta que nos lo digan en un comunicado de verano. Los tienen igual de abandonados que ustedes cuando tuvieron mando y no hicieron absolutamente nada ni para reformar espigones, ni para aumentar recursos ni para mejorar las condiciones fronterizas. Tampoco para mejorar relaciones con Marruecos, lo más que hicieron fue regalarnos un Perejil.
Cuando la frontera sur se politiza… mal vamos. Y aquí resulta que ni PP ni PSOE han hecho acciones que ayuden al aumento de medios para mejorar una situación que tiene un origen, las playas marroquíes cuyos arenales no están controlados y por donde se arrojan por las noches cientos y cientos de personas.
Las consecuencias las vemos aquí y en el mar, pero el origen está al otro lado, cerquita del espigón.
Si lo más que sabe el PP de Ceuta es decir tonterías arremetiendo contra un Estado que está haciendo lo mismo que ellos cuando mandaban, muy mal vamos.
Ni a populares ni a socialistas les importa algo cómo estén los guardias civiles. Menos las crisis humanitarias que se producen. ¿Ustedes no se acuerdan cuando pinchaban haloperidol a los inmigrantes para enviarlos en un avión a otro país? Debe ser que no, no se acuerdan ni de eso ni de las burradas que han hecho en la frontera para que ahora nos vengan a hablar de crisis humanitarias.
Mal apaño llevamos con esta indecente clase política en el gobierno y la oposición, a lo que se suma el silencio cobarde de una población a la que esto le debe parecer normal. Pues no, no lo es.