Tengo la suerte de vivir en Alfau, una zona céntrica, con edificios antiguos y modernos; todos los rincones están cargados de historia. Justo enfrente de el edificio Coral que, misteriosamente tiene dos números de portal y una sola entrada, hay una placa que homenajea a Doña Trinidad Vinuesa: "A la vecina más antigua de la calle Alfau". Doña Trinidad, con su gracejo habitual, siempre apostillaba que era la más antigua pero no la más vieja.
Aunque la cuesta de la calle tiene una subida y bajada digna de romperse la crisma, la pátina del tiempo y la modernidad de las viviendas maridan con los dos mares que bañan nuestra patria chica.
Todos los veranos unos inquilinos de 6 patas merodean sigilosamente por cualquier parte cuando llega la feria de agosto y se remueve el suelo para la instalación de las casetas y divertimentos, miles y miles de cucarachas se visten de los trajes típicos; se peinan los bigotes con las patas y campan alegres por portales, casas, alcantarillas, techos, suelos, garajes y paredes: se hacen las amas y señoras y con el ¡Aquí estamos! Los residentes apretamos los dientes, bailamos para no pisarlas o les pegamos un zapatazo y las mandamos a mejor vida terminando con su existencia.
Se dice, y perdón por la digresión, que en una guerra nuclear, los únicos seres supervivientes serían las cucarachas.
Son muy resistentes y hay especies voladoras. Se comen las unas a las otras para sobrevivir. Se reproducen tan rápido que se hacen Inmunes por la selección natural.
No es por desanimar a los ceutíes, pero el Ayuntamiento se limita a cumplir el protocolo de la plaga; si nos invaden estos Blatodeos conocidos también como cucarachas, cutias o baratas de color castaño u oscuro, y cuerpo ovalado y aplastado, nos tendremos que hacer nuestras trincheras. Bien sabemos el coste de la desinsectación que deja pelada las arcas de la comunidad de vecinos.
El Ayuntamiento debería tomar cartas en el asunto y dedicar más presupuesto cada vez que salen de sus nidos en tropel.
Pulgas, chinches, garrapatas, ratas, cacas de perro, orines y basuras varias son temas prioritarios que deberían ser temas para la categoría de la Perla del Mediterráneo.
Pero si llevamos seis meses para que arreglen el wc del parque de perros, no le vamos a pedir peras al olmo.
¿En qué se gastarán los dineros?
Me temo que el día menos pensado, mientras nuestros concejales discuten bochornosamente, al pobre de Juan Vivas se le suba alguna al bigote y los representantes de Vox le echen la culpa a los inmigrantes por traerlas a miles en las pateras.
Dicen que fritas o al pil pil son deliciosas. Quien no se consuela es porque no quiere.