El alférez Gustavo Sánchez Guerra tiene treinta años, los mismos que su pasión, tan intensa que casi supone su razón de ser: la mar, los barcos, el Ejército, tres motivos “para ser tremendamente feliz”, reconoce el militar, que apenas contiene la emoción al anunciar su anhelo de surcar los mares del Caribe a bordo de un barco que partiría desde España”.
Algo muy próximo puesto que el militar participará con casi toda seguridad en la próxima edición del ‘Gran Prix del Atlántico’ a bordo del barco ‘Fisher and Pyckel’, junto otros diecisiete compañeros “todos ellos de mi tierra y civiles, siendo yo por tanto el único militar aunque estoy seguro, porque conozco muy bien al resto de la tripulación, que todos llevaremos con orgullo el nombre de España”.
No obstante, el alférez Sánchez Guerra precisa que embarcará en la aventura “siempre y cuando el servicio lo permita y dejando meridianamemente claro a mis superiores que no voy a la aventura ni a exponerme a riesgos sino que voy a formalizar mi vocación y sobre todo a ejercer mi trabajo porque yo soy un profesional”.
Este último dato que aporta el militar, no admite dudas a tenor de lo que refleja el currículum vitae del militar: “soy alférez ingeniero técnico del cuerpo de ingenieros politécnicos, director técnico de la estación de ITU del ejército de Tierra y jefe del sistema de calidad de la ULOG número 23”.
Un profesional con un largo recorrido a sus espaldas porque ya desde muy joven, en su Mogán natal, “un pueblecito del sur de Gran Canaria, donde se respira a mar por cada esquina”, el alférez Sánchez Guerra, entonces un niño, se acercaba a los barcos profesionales “para echar una mano en las labores propias del mantenimiento de un barco, al principio sin retribución, hasta que poco a poco fui ganando mi primer dinerillo y metiéndome más en el mundo, navegando en barcos, entrando en la federación, haciendo amigos y conociendo los entresijos del mar”.
El tiempo transcurrió hasta que las olas del mar meció al alférez hacia la orilla de Ceuta, donde lleva dos años ejerciendo su labor militar, sin olvidar la afición, “porque de hecho cada vez que veo el agua me entran ganas de tomar el barco, sintiendo además con alegría que Ceuta, la ciudad que me ha acogido, sea marinera aunque en este sentido considero que podría fomentar aún más si cabe el ambiente típico del mar”, concluye el militar con la voz tomada por una sincera afición.
Preparando el barco para el viaje
Si bien en un principio tanto el alférez Sánchez Guerra como el resto de la tripulación, compuesta por dieciocho compañeros civiles, todos ellos de su tierra natal, las Islas Canarias, iban a participar en la regata oceánica ARC el 25 de noviembre, finalmente decidieron actuar con más tranquilidad y “tener todo bien atado con vistas al ‘Gran Prix del Atlántico’, porque tenemos que viajar con el barco en perfectas condiciones, razón por la cual la máquina está ahora mismo en un taller de Barcelona para ponerla a punto, así como solicitar y rellenar las licencias y demás trámites burocráticos, pedir velas y despacho espacial para el barco, entre otras necesidades básicas que den garantías”.