Toca hablar de autobuses. Qué le vamos a hacer, tanto anunciar que llegarían para, ahora, prácticamente festejar que tenemos vehículos de servicio público decentes. Como el alcalde levite seguro que ordena llevar a Pleno una propuesta para fijar en el calendario el día del autobús, con tal de buscar la celebración con reparto incluido de panes y peces.
Debería darnos vergüenza haber tenido estas chatarras a cuatro ruedas durante tantos y tantos años operativas en Ceuta. Ya no sabías si te llevaban por el trayecto pagado o estabas sorteando un campo de minas, con esos cambios de marcha tan bruscos, esa ausencia de ventilación y esa oposición al confort.
El Gobierno está la mar de contento por la llegada de 14 vehículos híbridos, pero como viene siendo habitual le ha faltado enarbolar la bandera del mea culpa tras haber permitido que durante años y años la empresa responsable ofreciera un servicio en tan tercermundistas condiciones.
Hemos tenido trayectos prepandemia a la frontera que incumplían todas esas normas de tráfico que la Guardia Civil parecía no ver. ¿Cuántas personas podían viajar, como sardinas en lata, del Tarajal al centro y a la inversa?
En materia de servicio público ahora municipalizado esta ciudad tiene mucho que avanzar. Debe ofrecer líneas más adecuadas al reclamo de los usuarios y tiene que garantizar que se cumplen. No lo hace, esperar 1 hora no se puede permitir.
Aplaudir la llegada de autobuses nuevos está al nivel de besar los pies al alcalde y su equipo por dotarnos de marquesinas y contenedores. Lo más básico no se reclama, cuando esto sucede es que algo no va bien. Y que en 2024 aplaudamos tener autobuses dignos… dice mucho de lo que le pasa a la Perla.