Soy neurobiólogo desde hace más de treinta años. He estudiado el cerebro humano a través de miles de TAC , diseccionando cada centimetro hasta observarlo en profundidad en la pantalla del ordenador.
Y, aunque la mayor parte de la humanidad, cree que el cerebro de los dos géneros de nuestra especie es prácticamente igual, están terriblemente equivocados.
El mapa mental de una mujer difiere extraordinariamente del de un hombre.
Por lo pronto, sus circumvoluciones son más numerosas en la mujer que en el hombre, y la conexión entre sus neuronas es un 20% mayor, de forma que la capacidad de olvidar, supera con creces, a la de un macho humano.
Sus dendritas son de mayor longitud y, por tanto, su velocidad de reacción y sus posibilidades de actuar ante diferentes estimulos en el menor tiempo posible, aventajan de largo, la réplica del género masculino.
Pero, no solo eso, sino que dicha velocidad de acción, les otorga una capacidad innata de descubrir cuando un hombre está mintiendo.
Así que, cuando se habla del sexo fuerte o del débil, si se obvia la fuerza bruta, el género masculino está en clara desventaja frente al femenino.
Pero lo que me mantuvo intrigado durante muchos años, fue un diminuto sello, que aparecía en las mujeres españolas, y que tardé una década en descifrar.
Con la aparición de la inteligencia artificial, pude transcribir dicho sello, que se resumía en una sola frase: “Tú mismo”.
Había pequeñas variaciones, en función de la provincia de nacimiento, pero el significado final era indudable.
Ainsss, compañeros masculinos, cuando ustedes escuchen en una discusión con su pareja, la expresión: “ Tú mismo”, échense a temblar.
En esas dos palabras, se concentran una cadena de reacciones a las que jamás podremos enfrentarnos: ira, venganza, aplazamiento y amenaza de consecuencias no deseadas en modo alguno por el interlocutor.
Este artículo, tal y como está el patio nacional, no será publicado en ninguna revista científica, pero es una severa advertencia a los aguerridos e ingenuos machistas, a los que les recomiendo encarecidamente, la única defensa posible ante tal “profecía”, imitando a nuestro Rey Emérito: “Lo siento mucho....no volverá a suceder”.
No se enfrenten a esa inocente frase, con excusas masculinas.
Háganme caso, por Dios. Consejo (gratis) de profesional facultativo.