Dos mujeres, dos hermanas y una misma pasión: la vida castrense. Esta es la historia de Gema e Inmaculada Jiménez Ayora, destinadas en diferentes unidades de la Comandancia General de Ceuta (Comgeceu), pero con muchas cosas en común. Concretamente, Inma pertenece al Batallón de Cuartel General y “aquí estoy trabajando en el área personal, con documentaciones, comisiones, todo lo que se refiere a temas personales de administración”.
Por su parte, Gema forma parte del Regimiento de Artillería Mixta Número 30, donde trabaja “en el área de protocolo y asuntos institucionales. El tema de acompañamiento al comandante general, arriado de banderas y todo tipo de formaciones que haya en la calle”.
Aunque tienen diferentes funciones y dependen de diferentes unidades, compartir este modo de vida y este sentimiento es algo “único”, tal y como ellas mismas aseguran.
Un trabajo que, además, les permite almacenar anécdotas y recuerdos juntas. Un ejemplo de ello es el que narra Gema, quien recuerda cuando “un día me pide ella una falda y yo le digo que no puedo porque la necesito yo. Y la casualidad era que cuando yo llego con el que en ese momento era mi jefe, llegó ella con el suyo y ninguna de las dos nos dijimos que íbamos a ir ahí. Y nos encontramos las dos allí. Ella con su jefe, yo con el mío. De eso me acuerdo yo mucho”.
Gema Jiménez Ayora, soldado: "Ya se nota muchísimo la presencia de la mujer. Hay oficiales, suboficiales, tropas,…"
Inma entró a formar parte de las Fuerzas Armadas cuando tenía 14 años. Según cuenta, “había un instituto donde estudiaba una especialidad. Estaba becada por el Ejército y entrabas con 15 años y salías con 18”. “Me gustó desde el principio, me metí ahí y ya continué en el Ejército”, asevera sin dudar.
Para Gema, “ella siempre ha sido un ejemplo, porque ella es mi hermana de mi alma y siempre ha sido mi ejemplo”, aunque también hubo otras circunstancias la animaron a entrar en el ejército. Una de ellas es que “fui madre jovencita y vi una buena salida en el Ejército, aparte de que me gustaba porque veía a mis hermanos que son militares y dije, bueno, voy a probar y cuando entré me gustó y aquí sigo 18 años después”, narra.
Ya ha pasado mucho tiempo desde que entraron a formar parte de las Fuerzas Armadas, las cosas han cambiado mucho y cada vez son más las mujeres que forman parte del estamento castrense.
“Yo entré en 1994 en el IP y después salí en 1997 como militar profesional. No había ni la mitad” de mujeres que hay hoy entre las fila, manifiesta Inmaculada. Además, añade, “yo llegué la primera aquí a Ceuta. La primera militar que hubo aquí en la ciudad autónoma”.
Una visión compartida con su hermana Gema, quien reitera que “en las unidades se nota muchísimo la presencia de la mujer. Ya en cualquier arriado que uno viene a verlo se ven siempre mujeres”.
Inmaculada Jiménez Ayora, cabo 1º: "Aquí siempre se han volcado. Te tienen mucho en cuenta la conciliación familiar"
Asimismo, quiere reflejar que además de haber cada vez más mujeres, “también cada vez con cargos más altos. Hay de todo: hay oficiales, hay suboficiales, hay tropas,…”.
Aunque hay quien pueda pensar lo contrario, las hermanas Jiménez Ayora quieren dejar claro que ellas nunca han sufrido ningún tipo de discriminación o desigualdad por el hecho de ser mujeres: “Hemos hecho lo mismo que han hecho todos. Nadie ha hecho distinciones”, pone en valor Inmaculada.
Ambas tienen familia y dos hijos y se sienten afortunadas de que su trabajo siempre les ha permitido conciliar la vida laboral y familiar sin ningún impedimento. Y es que, como dicen, si reúnes los requisitos y te amparas a la ley, se pueden llevar ambos ejes de tu vida hacia adelante sin problema y sin pegas.
“Al contrario. Aquí siempre se han volcado. Si hay algún problema, nos han dicho ‘deja lo que tengas que hacer’. Te tienen mucho en cuenta la conciliación familiar. Que eso es algo a resaltar”, expresan con orgullo por pertenecer a las Fuerzas Armadas.
Por todo esto, no han dudado en mandar un mensaje a todas aquellas mujeres jóvenes que puedan tener miedo o dudas de iniciar un camino como es el entrar a formar parte del servicio militar.
“Somos un ejemplo para muchas de ellas”, aseguran Gema e Inmaculada, quienes añaden, “que quien quiera presentarse a militar, al ejército, no piensa eso. Es una vocación”.
Me alegro mucho por ellas, no dudo que tengan su mérito , pero el faro podía tener un detalle con las mujeres funcionarias civiles , que también hay en la comandancia, con muchos años de servicio y que parecen invisibles , todos los años lo mismo , solo militar@s
¡Viva nuestra cabo transexual!