En un céntrico hotel malacitano tuvo lugar, ayer sábado, una Tenida Blanca Abierta de la Logia Pitágoras de Málaga del Gran Oriente de Francia (GODF) bajo el título ‘Ser masón en el Siglo XXI’.
El ponente, Luis Gámez Lomeña, maestro masón de la mencionada Logia malagueña, explicó a El Faro que “las reuniones que llevamos a cabo quienes integramos la Francmasonería se llaman tenidas, y a ellas no tienen acceso quienes no estén iniciados en la Masonería.
No obstante –explica Gámez Lomeña- hay tenidas que llamamos ‘blancas abiertas” que son reuniones que se realizan en un entorno masónico y en la que un masón expone un tema a un público profano en la materia”.
Siempre en busca de la fraternidad universal, se llaman entre ellos hermanos y hermanas y tienen tres grados principales: aprendiz, compañero y maestro. Sus agrupaciones se denominan “logias”, pero si el número de masones aún no es suficiente, se pueden constituir en “triángulos”.
En una de las salas del citado hotel, ante un numeroso público entre el que se encontraban varios ceutíes, asistió a la citada conferencia, en la que -tras la intervención- se formularon muchas preguntas, generándose un interesante debate.
¿Qué es la Francmasonería?
En primer lugar, el ponente abordó lo que consideraba vital para poder continuar su conferencia: ¿qué es la Francmasonería? “La imagen pública de la Francmasonería, o Masonería, (ambos términos nos definen por igual- aseguró) es un factor importante para comprender cómo nos identifican socialmente”, aseguró el maestro masón.
La Masonería –afirmó- a pesar de ser apenas conocida por el gran público, es el centro de opinión de muchas personas que afirman erróneamente que somos un centro de conspiraciones, un grupo que controla el poder, cuando no la consideran anacrónica, antirreligiosa o incluso satánica”.
“Por ello –declaró Luis Gámez Lomeña- creo que la mejor explicación de la Masonería está reflejada en la Constitución del GODF, que define la Francmasonería como una institución esencialmente filantrópica, filosófica y progresiva, que tiene por objeto la búsqueda de la verdad, el estudio de la moral y la práctica de la solidaridad; trabaja por la mejora material y moral, el perfeccionamiento intelectual y social de la Humanidad.
Tiene por principios- prosiguió- la tolerancia mutua, el respeto a los demás y a uno mismo, la libertad absoluta de conciencia”.
Gámez Lomeña aseguró que en el Gran Oriente de Francia “las concepciones metafísicas se consideran del dominio exclusivo de la apreciación individual de sus miembros, al tiempo que se rehúsa toda afirmación dogmática.
Se otorga una importancia fundamental a la Laicidad –declaró- y tiene por divisa: Libertad, Igualdad y Fraternidad.
Además, en las logias que se encuentran bajo el auspicio del GODF –afirmó Gámez Lomeña- hay hombres y mujeres que ejercen la democracia en estado puro: un hermano/una hermana es igual a un voto.
Esa democracia también se verifica –apuntó el ponente-en las asambleas anuales del GODF –llamadas convent-, donde se reúnen más de 1400 logias de los cinco continentes y donde se aplica el mismo principio democrático: un logia igual a un voto”.
Historia de la Masonería
Gámez Lomeña explicó que “la tradición en la masonería nace con el paso de la masonería operativa a la especulativa.
Es decir, cuando aquel gremio de constructores y canteros comienza a admitir otros oficios que, aunque no eran albañiles, estaban relacionados con la construcción: eran transportistas, abogados, vidrieros... Este proceso culmina en 1717 con la fundación de la Masonería.
En poco tiempo -aseguró- la Masonería adquiere fama y reputación, siendo motivo y atracción para los intelectuales y nobles de aquella época. Por ello –advirtió el ponente- relacionar los orígenes de la masonería con Templarios, la construcción de las Pirámides o con Noé no son más que fantasías que han ayudado a una mitificación estéril”.
El maestro masón argumentó que “la tradición masónica ha sido, ciertamente, productiva y fértil”. “Ha sabido alinearse –declaró- con las más importantes cuestiones de la humanidad en los últimos trescientos años.
Dicho de otra manera: la Masonería ha promovido y abogado por la mayoría de edad del hombre, su libertad de conciencia, la abolición de la esclavitud, la creación de asociaciones humanitarias o el reconocimiento universal de derechos, entre otras muchas cosas”.
Adogmática y mixta
En 1877, el GODF modificó el artículo primero de su constitución cambiando los principios de la creencia en un Dios y en la inmortalidad del alma por los principios de la Libertad Absoluta de Conciencia y la solidaridad humana.
“Esta importante modificación condujo a la estructuración de la Orden masónica en dos ramas: la “regular ortodoxa” y la “regular adogmática” -explicó.
Las diferencias entre ambas radican en que la primera (“regular ortodoxa”) mantiene al pie de la letra la primera normativa de la masonería, llamada “las Constituciones de Anderson” (1738), en el sentido de la obligatoriedad de creer en Dios o en un ser superior denominado Gran Arquitecto del Universo.
Además –aseguró Luis Gámez Lomeña- sus logias son exclusivamente masculinas, no pudiendo ser iniciada ninguna mujer”.
Continuó explicando que “por el contrario, la Masonería regular adogmática suprimió la exigencia de creer, o no, en un ser superior, ya que considera que las cuestiones metafísicas forman parte del ámbito personal de los individuos”.
El conferenciante aseguró que esta rama, “en cambio, proclama la libertad absoluta de conciencia y considera que todas las personas son iguales, no discrimina a la mujer, a la que inician y forman parte de sus miembros, y si bien está prohibido abordar asuntos religiosos y políticos, no están prohibidos los debates y estudios sobre aspectos sociales y políticos no partidistas”.
“Ni religión, ni secta, ni dogmas”
Luis Gámez Lomeña quiso dejar claro que “la masonería no es una religión, ni tampoco una secta. Ni tenemos dioses –afirmó- ni admitimos los dogmas, como ocurre con las religiones”.
Afirmó que al contrario que en las sectas, en la masonería el proceso de admisión es complejo y sigue un procedimiento en el que permanentemente se invita al aspirante a ejercer su libertad para continuar o desistir en su propósito.
Sin embargo, abandonar la masonería es sumamente fácil: solo es necesario presentar una carta a la Logia informando de la decisión” -afirmó.
Lo que sí ha quedado meridianamente claro –declaró Gámez Lomeña- es que “en ningún caso la masonería es una escuela de artes raras y ciencias ocultas en la que se enseñan y comunican secretos sobrenaturales y sobrehumanos.
Rechazamos las supersticiones y las supercherías, como igualmente rechazamos toda afirmación dogmática -aseguró- y creemos en la libertad absoluta de conciencia.
Cada masón o masona es libre de creer, o no, en dioses, sin que otro hermano o hermana de diferente religión o ideología pueda recriminarle pensar de esta manera o profesar tal creencia, o ser iconoclasta. Esta es la grandeza de la Orden Masónica” -afirmó.
Ritos masónicos
“El trabajo en una Tenida –aseguró- se desarrolla mediante un ritual que define la práctica de un determinado rito, aunque cuando hablamos de los ritos masónicos, muchas personas lo relacionan con la celebración de algo oculto o misterioso, nada más lejos de la realidad. Rito –explicó- es todo aquello que se hace de forma invariable y mecánica, como cualquier situación personal o colectiva, que se repite sin apenas modificaciones y siguiendo una estructura predefinida”.
El ponente explicó que el rito no es ni más ni menos que un conjunto de reglas y ceremonias que forman un todo coherente y definido en diferentes grados.
“En la Masonería existen diferentes ritos –aseguró- y nosotros trabajamos en el rito francés, además de en el escocés antiguo y aceptado.
Lo que ha de quedar claro –afirmó- es que el ritual, en ningún caso, representa un fin, sino un medio, una herramienta que propicia la atmósfera adecuada para que nuestros trabajos sean fructíferos.
El ritual -declaró- articula y ordena el desarrollo de los trabajos y establece una disciplina, marca el orden y nos obliga a la reflexión.
Según Gámez Lomeña, debido a su peculiar y estudiada pauta, “mejora el nivel de la comunicación y comprensión entre nosotros y mejora el nivel intelectual de los temas a tratar, evitando los debates no constructivos o repetitivos”.
Masonería, ¿para qué?
“Una pregunta recurrente que nos hacen a menudo en relación a la francmasonería es sobre su vigencia -aseguró.
Debe destacarse que se trata de una institución con trescientos años de historia –declaró el ponente- siempre rodeada de misterios que no son tales, de falsos secretos y de leyendas interesadas.
Además –afirmó- a esto hay que añadirle una voraz propaganda hostil alimentada y mantenida durante los años de la dictadura franquista que dejó, lo creamos o no, una huella negativa importante en el imaginario popular.
La tristemente famosa ‘conspiración judeo-masónica’ llevó a miles de masones al paredón simplemente por ser librepensadores –afirmó el ponente.
El caso es que se nos cuestiona sobre la necesidad de existencia de la Francmasonería, una vez que otras organizaciones más modernas se ocupan de similares objetivos y abordan las mismas cuestiones que nosotros”- afirmó.
El ponente masón aseguró también que “si bien existen una variedad de instituciones, asociaciones, partidos políticos, ONG, fundaciones, etc. que desarrollan una labor socialmente importante, carecen sin embargo de las características de la masonería.
Esta tiene la capacidad de integrar a hombres y mujeres de diferentes ideologías, concepciones filosóficas y metafísicas que trabajan no solo por el avance y mejora personal, sino por el mejoramiento intelectual y moral del ser humano. Esta labor –afirmó- se desarrolla libre de dogmas y con total y absoluta libertad de conciencia”.
Compromiso
“Quienes integramos la masonería –asegura Gámez Lomeña- no formamos parte de un grupo de personas influyentes.
Somos una muestra de la realidad social, prueba de ello es que nuestros hermanos tienen profesiones muy diversas –aseguró- y ello descarta el aire de elitismo que falsamente se nos quiere atribuir.
Estamos comprometidos con el progreso y la mejora de la Humanidad –afirmó Luis Gámez Lomeña-, y cualquiera puede preguntarse cómo trasciende la masonería a la sociedad.
Pues bien –explicó- si bien nuestros medios son escasos, sí tenemos la capacidad de trasladar hacia la sociedad lo que hemos trabajado dentro de la logia mediante nuestras acciones en la vida diaria y en las decisiones en la vida profesional.
De esta forma también modificaremos de alguna manera nuestra realidad más próxima” -aseguró.
El conferenciante masón afirmó que de forma periódica la masonería emite comunicados dando su opinión acerca de temas de actualidad. “Además –declaró- se trabajan anualmente temas de estudio relacionados con la paz, los derechos civiles, el humanismo o la laicidad”.
Explicó que existen comités de bioética, medio ambiente, desarrollo sostenible o laboratorios de laicidad. “Hace algún tiempo –aseguró- trabajamos intensamente el derecho a una muerte digna, y el resultado final de ese estudio fue enviado al Parlamento Andaluz, poco antes de que debatiera y aprobara la Ley de muerte digna” –afirmó.
Apuntó que la masonería favorecía una formación polifacética del individuo que procuraba la toma de conciencia sobre los asuntos que afectan al ser humano. “Favorece el espíritu crítico, el derecho a disentir, la tolerancia y el respeto hacia todas las opiniones, a excepción –declaró- de aquellas que atentan contra los Derechos Humanos”.
Avanzar y pensar
Para Luis Gámez Lomeña, “el gran valor de la Masonería, desde su origen, es el de ser renovadora y formadora de valores intelectuales, éticos y morales.
Tiene una clara vocación transformadora –afirmó- y por ello los grandes pensadores y filósofos, afines a nuestros postulados, influyeron e influyen en el devenir del mundo.
Nuestros antepasados maestros masones –aclaró- participaron activamente en la Ilustración o en la emancipación de las colonias americanas, entre otros acontecimientos relevantes ,así como en los derechos civiles, en las libertades y los Derechos del Hombre, hoy reconocidos como Derechos Humanos”. “El reto de hoy –afirmó- no es reproducir el pasado ni vivir de sus glorias.
El verdadero reto –aseguró- es seguir avanzando: pensar, reflexionar y actuar dentro de esos postulados con las nuevas formulaciones y contextos dentro y fuera de las logias mediante una acción masónica renovada y constante que corresponda a la era que nos ha tocado vivir y que nos impone el deber de despertar y movernos en la dirección del futuro”.
“Somos realistas –terminó Luis Gámez Lomeña- y por eso creemos en la utopía de una Humanidad fraterna, en la que todos los seres seamos iguales”.
"(...) creemos en la utopía de una Humanidad fraterna, en la que todos los seres seamos iguales”.
¿Iguales en qué? ¿En estatura, en el color del pelo, en el pensamiento, en riqueza o pobreza, en ideología, en religión, etc.?
Si algo caracteriza al ser humano es la desigualdad, tanto en rasgos físicos como en rasgos psicológicos, sociales, económicos, culturales, etc. La naturaleza humana es enormemente diversa y desigual.
Ya desde tiempo de Pericles se hacía notar la única igualdad aceptable que debe imperar: la igualdad ante la ley. Precisamente los regímentes totalitarios convirtieron la igualdad en todos los sentidos en uno de sus baluartes. Por supuesto fracasaron porque es imposible alcanzarla aunque la impongan violentamente mediante el terror de masas (asesinatos, torturas, deportaciones, campos de exterminio). De hecho, la nomenclatura vivía muchísimo mejor que el grueso de la población que lo hacía en la miseria mientras que los componentes del aparato represivo vivían mejor que aquél.
Y es que la naturaleza humana es así: nadie quiere ser igual al prójimo. Todo el mundo quiere mejorar su vida pero no ser igual al vecino. Por eso, toda doctrina o ideología contraria a la naturaleza humana fracasa.