Adalberto fue al puerto a recibir a su amigo Pedro que llegaba desde Melilla, aunque había nacido en Ceuta. Su padre fue un militar que, como tantos otros, residió en las dos ciudades y Pedro, tras licenciarse en Ciencias Políticas y en Derecho, trabajaba en una importante consultora de Madrid.
Su vinculación con las dos ciudades hizo que su empresa le asignara un trabajo contratado con un cliente, sobre el tráfico fronterizo y ya lo había terminado después de muchas visitas y encuestas sobre el terreno y en Marruecos.
Como Adalberto le ayudó siempre en esas excursiones para el caso de Ceuta o su entorno e incluso le buscó un contacto en Melilla, Pedro venía a explicarle a su amigo las conclusiones del estudio y a invitarle a comer para celebrarlo.
Después de dejar la zona portuaria donde a ambos les llamó la atención la cantidad de jóvenes magrebíes que merodeaban alrededor de los camiones y autobuses, se dirigieron a un restaurante porque el visitante quería regresar en helicóptero a Málaga después de comer.
Eligieron un establecimiento donde se podía conversar, porque muchos de estos restaurantes le dan mucha importancia a la decoración, a la cocina, la vajilla y la carta, pero ninguna al aislamiento acústico del local, con lo que es imposible mantener una conversación con tranquilidad.
Pedro fue al grano en cuanto les sirvieron como aperitivo vermut y aceitunas. -Mira, Adalberto –le dijo en tono confidencial- estoy escandalizado por lo que pasa en Melilla y Ceuta. Centrándome en este última ciudad que es la que te interesa, la política fronteriza que se sigue es demencial o para ser más exacto todavía, inexistente.
Melilla es caso distinto, pero aquí tenéis la posibilidad de recibir turistas-compradores de clase media y alta procedentes también de Tánger, Rabat, Casablanca y otras ciudades que podían ser decisivos para la economía de Ceuta, pero inexplicablemente se les rechaza de facto….. -Estoy de acuerdo contigo –comentó Adalberto con una aceituna en la boca- porque pienso que prácticamente se les rechaza en la frontera ceutí con esas largas esperas que aburren a cualquiera -Pero es que –continuó Pedro- parece como si quisieran ahogar a Ceuta haciendo gala de un desconocimiento profundo de la realidad.
Es como si los que toman decisiones no viajaran por Marruecos ni conocieran las características de su sociedad y economía…. -Ese es el problema -Adalberto bajó la voz como si temiera que alguien le oyera- .
Las autoridades se preocupan del tránsito de porteadores abriendo nuevos pasos o mejorando los existentes, pero no de los turistas que podrían comprar en las tiendas y, si hubiera organización, visitar los museos y monumentos.
-Has puesto el dedo en la llaga, Adalberto. Las autoridades locales le están haciendo el juego a Marruecos precisamente.
Lo que a los vecinos del sur les interesa, aunque parezca mentira, es el tráfico de porteadores por una doble razón.
Primero porque mantiene ocupada de forma directa o indirecta, a una inmensa población que, de otra forma crearía problemas. Y luego porque, cuando se colapsa la frontera con esos porteadores y los motorizados, se está dificultando la entrada de turistas que vienen a comprar.
Y no interesa la imagen de Ceuta llena de turistas marroquíes comprando en las tiendas, visitando los museos o llenando hoteles y restaurantes. Conviene más la citada imagen, pero de cientos de porteadoras en la frontera y precisamente del lado de Ceuta.
Adalberto miraba incrédulo a su amigo y no pudo contenerse para preguntar por qué le perjudicaba a Marruecos ese turismo de compras y no las compras de los porteadores y de sus vehículos. -Mira, Adalberto. En mi opinión, Marruecos está actuando de forma coherente con su pensamiento y su política hacia Ceuta.
Opino que el tráfico de porteadores de bultos beneficia solo a unos pocos aquí, incluso algunos con intereses fuera, pero el flujo de turistas, en cambio, beneficia a la ciudad en general, creando empleo y riqueza a través del comercio, restaurantes y otros operadores.
Y Marruecos no va a apoyar ese desarrollo económico estable de Ceuta, porque lo que conviene a sus intereses es justamente lo contrario. Y también creo que Marruecos se equivoca en esto, porque si el tráfico fuera fluido, lo que ellos llaman Tamuda bay, ese maravilloso complejo de hoteles y playas que han creado, se vería potenciado con el turismo que llegaría desde Ceuta a pasar los fines de semana o las vacaciones o incluso a invertir.
En este momento, tienen hoteles, restaurantes y tiendas sin clientes, porque estos llegaban desde Ceuta y ya han renunciado a ir.
Incluso, Marruecos dispone de un magnífico aeropuerto en Tetuán que no utilizan al cien por cien, lo cual es difícilmente explicable con importantes inversiones que se han hecho al otro lado de la frontera.
Mientras Adalberto asentía, comenzaron a traer los platos principales que eran de pescado con muy buen aspecto.
Los amigos, aunque con cara de preocupados todavía, brindaron por el encuentro de ambos y se callaron un rato mientras saboreaban las especialidades de la casa.
Cuando ya habían terminado con el postre y Pedro saboreaba el inevitable gin tonic mientras Adalberto disfrutaba con una copa de Luís Felipe, surgió la pregunta de cómo se estaba viviendo todo aquello en Melilla, porque también llegaban noticias de que allí estaba ocurriendo algo parecido a lo de Ceuta en los distintos pasos de la frontera.
-El caso de Melilla como te dije es distinto –sentenció Pedro- porque allí no hay un turismo pudiente como aquí, ya que no cuentan con ciudades cerca tan importantes, pero en el fondo ambos casos coinciden en el sentido de que España no hace nada práctico por solucionar el problema fronterizo y eso me preocupa, porque parece que no se quiere potenciar el desarrollo económico de Ceuta y Melilla.
Y subsistiendo larvada una reivindicación sobre ambos territorios, el tema es grave. Tan grave que en Melilla, una parte de los empresarios han adoptado un slogan muy expresivo al describir la situación con la frase “Melilla se muere”.
Al final, con tanta conversación, se les fue el santo al cielo y salieron corriendo a coger un taxi para no perder el helicóptero.
Por el camino, Pedro insistió en que menos mal que había una conexión aérea con la Península y también en la evidencia que Marruecos tenía una estrategia respecto a Ceuta que no tiene Ceuta respecto a Marruecos.
Y se extrañó que algunos políticos afirmen lo obvio, culpando al país vecino de no facilitar el tránsito de turistas, ya que eso –opinó- parece formar parte de la estrategia marroquí, de no apoyar naturalmente el desarrollo económico de Ceuta. Todos no van a ser tan primos como nosotros en el caso de Gibraltar –sentenció Pedro mientras abrazaba a Adalberto ya de camino al helicóptero.
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