Opinión

28 de febrero y 4 de diciembre

Todos los 28 de febrero y desde el pasado año también cada 4 de diciembre, fecha en la que el presidente de Andalucía Juan Manuel Moreno Bonilla así lo oficializó, numerosos andaluces se lanzan a la calle enfervorizados o enfervorecidos (ambos vocablos son equivalentes) para celebrar respectivamente el Día de Andalucía y el Día de la Bandera Andaluza.

La primera de las efemérides conmemora el referéndum por el que Andalucía llegó a constituirse como Comunidad Autónoma, con plenas competencias y gobierno propio, aprobándose el Estatuto por referéndum celebrado el 20 de diciembre de 1981.

La primera de las efemérides conmemora el referéndum por el que Andalucía llegó a constituirse como Comunidad Autónoma, con plenas competencias y gobierno propio, aprobándose el Estatuto por referéndum celebrado el 20 de diciembre de 1981.

En el artículo 5 de la ley 3/1982, de 21 de diciembre se habla de Blas Infante como padre de la Patria Andaluza, al cual se le rinde homenaje cada 5 de julio (día de su nacimiento) por ser quien reclamó para Andalucía su autogobierno. Por proposición no de ley 6/83 aprobada en el Parlamento Andaluz se añade al Estatuto un escrito por el cual oficialmente se le llama Padre de la Patria.

Ese 28 de febrero, de legítima celebración por el logro político conseguido, se ha ido convirtiendo paulatinamente en una fecha con una carga ideológica de corte nacionalista (afortunadamente no separatista todavía aunque Andalucía tuvo un intento de independencia a mediados del siglo XVII) intencionadamente inyectada desde el principio y alimentada dosis a dosis con el paso del tiempo en función de los intereses políticos de uno y otro partido.

Un enloquecido Moreno Bonilla en un alarde de travestismo político ha abrazado con la fe del carbonero los postulados del camandulero Blas Infante algo que ya hicieron en su día andalucistas y socialistas, y en su nacionalismo de salón además de instituir el citado Día de la Bandera contempla ahora la posibilidad de creación de un idioma propio; no sé si volveremos al aljamiado andalusí o se inventará el andaluz batúa. Se puede hablar un castellano con acento andaluz, lo cual es perfectamente normal y correcto. Lo que no es de recibo es hablar un mal castellano y encima con acento y pretender crear de tal engendro un idioma andaluz.

Ante tales acontecimientos los andaluces deberíamos preguntarnos si sabemos qué estamos celebrando realmente al ensalzar a Blas Infante con tan insigne denominación y qué significa esa bandera.

Resulta al menos chocante, por las razones históricas que a continuación se exponen, tal nombramiento en dicha persona, quien en su obra “Fundamentos de Andalucía” (Fundación Blas Infante 1984) deja traslucir sin ambages su pensamiento islámico e incluso islamista y aboga por una vuelta a unas supuestas raíces islámicas de Andalucía.

Decía, y así lo defendía, que Andalucía estaba espiritual y culturalmente más cerca de Marruecos que de España y ansiaba y predicaba una Andalucía con una identidad y un perfil diferente del resto de la península y vinculada al reino norteafricano, no geográficamente ni políticamente, sino en los términos dichos: con un perfil e identidad islámica. Marruecos era para él referente cultural y espiritual de Andalucía. Su visión de España era demoledora: había que volver a los tiempos de Al-Ándalus, etapa que consideraba la de mayor esplendor en la península; una sociedad islámica idílica que se configuraba para él como una arcadia feliz frente a la barbarie europea.

"Ese 28 de febrero se ha ido convirtiendo paulatinamente en una fecha con una carga ideológica de corte nacionalista"

Blas Infante que según testimonios de la época hablaba árabe viajó a Marruecos a la tumba de Muhámmad al-Mutámid (último rey del taifa de Sevilla tras la desmembración del califato y desterrado a África por los almorávides) asistido de un intérprete llamado Musa Ibn Abd el Mumen, originario de Orán. Allí en una pequeña mezquita de Agmhat (Sur de Marrakech) se convirtió al islam.

La principal fuente que habla de esa conversión es Muhammed Ali Cherif Kettani que en su libro "Inbia‟t al Islam fi Al-Andalus", título traducido como "el resurgimiento del Islam en Ál-Andalus", editado por la Universidad de Islamabad Pakistán en el año 1992, relata que Blas Infante hizo la Shahadah (profesión de fe islámica) el 15 de Septiembre de 1924 en la indicada mezquita adoptando el nombre de Ahmad Ibn Al-Arabi y que fueron testigos del acto dos andalusíes nacidos en Marruecos y descendientes de moriscos: Omar Dukali (supuesto descendiente de Al–Mutámid) y otro de la kabila de Beni- Al-Ahmar".

También Ali Manzano, comunista converso al islam y dirigente de Nación Andaluza, se pronuncia en idénticos términos, si bien al parecer su única fuente para afirmar tal conversión es lo citado por Ali Cherif Kettani en su libro, traducido al castellano por su hija Malika Kettani y publicado en Barcelona en 2012.

Por su parte Gustavo Bueno Martínez, filósofo ya fallecido, sostenía lo dicho sobre la conversión de Blas Infante al islam y que los dos testigos antedichos le regalaron una chilaba y una daga bereber que conservó toda su vida.

Esta tesis es defendida en la actualidad en sus foros y páginas web por las principales asociaciones islamistas de España.

Me sorprende como tan difuso personaje pudo ser nombrado padre de la patria andaluza. No lo concibo y menos después de una profunda y profusa lectura sobre el tema y conocer el sufrimiento y martirio al que sometieron los musulmanes invasores a los cristianos (recordar los mártires de Córdoba durante los reinados de los emires Abd al-Rahman II y Mohamed I), de los que paradójicamente los más crueles fueron los almohades y de los cuales incomprensiblemente el “padre” de la patria andaluza en un ejercicio de supina idiotez cogió el color blanco de sus estandartes para hacer la bandera.

Recordar también las continuas aceifas de Abu ʿAmir Muhammad ben Abi ʿAmir al-Maʿafirí (Almanzor)1que desde Córdoba sembró de terror y destrucción los reinos cristianos del norte y que arrasó la primitiva catedral románica de Santiago de Compostela hasta sus cimientos con el famoso episodio del traslado de las campanas de la catedral hasta Córdoba. Vergonzosamente Algeciras le dedicó una estatua a tan cruel y despótico personaje que afortunadamente fue retirada de su lugar de emplazamiento (unas ruinas cristianas) en 2013.

Nunca hubo ni en Andalucía ni en Al-Ándalus (territorio conceptual y políticamente mayor) una convivencia idílica y pacífica como muchos políticos, bien por analfabetismo, bien por cobardía, quieren vender continuamente. El llamado mito de las “tres culturas” no fue sino un sometimiento de los cristianos que pagaban el impuesto correspondiente por conservar su fe y sus hábitos. Todo lo más que hubo fue coexistencia en condiciones de humillante sometimiento e infamante y cruel trato en muchas ocasiones para los cristianos, pero nunca convivencia en el sentido pleno del término.

Tanto en el califato como en los sucesivos reinos de taifa los cristianos vivieron sometidos y eran siervos de segunda clase llamados dhimmis por el impuesto (paria) llamado yizia que tenían que pagar por permitírseles profesar su religión. Ilustres académicos e historiadores desmotaron ya en su día el cuento de la pacífica e igualitaria convivencia. Entre otros baste citar al insigne catedrático Claudio Sánchez Albornoz (hace ya muchos años) y más recientemente al historiador Juan Eslava Galán, al no menos ilustre catedrático de Historia Medieval Rafael Sánchez Saus en su magnífica obra “Al-Ándalus y la Cruz”, a Pío Moa en su libro “La reconquista de España” y a José Javier Esparza Torres en su muy interesante trilogía sobre la invasión islámica y reconquista de España por los reinos cristianos: “Asturias”; “Moros y Cristianos” y “Santiago y cierra España”.

Cuando los Reyes Católicos conquistaron Granada, acabando así con casi ocho siglos de dominio islámico en la Península Ibérica y ultimando con ello la unidad política, territorial y religiosa de España, dejaron a los musulmanes del reino nazarí quedarse amplios territorios en la Alpujarra granadina y almeriense, incluido Ab Abd Allah Muhammad ibn Abi il-Hasan, Ali, (el famoso Boabdil) a quien se le dejó amplia propiedades en dicha zona que posteriormente vendió a los reyes cristianos.

Los moriscos granadinos lejos de mostrar agradecimiento por tan magnánimo comportamiento de los Reyes Católicos se dedicaron desde el principio a confabularse con sus hermanos del norte de África (Marruecos), con los piratas berberiscos y con los turcos otomanos de la Sublime Puerta para invadir e islamizar nuevamente España.

Tras las sublevaciones de los moriscos en la Alpujarra y la derrota y dispersión de estos por distintas tierras de España, fundamentalmente Extremadura, Murcia, Valencia y Reino de Aragón, continuaron con sus arteras intenciones y traiciones a la corona castellana y a España de la que decían que era su patria pero no la aceptaban como cristiana y católica. A este quintacolumnismo secular puso fin Felipe III de Austria con el definitivo decreto de expulsión de todos los moriscos de España que se llevó a cabo entre los años 1609 y 1613.

Todavía en 1641 los moriscos que quedaron en el sur de la península liderados por Tair Al-Hörr (descendiente de otro de igual nombre que derrotó a los ejércitos de los Reyes Católicos en Ronda), aliados con el Duque de Medina Sidonia se levantaron en las sierras de Granada y reino de Todmir (Murcia, Alicante, Albacete y norte de Almería) contra la corona castellana en un intento de independencia de Al-Ándalus. A estas huestes moriscas se uniría un cuerpo de caballería facilitado por Marruecos compuesto en su mayoría por moriscos andaluces emigrados, teniendo como finalidad dicho levantamiento el restablecer en el trono a los descendientes del considerado rey legítimo de Granada Abu Abd Allah Muhammad al-Mutamassik (Mohamed VIII “El Chico” depuesto por una de las conjura de los Abencerrajes y asesinado en 1431.

Centrándonos en Andalucía es necesario desmotar la gran mentira del sustrato racial árabe-bereber y de la cultura islámica. La única cultura de la que cabe hablar es la que tuvo en sus comienzos Andalucía y que fue la misma que antes de la invasión islámica tenía el resto de España y la que tuvo después de su completa conquista iniciada por Fernando III de Castilla conocido como “El Santo” y culminada por los Reyes Católicos, la cual es la cultura judeo cristiana.

Cuando los árabes y bereberes invadieron la península ibérica, España ya era una nación con un consolidado componente racial hispano romano y visigodos desde la derogación por Leovigildo de una constitución de los emperadores romanos Valentiniano I y Valente, del año 370 o 373, que prohibía los matrimonios mixtos entre godos y romanos (lo que facilitó enormemente la fusión racial); una unidad política como Estado desde dicho rey y también una unidad cultural y religiosa basada primero en el cristianismo en sus diferentes ramas: arrianismo (principalmente entre los visigodos) y el catolicismo romano y por último en éste cuando tras la muerte de Leovigildo, su hijo Recaredo se convirtió al catolicismo y el 8 de mayo del año 589 el rey convocó el III Concilio de Toledo para proclamar la conversión del reino a esta religión. Todos quedaron como súbditos de Cristo.

Los matrimonios mixtos entre musulmanes fueron más residuales, siendo más frecuente entre estos el de varón musulmán con mujer cristiana que al contrario, ya que en estos casos el varón cristiano se tenía que convertir al islam y pasaba a ser un muladí al igual que todos aquellos cristianos que experimentaban tal conversión sin necesidad de matrimonio. Conversión que en algunos casos obedecía a sincera evolución espiritual (quizás los menos) y en la mayoría a intereses económicos y sociales y poder escapar así de la presión de todo tipo a la que se veían sometidos los cristianos.

Estos componentes racial y religioso (hispano-romano y godos católicos) son los que van a predominar en toda la España cristiana y en los territorios que los diferentes reinos cristianos en su avance hacia el sur van conquistando y que irán repoblando con españoles cristianos de los diversos territorios liberados ya del islam como ocurrió con la línea del Duero, que por el sur delimitaba la frontera entre Al-Ándalus y la España cristina.

Fernando III conquistó Córdoba en 1236, Jaén en 1246 y Sevilla (que pasó a llamarse Reino de Sevilla) entre 1247-1248 y en todos esos territorios más en los múltiples pueblos conquistados en dichas provincias, procedió a la expulsión de todos los musulmanes que huyeron al reino nazarí de Granada, de forma que toda la Andalucía occidental al quedar despoblada tuvo que ser repoblada con castellanos, gallegos, aragoneses, navarros y de otras regiones de España que ya traían su propia cultura y que no era otra que la cristiana.

Otro tanto ocurrió después de la conquista del reino de Granada, desde donde tras la toma de la ciudad por los Reyes Católicos se estima que salieron voluntariamente en dirección a África unos 50.000 musulmanes. Repoblaciones que tuvieron que realizarse no solo en la ciudad, sino en todo el reino como consecuencia del despoblamiento y dispersión por los diferentes territorios de la geografía española de los moriscos de las Alpujarras granadina y almeriense con motivo de las continuas revueltas de estos. Todos los asentamientos fueron realizados con gente procedentes de otras regiones de España e incluso de Europa Central, de ahí que en determinadas zonas de la provincia de Granada haya una numerosa población con ojos azules.

Si se hiciese el genotipado a la población española en general y a la andaluza en particular, probablemente nos llevaríamos la gran sorpresa de descubrir que quizás tengamos más sangre hebrea que árabe-bereber y eso es así por el tema de las conversiones de unos y otros grupos poblacionales. Un gran número de judíos aceptaron convertirse al cristianismo, los moriscos después del primer exilio voluntario fueron posteriormente expulsados en su práctica totalidad por diversas razones, entre otras las ya apuntadas de inestabilidad política y religiosa y permanente quintacolumnismo. Mario Javier Sabán, doctor en Filosofía y Antropología y presidente de la red cultura judía Tarbut Sefarad, fundada en Lleida, afirma que al menos el 25 por ciento de los españoles tienen orígenes judíos.

A propósito de la integración harto elocuentes son las palabras pronunciadas por Hassan II en una entrevista concedida el 16 de mayo de 1993 a la periodista francesa Anne Sinclair de la cadena de televisión TF1, donde dijo “que la integración en Francia de los musulmanes africanos y en particular la de los marroquíes que él lógicamente conocía bien no llegaría a nada; integrarse al cien por cien era imposible, sólo serian malos franceses y al final terminarían destruyendo la sociedad europea (en este caso la francesa)”.

En cuanto a la bandera andaluza resulta al menos chocante que para la también llamada arbonaida (tierra pequeña en árabe) Blas Infante, que la creó tal y como hoy la conocemos, adoptara los colores de unos puebles dominantes (árabes y bereberes) que sojuzgaron, humillaron y, en ocasiones, masacraron a los cristianos durante su presencia en la península ibérica.

"Ante tales acontecimientos los andaluces deberíamos preguntarnos si sabemos qué estamos celebrando"

La bandera fue aprobada en la Asamblea de Ronda en 1918, ondeó por primera vez el 23 de octubre de 1932 en el balcón de la Diputación Provincial de Sevilla, adquirió valor institucional al ser refrendado por el Estatuto de Autonomía de 1981 y se reguló su versión institucional en la Ley 3/1982, de 21 de diciembre.

Blas Infante argumenta que su diseño se lo sugirió una manifestación reivindicativa de mujeres de Casares que portaban como símbolo una bandera verde y blanca en dos franjas horizontales y reconoce que dicha visión justificó la elección de tales colores para la bandera atendiendo a varias referencias históricas sobre su uso en Andalucía. Señaló que el estandarte de la dinastía andalusí de los Omeyas era de color verde, símbolo de la esperanza y la paz de los pueblos, y el blanco, símbolo del perdón entre los Almohades y de la paz y que ya en el año 1051 y según un poema de Abu Asbag una bandera blanca y verde ondeó en la alcazaba del rey Al-Mutasin de Almería, y en los estandartes musulmanes en la batalla de Alarcos que se libró en 1195 entre las huestes cristianas de Alfonso VIII de Castilla y las almohades de Abu Ya'qub Yusuf Al-Mansur (Yusuf II). También fue el color de la bandera enarbolada por el ya citado Tair Al-Hörr como señal de su alianza con el Duque de Medina Sidonia en la rebelión de 1641. En 1642 se adoptó ya la arbonaida en forma muy parecida a la actual.

Carlos Cano cantaba el origen bereber de la bandera en una poesía al estilo de las casidas árabes que en una de sus estrofas decía “por ver si cuando el tiempo de mies la luz del pensamiento diera flor y el pueblo recobrara su color verde y blanco de origen bereber”.

Por cierto, también el negro es color del islam. Este color figuró en los estandartes de los almorávides y hoy es uno de los que componen la bandera de Extremadura en recuerdo del color usado en el estandarte de los reyes Aftásidas del reino de Badajoz.

La bandera andaluza en vez de llevar los indicados colores de los Omeyas, Almohades y Fatimies marroquíes, en puridad de rigor histórico debería haber adoptado los colores rojo y plata que eran los de Fernando III El Santo artífice de la Andalucía occidental cristiana tras la reconquista de estos territorios, labor que para el resto del territorio andaluz fueron completando sus descendientes.

El empecinamiento por parte de algunos políticos y colectivos en querer imponer para Andalucía una predominante supuesta herencia cultural e incluso genética árabe-bereber, no es sino el intento de perpetuar una gran falacia. Es indudable que aunque nuestro sustrato cultura y racial son fundamentalmente los ya antedichos judeo-cristiano e hispano-romano con elementos godos, respectivamente, los años de dominio árabe-bereber, sobre todo en Andalucía, tuvieron que dejar y de hecho dejaron su huella en los diferentes aspectos sociales (osmosis cultural), pero no hasta el punto de magnificarla concediéndole a su cultura un valor preponderante. Impusieron su cultura y su religión en los territorios conquistado, pero ni incluso en estos consiguieron acabar con el cristianismo (mozárabes).

Hay que relativizar esa influencia, ya que salvo huellas dejadas en algunos aspectos de la cocina y repostería, determinados y puntuales usos agrícolas, unas mil palabras incorporadas al castellano, arquitectura mudéjar, campo filosófico-científico que sí tuvo importancia, folklore, poesía (jarchas, casidas, etc) y de forma débil en la música, poco más podemos hablar de esa profunda herencia cultural islámica. Respecto de la influencia en la música Marçal Borotau en su obra “La música árabe y su influencia en la española” afirma que en el pueblo árabe existía prevención social honda contra los músicos, la cual se tradujo en prohibiciones y sanciones severas de la ley religiosa mahometana.

Por ejemplo, muy limitada es esa herencia en el campo del Derecho, en el que al margen del derecho romano que constituye la gran base del derecho occidental y sobre todo del continental europeo, tenemos una mayor influencia del derecho germánico que del islámico. Cuando los árabes y bereberes invadieron España apenas había transcurrido medio siglo de la publicación del “Liber Iudiciorum o Lex ghotica”. Código legal visigodo promulgado por Recesvinto en el año 654, corregido por Ervigio en el 681 y traducido después al romance en tiempos de Fernando III El Santo con el epígrafe conocido de Fuero Juzgo. Conjunto de normas y leyes que según los más competentes historiadores del derecho europeo es la obra más acabada de la legislación del período visigodo.

Según afirma Felipe Portocarrero Olave (doctor en Derecho Internacional Público y que fue embajador del Perú en España) en su obra “Influencia del Derecho musulmán en el Derecho español” (Lima 1938), esta influencia tuvo dos vertientes: la directa (derecho administrativo, patrimonial y municipal, organización administrativa y judicial, derecho de familia y privado patrimonial) que fue escasa y de poca importancia llegando a tener en el caso del derecho de familia nula incidencia, y la influencia indirecta en la formación del derecho público hispano, al menos de rechazo, que sí fue ciertamente preponderante.

España es la única tierra del mundo que habiendo sido conquistada y sometida en su día por el islam, consiguió librarse completamente de él. Todas las demás tierras ganadas en su día para el islam han seguido sometidas y conforman lo que hoy son los países musulmanes. Por eso la aspiración secular del islam es volver a someter a España porque así lo manda sus preceptos al decir que todo buen musulmán deberá hacer todo lo posible para que esa tierra vuelva al islam.

Mi cultura como español y andaluz es la judeo-cristiana y mi civilización la occidental (griega y romana) y por eso ni Blas Infante ni su bandera me representan. Por tanto, nada que celebrar.

Entradas recientes

La Marina Real marroquí intercepta una patera con 196 inmigrantes, entre ellos un cadáver

Una patrullera de la Marina Real marroquí interceptó este pasado sábado una patera en dificultades…

21/07/2024

Sobre la transmisión de concesiones administrativas exenta de impuestos

Frente al criterio de la Agencia Tributaria de considerar que estas operaciones habituales en Ceuta…

21/07/2024

La identidad recuperada de Youness, el mecánico de Castillejos muerto en la frontera sur

La tumba 4859 del cementerio de Sidi Embarek tendrá un nombre. Al menos, ahora sí,…

21/07/2024

El truco viral para usar las tarjetas en el extranjero sin elevadas comisiones

La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha lanzado una advertencia importante para aquellos vecinos…

21/07/2024

Condenada por resistencia tras cruzar con pasteles por el Tarajal

El Juzgado de lo Penal número 2 de Ceuta ha condenado a una vecina de…

21/07/2024

La Autoridad Portuaria reforzará la protección marítima e infraestructuras

La Autoridad Portuaria de Ceuta (APC) contará con una empresa externa que se encargará de…

21/07/2024