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22 años buscando a Abselam

Abselam Mohamed Abdeselam desapareció en 1993 l Fue visto por última vez cuando iba a coger un barco a la península. Piden ayuda para dar con su paradero.

Los progenitores que sobreviven a un vástago pueden sentir que le fallaron porque su cometido era cuidar y proteger a sus descendientes. Mina Mohamed Hossain falleció a los 64 años con esa pena porque su hijo Abselam Mohamed Abdeselam, a quien unía un vínculo muy especial aunque quiso por igual a todos sus hijos, desapareció en 1993, cuando tenía 27 años.
Ahora, 22 años después, Nadia Mohamed Abdeselam, hermana del desaparecido, continúa la búsqueda en honor a su madre, quien movió tierra y cielo por dar con él, y porque siempre pensó que ella podía hacer más pese a las vicisitudes económicas. Facebook ha abierto una nueva ventana al rastreo de personas queridas en paradero desconocido y Nadia colgó el pasado fin de semana un escueto mensaje acompañado de la foto de Abselam: “No sé cómo no se me ocurrió antes pero, por favor, difundirlo. Es mi hermano, desapareció hace 22 años... No perdemos la esperanza. Te queremos hermano”. Una llamada que espera que flote en la sobreinformación que inunda las redes sociales y alguien pueda arrojar luz sobre su caso.
De momento, tuvo repercusión en internet y espera cualquier pista que pueda llevarla hasta él. “Si dios quiere, ahora rondaría los 55 años”, indicó Nadia, quien pidió a quien pueda tener alguna dato sobre su paradero –actual o anterior– que se ponga en contacto con este periódico o a través de Facebook.   
La madre del desaparecido acudió al mejor recurso de la década de los 90 para hallar a personas a las que se había perdido el rastro: el programa de Televisión Española Quién sabe dónde, del periodista Paco Lobatón. Al emitir la fotografía sin tener respuesta, el presentador  no pudo atenderlas en plató, aunque Nadia recuerda que Mina siempre hablaba del buen trato que recibió del equipo en Madrid, donde se desplazaron.
Esta “espina” que la familia tiene “clavada” pese al tiempo transcurrido lleva a la familia, desde hace más de dos décadas, a interesarse por posibles novedades en la Jefatura Superior de la Policía Nacional donde, indicó, interpusieron la correspondiente denuncia al ausentarse del domicilio familiar semanas más tarde. Abselam frecuentaba Marruecos y la península porque le invitaban amigos, tanto del servicio militar como de la ciudad autónoma, pero eran “viajes cortos”.
La última vez que le vieron fue en 1993. “Comentó a mi madre que iba a pasar unos días con unos amigos a la península”, recuperó Nadia de entre sus recuerdos. “Se fue a comprar los billetes, que nosotros los vimos porque ese día yo estaba en la casa”, fue reconstruyendo la ceutí; “se puso el macuto de ropa a la espalda, le dio un beso a nuestra madre y le dijo que la llamaría”. Desde entonces nunca volvieron a saber nada más de él.  
“Era muy cariñoso con mi madre: siempre dándole abrazos, besos... Le decía: ‘mama, cuando tenga dinero, te voy a comprar una casa’. Tenían algo tan especial que mi madre pensó que era muy raro que no la llamara en dos días”, rememoró su hermana. Sus hijos trataron de convencerla de que se estaría divirtiendo y que pronto llamaría. “No, algo pasa”, les replicaba su madre; “él me llama siempre para decirme te quiero”.
Mina acudió a preguntar a los amigos con los que, pensaba, se había marchado pero, señaló su hija, “ellos estaban en el barrio y nunca supimos con quien se iba”. Tal y como relató, “Abselam tenía tantas amistades que, aún hoy, le recuerdan”. Muchos de los mensajes que Nadia recibe en Facebook son de personas que conocieron a Abselam. “Era una persona muy popular y todos hablaban maravillas de él”, recordó Nadia, que por aquel entonces vivían en la conocida como Plaza de Toros, en Hadú.
Mientras atravesaban el dolor de la pérdida, unos conocidos aseguraron haberle visto como trabajador en la Feria de Málaga, donde su padre –Mohamed Abdeselam Hicho– acudió sin éxito. “Incluso una vecina, que vive en la península, dijo que habló con él pero tampoco”, puso como otro ejemplo de pista que recabaron en estos años. Sin embargo, “no nos llegaba el dinero para ir a todos sitios”, lamentó quien encabeza la búsqueda en la actualidad.
Nadia negó que Abselam pudiese tener algún enemigo. “En estos años hemos pensado de todo: un desencuentro con alguien; que estuvo en el sitio equivocado en el momento inadecuado; se casó y se marchó o bien perdió la memoria de un golpe”, confesó esta mujer.  Si él leyese estas líneas, a Nadia le gustaría que su hermano supiera que tiene las “puertas y el corazón abiertos, transmitirle todo el cariño que mi madre nos dio siempre porque, aunque han pasado tantos años, su huella es difícil de borrar porque ha sido un gran hijo y un gran hermano”.

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