Parece tan lejana ya la época dorada de Hollywood, allá por la década de los 50 del siglo pasado, que igualmente también parece una locura que hablemos de la actualidad cuando mencionemos a una integrante de aquella vida glamurosa que trabajó con Alfred Hitchcock, Elia Kazán, Marlon Brando o Cary Grant. Suena casi a broma, “amazing”, que diría un mitómano en su Estados Unidos natal, pero Eve Marie Saint (Newark, Nueva Jersey, 4 de julio de 1924) está vivita y coleando, y ha cumplido recientemente nada menos que un siglo de vida.
Se trata de una auténtica leyenda más allá de su papel en Con la muerte en los talones, probablemente una de las cintas más redondas que se hayan filmado y debilidad personal de quien suscribe. Recordemos que, además de la citada joya de Hitchcock que protagonizó en su papel de femme fatale con la réplica de Cary Grant (Saint es una de las tres musas del realizador británico que quedan vivas, junto a Tippi Hedren, de 94 años, y Kim Novak, de 91), ganó un Oscar a la mejor actriz de reparto por La ley del silencio, en la que trabajó junto a Marlon Brando, que también acompañó a Paul Newman en Éxodo y que fue la tercera pata del banco junto a Elizabeth Taylor y Montgomery Clift en El árbol de la vida. Hablando precisamente del significado en la cultura china del título de esta última película, Saint, que parece tener ese secreto para la vida eterna, curiosamente, no quería en sus inicios dedicarse a la interpretación; de joven, deseaba convertirse en maestra. De hecho, estaba estudiando educación cuando un profesor de teatro le sugirió que hiciera una prueba para una obra. Consiguió el papel y le gustó tanto la experiencia que decidió cambiar su especialización a drama. Y el resto es historia del cine.
Tuvo unos comienzos difíciles, y se curtió entre rechazos, hasta que llegó su primera película, precisamente La ley del silencio, que le supuso ya no bajarse de la cresta de la ola en el resto de su trayectoria, ya con un Oscar en su poder.
No obstante, no fue su trayectoria profesional como la de otras, y priorizó la vida familiar en detrimento de una mayor repercusión mediática. Durante la segunda mitad de la década de los 50, Eva Marie Saint era un nombre en boca de todos, pero muchos se preguntan por qué no se hizo aún más famosa después. Fue una decisión propia, pues rechazó muchos papeles en películas para priorizar a su familia. Cuando su agente le advirtió del hecho de que “nunca sería una superestrella si no trabajaba más”, ella simplemente respondió: “Supongo que no quiero ser una superestrella”.
Pues la superestrella, al final sí que lo fue, cumple ahora cien añitos de nada, y es una ventana abierta y viva al cine de otra época que ya nunca volverá, una época en la que el negocio de contar historias era del material con el que se construyen los sueños.
“No me siento como si tuviera 100 años. Sigo saliendo a caminar al aire libre, viendo béisbol, especialmente a los Dodgers de Los Ángeles, y disfruto del tiempo con mi familia y amigos. Una buena vida”, explicaba a un periodista, añadiendo que iba a celebrar su centenario por todo lo alto. Esa es la actitud, sin duda alguna. “Estoy deseando pasar mi cumpleaños número 100 en Los Ángeles, con mi querida familia. Cuatro generaciones de familiares de Los Ángeles, Chicago, Santa Bárbara y San Francisco se reunirán conmigo”. Dicho y hecho. Muchas felicidades al mito dorado de cabello dorado.