Rrecuerdo bien el día que me encontré por vez primera con Sergio Aguilera, fue en un campeonato de España de infantiles que celebramos en nuestro Club Natación Caballa. Estaba recién llegado a Ceuta y empezaba a sopesar la posibilidad de quedarse aquí para trabajar con nosotros en la siempre ilusionante aventura deportiva del waterpolo. Aquel, fue un partido de nervios contra un equipo de la península que terminamos por ganar, se vivieron momentos de tensión y gran intensidad hasta el final. A Sergio, me lo presentó mi querido Miguel Ríos, más tarde congeniamos muy bien, y pronto me incorporó a su proyecto en el lugar que creyó conveniente ayudando en la formación humana y deportiva de los porteros del club. Supongo que al venir de Madrid ya notó que Ceuta era un poco, o mejor bastante, como el pueblo de los irreductibles galos creados por los geniales Goscinny y Uderzo. Tozudos, pendencieros y con capacidad para resistir lo que haga falta, no en vano somos una ciudad de frontera, bien acostumbrada a enfrentar situaciones de asedio a lo largo de los siglos. El grupo de amigos waterpolistas que nos propusimos mantener viva la llama de nuestro deporte en Ceuta, ya habíamos conseguido algunos logros en las categorías inferiores, con más corazón que conocimientos y poco tiempo para llevar a cabo el proyecto. Con Sergio al frente del timón comenzaron a llegar los éxitos deportivos en categorías, mientras el estridente grito de pasión de nuestro amigo se escuchaba por toda la piscina. No cesaba de corregir esta o aquella maniobra mal hecha en las largas sesiones de entrenamiento, estábamos transitando de una forma anticuada de entender el waterpolo a otra moderna poniendo al día las estrategias de ataque y defensa. Todo esto puedo decir con orgullo: he gozado mucho trabajando desde mi modesto puesto con Aguilera como director de orquesta. Al igual que con tantos otros compañeros que por diversos motivos ya no se encuentran trabajando con nosotros en el Club. Llevo ese grito de Aguilera dentro de mí, es símbolo de un león deportivo que entusiasmaba por su perpetuo optimismo y valor frente a las adversidades de un deporte de minorías. Unos cuantos porteros valiosos sacamos a la luz gracias a su buen hacer, y su mejor dejar hacer a los demás, sin ir más lejos recuperaremos a uno pronto para la flamante división de honor que inaugura otra etapa histórica de nuestro CNC.
Sin embargo, la tradición y la solera dejan su poso, y en el CNC se ha conservado relanzando su mensaje con una maravillosa modernización profesional que ha venido de la mano de Sergio Aguilera, una gran mente para el waterpolo de competición con un corazón rugiente, una capacidad de trabajo admirable y muy buenos contactos de su paso como técnico en equipos nacionales. Desde el punto de vista del juego ha supuesto una revolución que nos ha impulsado primero a la primera división y recientemente a la división de honor, última parada para nuestro equipo absoluto. Buen material humano tenemos en nuestra marinera ciudad, ahí están los excelentes hermanos Molina, el más Joven, Francisco continua jugando, Vicente Matoso junior y la brillante Lorena Miranda son también admirables ejemplos de éxitos deportivos. Todos ellos, y muchos otros que no tendría tiempo de enumerar, son auténticas glorias deportivas de nuestro club y de Ceuta.
Como en todas las actividades físico-deportivas de equipo que se precien, la consecución del éxito y la victoria frente al adversario es parte de la educación de los deportistas. Sin embargo, el éxito es algo que se persigue como parte de un proceso de progreso mental no como una meta o finalidad obsesiva. Lo importante continúa siendo la cultura del esfuerzo, el compañerismo, la abnegación y el sacrificio; créanme, en las batallas deportivas se cimentan alianzas que duran toda la vida y si el resto de las circunstancias vitales no lo impiden se forjan hombres y mujeres de elevado nivel ético que guardaran fidelidad entre ellos y con sus iguales durante el resto de sus vidas. El esfuerzo físico en grupo genera crecimiento psicológico, impulsa la empatía y ayuda al desarrollo de seres humanos completos, sanos y equilibrados; intentar conseguir estas finalidades es lo que se intenta conseguir día a día en nuestras instalaciones deportivas, y en eso Sergio es también un campeón. Muchos padres y madres así lo han entendido y nos prestan unas horas a sus hijos para que podamos trabajar con ellos. Ser personas motrizmente inteligentes no es algo baladí sino que forma parte de nuestra naturaleza y crecimiento integral. Desarrollar nuestra capacidad de movimiento, a la que la mayor parte de nuestro cerebro está consagrada, es una de las fuentes de la plenitud vital, por ello y por otras muchas y profundas razones, el movimiento coordinado y la acción conjunta para lograr metas colectivas genera un considerable caudal de felicidad a todo ser humano.
Con una visión sobrenatural a la que no deseo renunciar, observando a Sergio me he estado preguntado calladamente como hace Dios para crear un Alma, nuestro verdadero ser y lo que anima al cuerpo físico hasta el final de la vida terrenal. No hay dos cosas iguales en este universo tan bello como paradójico, yo que me dedico profesionalmente a la diversidad biológica les aseguro que siempre encuentro diferencias entre individuos de la misma especie, esto podríamos decir que es una ley natural. En el caso de las almas ocurre también lo mismo, por lo que se deduce que la misma ley natural impera en el mundo sobrenatural. Me imagino al creador pintando cada alma como en un cuadro precioso. El cuadro del ánima de Sergio tendría colores fuertes de pasión por la vida que acrecienta la entrega y el trabajo bien hecho, pero también otros suaves, de acuarela, para perfilar su ternura y tacto al tratar a los demás, no faltarían los verdes de esperanza en el futuro y confianza en la victoria, con nuestro amigo el Señor hizo una buena pintura al hacerlo vehículo de paz, amor y reconciliación entre las personas sin perder un ápice de su nobleza, valentía y arrojo al afrontar las batallas deportivas. Sergio camina con la luz y es bueno que sus amigos so lo digamos en estos momentos de cambios decisivos en su vida. La vida es movimiento y progreso, todo lo demás es conformismo y muerte lenta aunque se continue respirando. No hay nadie imprescindible en esta vida, ni proyecto eterno, pero todos perderemos algo si Sergio se va de nuestras vidas. Si tiene que ser así, lo aceptamos de buen grado, tenemos plena confianza que será para beneficio de nuestro querido amigo. Pero tenemos también el derecho a soñar con la posibilidad de que se pueda quedar en el club de nuestros amores de otra manera y no se desvincule del todo y consiga reponerse de tanto esfuerzo continuado, se puede morir también de éxito y eso creo que le ha sucedido un poco al bien amado Aguilera. De todos modos, si se marcha definitivamente de nuestra ciudad no lo hará de ninguna manera de nuestros corazones, donde tendrá un rincón al que poder volver a recrearnos con él en las piscinas de la imaginación.