Hay formas y formas de entender la solidaridad, tal vez hay quien la entiende sólo a miles de kilómetros y únicamente la aplica cuando un terremoto asola un país y millones de personas se quedan sin un techo sobre su cabeza o un tsunami nos deja en la retina terribles imágenes que se olvidan minutos después de haber hecho el tranquilizador ingreso bancario. Tal vez esa solidaridad sea más reconfortante pero para una familia con un pequeño que no sólo le queda la desgracia de haberse quedado ciego, sino que ahora se enfrenta a una casi segura muerte si las administraciones no reaccionan a tiempo, esa es la solidaridad que cada vez menos se aplica. Los políticos quizá quedan mejor enviando ingentes ayudas humanitarias ante terribles tragedias naturales, pero hay pequeños problemas que a unas cuantas personas también les duelen y mucho y también sufren y lloran. Ante ellos también cabe una pequeña gota de solidaridad.