Viene gente avergonzada porque no llega a final de mes”. Esto es lo que nos cuenta Cruz Roja, que ayer hizo un llamamiento urgente para recoger alimentos porque desde mayo han repartido hasta cinco toneladas y ya no les queda más comida. La gente necesitada sigue llamando a su puerta, como llama a la de las entidades sociales, al Banco de Alimentos, porque, sencillamente, no tienen para comer. La noticia ha caído como un jarro de agua fría, sobre todo cuando la misma se incluye en un periódico en el que se mezclan las quejas de los guardias por la movida de los pabellones, las protestas de los policías locales porque no llegan a un acuerdo con la Ciudad o los anuncios de los actos festivos y lúdicos para ese Día de Ceuta que se han sacado de la manga (¿desde cuándo la muestra de cine ola marcha senderista tienen que ver con la autonomía? La verdad es que ese cajón de sastre de actos preparados no producen más que risa).
A una le da vergüenza ver que con la que está cayendo todavía haya quienes se estén peleando por cuestiones irrisorias. O peor aún, que se estén peleando para seguir con sus privilegios pensando que aquí vivimos en una burbuja protegida de la crisis y el rescate que tenemos a la vuelta de la esquina. Realmente no lo entiendo.
Las instituciones públicas nos hicieron creer que la crisis se iba a quedar aparcada en Algeciras. Con esa pantomima de las especificidades se pensaban que aquí nunca llegaría. La empresa privada dio la voz de alarma y ahora, cuando la esfera pública se ve obligada a sacar la tijera, es cuando nos llevamos las manos a la cabeza.
Esa Ceuta del bienestar, de los intocables, del ‘aquí estamos a salvo’ choca con la torta que nos ha dado Cruz Roja, recordándonos que hay gente que no tiene ni para comer mientras otros viven encerrados en el fraude, alquilando bajo manga VPO, vendiendo humo, protegiendo a los suyos con el dinero de todos. Cruz Roja hace un llamamiento urgente. Recapacitemos.