Zurdos

La actual campaña de las Elecciones al Parlamento Europeo debería utilizarse como caso paradigmático en las Facultades de Ciencias Políticas, independientemente de los resultados a los que se llegue. Lo digo porque son un perfecto ejemplo de lo que en otro artículo titulé “La profesionalización de las campañas electorales”. Lo más novedoso ha sido la utilización de algunos de los lemas que la derecha y extrema derecha usaban para hacer daño a la izquierda, dándoles la vuelta para usarlos en beneficio propio y, de paso, que provocaran un efecto búmeran.

Lo que entonces mantenía, siguiendo los manuales de técnicas electorales, era que el ciudadano vota por expectativas. Por esto, cuando se es capaz de hacer ver a la gente que tienes alguna clave de futuro, te votan. Es decir, las elecciones son sobre el futuro. Esta era la primera hipótesis de trabajo.

En la presente campaña, los partidos de la izquierda han cumplido a rajatabla esta primera regla. Por eso se ha incidido en apostar por los derechos sociales y la justicia social como forma de hacer más Europa. También por la defensa del feminismo, la diversidad sexual, la ecología y los Derechos Humanos. Y finalmente por una Europa democrática y unida.

Pero también, como segunda hipótesis, se hacían otras afirmaciones, no por obvias, menos importantes. El ciudadano es el que decide. Es el protagonista y espera que hables de él, de su vida y de sus problemas. Esto significa que las elecciones son sobre la gente, no sobre los partidos, ni sobre las virtudes de los candidatos.

En este sentido los partidos de la extrema derecha y la derecha extrema han patinado como nunca. Se han dedicado a propagar bulos y mentiras. También a atacar al adversario, usando para ello a sus seres más queridos. No han dudado en usar la judicatura y las instituciones para plantear una especie de plebiscito contra el presidente legítimo de todos los españoles. Hasta concentraciones para rezar rosarios contra la amnistía en las puertas de la sede central socialista, como si de estos rezos dependiera el desarrollo de una ley aprobada democráticamente por el Parlamento español.

Como tercera hipótesis se sostenía que el tema de la campaña es la vida de la gente, no las encuestas. Las ofertas han de ser relevantes para los electores. Por tanto, las estrategias son para aplicarlas, no para enunciarlas. Aquí, nuevamente la izquierda ha ganado por goleada a la derecha. No solo han mostrado un balance realmente brillante de la situación económica y del empleo y el desempleo en nuestro país. Han ido más allá y han prometido bajar la jornada laboral, o regular el precio de los pisos de alquiler, o también legislar sobre el problema de los alquileres turísticos y sus nefastas consecuencias para los barrios y ciudades históricas y la vida de sus gentes.

Los resultados de las distintas prospecciones electorales han ido mostrando una evolución muy positiva para los partidos de izquierda, frente a una bajada espectacular de la intención de voto para los líderes de la derecha. Como ya nos advertía el presidente Sánchez en su última carta dirigida a la ciudadanía tras el “extraño” comportamiento del Juez Juan Carlos Peinado citando como investigada a su esposa Begoña Gómez para el 5 de julio, en plena campaña electoral, en estos días se está leyendo y escuchando mucho más ruido y aún más furia en tabloides digitales nacidos para propagar bulos y también a los señores líderes de la extrema derecha y la derecha extrema, rasgándose las vestiduras y pidiendo la convocatoria de nuevas elecciones generales.

Como explicaba en un reciente artículo titulado “Ruido negro”, aunque los procesos estadísticos denominados de “ruido blanco”, son aleatorios y dependen del azar, en los que sus valores para distintos momentos del tiempo no guardan correlación entre ellos, en la situación actual, que yo llamo de ruido negro, estos acontecimientos están perfectamente coordinados y dirigidos por los que no tienen nada nuevo que ofrecer.

Lo realmente novedoso y genial, ha sido usar esto en beneficio propio. A ello responden los lemas ¡Quien pueda votar, que vote!, ¡Para no retroceder con la derecha y ultraderecha!, ¡Más Europa!, o el de ¡Zurdos!, que el fascista Milei utiliza contra los ciudadanos de izquierdas.

Solo falta que todo esto se traduzca en las urnas en un voto de progreso.