Categorías: Sucesos y Seguridad

“Yo disparo, tú callas”

Los enfrentamientos entre individuos focalizados en el Príncipe caminan marcados por el miedo a hablar y la presentación de denuncias y testimonios falsos.

El jefe superior de la Policía Nacional, José Luis Torres, ha sido más claro que nunca. Los enfrentamientos armados en el Príncipe Alfonso son, a su juicio, provocados por el reparto del territorio entre dos o tres bandas que intentan hacerse dueñas del mercado. Esa aseveración del mando policial es la que prevalece en las investigaciones que, sobre los últimos tiroteos, está llevando a cabo el grupo policial de la UDYCO que ha sido elegido para centrarse en esta labor. Pero tras las palabras del jefe superior hay algo más: lo que piensa una barriada caracterizada por comportamientos rígidos. Unos comportamientos traducidos en la falta de colaboración policial, en la callada por respuesta cuando los policías buscan testigos de los hechos y en la presentación, a menudo, de testimonios falsos y denuncias basadas más en enfrentamientos entre grupos que en realidades. El “yo disparo, tú callas” impera en el Príncipe. Un barrio marcado por la violencia, el desarraigo, la fractura económica y el absentismo escolar que, ahora, intenta ser recuperado a duras penas por las instituciones sentadas, a la misma mesa, en la junta de seguridad.
La mayoría del barrio opta por callar ante una realidad que ha dejado a más de media docena de vecinos heridos por arma de fuego en menos de medio año.

LAS CLAVES

Armas
Existentes en el barrio

Uno de los problemas que en materia de seguridad marca al Príncipe se centra en la existencia de gran cantidad de armas susceptibles de estar en manos de quien quiere arreglar las cosas por la vía rápida. No es algo nuevo. En el año 2005 la UDYCO asestó uno de los golpes más importantes al encontrar un zulo plagado de armas en el interior de una vivienda del Príncipe. En el mismo se encontró un subfusil UZI, de fabricación israelí, además de varias pistolas procedentes, en su mayoría, del Ejército y que habrían sido robadas o compradas por las mafias. Aquel hallazgo dio buena cuenta del arsenal que puede encontrarse en esta barriada y en zonas cercanas. Y sirvió, además, para que la Policía supiera que, en cualquier momento, las cosas pueden volverse demasiado negras. Posteriores altercados con arma de fuego sirvieron para conocer el mercadeo habido con estas armas. Un menor de la barriada, ahora interno en Punta Blanca por otros delitos, pidió prestada una pistola a un delincuente del barrio para matar a un activista de IU. El político yace bajo tierra mientras que el autor de los disparos sigue protagonizando episodios delictivos. Obtener un arma fue tan sencillo como acudir a la vivienda en la que, sabía, se surtía de esta mercancía. El sistema funciona igual que antes. Sigue habiendo viviendas con zulos y zulos dispersos en zonas del campo exterior en el que se ocultan pistolas y armas más sofisticadas. De hecho la Guardia Civil ya ha decomisado en escasamente un mes tres pistolas que están siendo analizadas en la unidad de Sevilla para conocer de su presunta implicación en los últimos tiroteos.
Detenciones
Pobres por falta de pruebas

La UDYCO quiere caminar sobre seguro y no caer en detenciones que se basen en rumores o en testificales que luego se derrumben ante un tribunal. La experiencia más cercana de los errores cometidos sirve de escarmiento. Las detenciones de quienes fueron tildados como presuntos jefes de bandas mafiosas perpetradas en épocas pasadas sirvieron de poco ya que los distintos tribunales dejaron en libertad a todos los encausados por falta de pruebas. Es por ello que los resultados de las investigaciones abiertas por los últimos tiroteos puede que se obtengan en unos meses o quizá hasta en un año: el tiempo suficiente como para tener una base férrea que impida que los presuntos autores de los disparos queden en libertad. La falta de pruebas va en contra de la labor policial: chocan con la ausencia de testigos, a pesar de que los últimos tiroteos sucedieran a plena luz del día, y se estrellan con la nula colaboración de un barrio escarmentado por el miedo y el temor a quienes disponen de armamento para saldar deudas. La droga, asentada en el barrio, se entremezcla con los comportamientos radicales de quienes disparan. Al margen de los tiroteos los ajustes de cuentas pasan por la quema de negocios o vehículos particulares.
Reparto
Entre los enlaces

El mercado de la droga, trasladado al norte de Marruecos desde el éxito de la Operación Marinas, mantiene sus enlaces en la ciudad autónoma. Esos enlaces son los que intentan repartirse aquellos jóvenes que quieren hacerse con el pastel. Quienes ejercitan los disparos trabajan para quienes quieren ser los actuales amos del negocio.

Investigación sobre las armas en activo

La obtención de datos en el aire n Los exámenes que se están realizando a las armas intervenidas hasta la fecha podrán arrojar pistas sobre su uso en los últimos tiroteos. Además se tiene constancia de la existencia de más depósitos en los que se surte de material a quienes necesitan disponer de armas en el momento para saldar sus cuentas. Los disparos entre personas podrían estar relacionados entre sí, al menos es lo que sospecha la Policía. También investiga la creación de testimonios y coartadas falsas de algunas víctimas.

Objetivo: dejar marca, apuntar a la pierna

Todos iguales n  Los últimos tiroteos se están caracterizando por erigirse en llamadas de atención. Se busca marcar a las víctimas disparando a las piernas, un ejercicio típico de las bandas que se puso de manifiesto en los años noventa, cuando en Ceuta se registraron los picos más elevados de criminalidad. Los autores de estos tiroteos van encapuchados y con chilaba, según las testificales dadas por las víctimas. Aunque hay algo curioso: todas son curiosamente idénticas entre sí lo que levanta sospechas.

Una clara ausencia de denuncias

Lucha contra el miedo n Pretenden las fuerzas de seguridad que los vecinos colaboren a la hora de aportar datos. Algo imposible ya que son los propios vecinos los que evitan dar datos sobre lo que han visto al saberse desprotegidos de la acción policial. Las detenciones practicadas basadas en estas denuncias han durado poco puesto que los detenidos ya están en libertad con cargos pero prestos a conocer quién fue el que colaboró con las fuerzas de seguridad.

 

 

 

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