Para tratarse de la precuela de una saga (casi nada), uno podría esperarse que los orígenes de los mutantes más famosos del cómic y también del cine salieran bastante peor parados que en esta Primera generación que corre a cargo de Matthew Vaughn (Stardust, Kick-Ass), realizador británico bastante competente que da buen uso al enorme presupuesto de la empresa. La ambientación perfectamente sesentera nos enmarca a unos jóvenes Charles Xavier, positivamente impulsado por la personalidad de James McAvoy (El último rey de Escocia), y Erik Lehnsherr, alias Magneto en la atinada figura de Michael Fassbender, aunque se eche de menos a Ian McKellen; ambos son amigos y poco a poco se van haciendo conscientes de la obligada enemistad que se irá fraguando fruto de sus disparidades sobre la situación entre mutantes y humanos (qué sería de una película de los X-Men sin Magneto…). Sin contar nada realmente nuevo (la eterna lucha entre mutantes buenos y malos con temerosos humanos metiendo la zarpa en el asunto), la producción se rodea de personajes clásicos conocidos pero en su juventud, mezclados con algunos que no habían sido mostrados y otros nuevos, con algún retoque también aportado por las ideas de los últimos años en la sección mutante del universo Marvel, sello que ampara a la ya tetralogía. Y digo tetralogía porque no se trata de un empezar de nuevo, sino que, afortunadamente, cuenta con lo ya narrado por Bryan Singer, que en esta ocasión ejerce de productor, y enlaza las historias hasta el punto de que los guiños a las tres primeras en forma de cameos son varios y de calidad (especialmente un personaje célebre que hace una aparición sorpresiva que se torna de lo mejor de la cinta).
Si es cierto que esta oportunidad de disfrute frikero para los marvelitas y parte del extranjero no debe ser pasada por alto, es de justicia decir que en la parte negativa del resultado final hay que apuntar algún detalle: Kevin Bacon, que no resulta convincente de villano de turno, lo ridículo que queda ver en carne y hueso a Emma Frost casi en cueros por la helada Rusia y con un gorro de piel protegiendo su cabeza (se toma en serio eso de que por ahí se escapa el calor) o lo mal parada que sale la nueva Mística comparada con la de una Rebbeca Romijn que, por cierto, también tiene su cameo en esta entrega (premio para el que lo descubra).
Además, siempre me gusta advertir para que se molesten en perder o no el tiempo, ni sale Stan Lee (las de mutantes parecen ser el único territorio que no se presta a su aparición estelar), ni hay sorpresa final tras los créditos, así que si no son muy de tragar letras, hagan como Rondador Nocturno y "¡Bamf!", telepórtense sin miedo fuera de la sala.
Puntuación: 6
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