La sociedad pública Obimasa, dependiente de la Consejería de Medio Ambiente y Sostenibilidad, mediante encomienda de gestión a la empresa Tragsatec, ha celebrado el primero de los sucesivos talleres de participación pública sobre los trabajos de redacción de los planes de gestión de los Espacios Protegidos incluidos en la Red Natura 2000 existentes en Ceuta.
Francisco Javier Martínez, biólogo de Obimasa, adelantó que habilitarán una página web en la que colgarán los sucesivos borradores de los capítulos que podrán ser consultados, formular propuestas y detectar errores por parte de las asociaciones, entidades sociales, culturales y deportivas, organismos públicos o partidos políticos. “Se va a aportar juntando todos los intereses que confluyen en este espacio”, resaltó Martínez, que incumbe a las zonas de Calamocarro-Benzú y la Zona Marítimo Terrestre del Monte Hacho. Para el biólogo, “es muy importante que vaya complementado con una participación pública entendida en sentido amplio y generoso”.
En ningún caso se tratará de una plataforma restringida a determinados usuarios, precisó el biólogo de Obimasa, sino que será de “acceso libre y público” a fin de que cualquier ciudadano pueda examinar el mismo contenido que el resto de entidades. Este sitio en internet dispondrá de un formulario de contacto para escribir un correo electrónico a través del cual remitir observaciones, ideas, propuestas, sugerencias, reclamaciones. Sin perjuicio del calendario de reuniones que ya abordaron en el primer taller celebrado en las instalaciones de Obimasa.
En definitiva, el producto del trabajo realizado sobre los planes de gestión de la Red Natura 2000 se pondrá a disposición del público y, fruto de esas interacciones, Obimasa y Tragsatec obtendrán el producto final allá por noviembre o diciembre de 2018. Su aprobación corresponderá a quienes tengan la responsabilidad de dar firmeza a ese documento técnico y adopta las decisiones pertinentes.
Como la administración ha sobrepasado los plazos que establecía la directiva europea acerca de estos planes de gestión, las autoridades comunitarias han abierto un procedimiento de infracción a los estados miembros –y regiones– que han incumplido parte o la totalidad de los mismos, que llevo aparejados unas sanciones que no son firmes. “La Ciudad también tenía la necesidad de hacer estos planes pero no en un horizonte temporal indefinido, había que darse cierta prisa”, explicó el biólogo de Obimasa.
Martínez puntualizó que gran parte de estas obligaciones y medidas ya se vienen desarrollando en Ceuta, pero no bajo la forma ordenada de un plan, como es el caso de las actuaciones de conservación. Sin embargo, la directiva y la ley nacional contienen disposiciones generales aplicables a todo el territorio, las cuales, con el plan de gestión, se harán más específicas a la realidad y necesidad que tienen los espacios protegidos en la ciudad.
La elaboración de estos planes o instrumentos de gestión incluirán los objetivos de conservación de los hábitats y de las especies que hayan motivado la designación. Como diferenció el biólogo de Obimasa, Javier Martínez, las medidas de conservación pueden ser de dos tipos: activas, que implican la movilización de recursos; y pasivas o preventivas.
Dentro del primer grupo se encuadran la repoblación de especies vegetales para mejorar la protección de este matorral o formación boscosa. En el ámbito terrestre, consiste en el establecimiento de medidas de prevención de incendios forestales por el efecto negativo que tiene sobre la vegetación y la fauna que allí habita, como puede ser la tortuga mora o el camaleón, con una limitada capacidad de desplazamiento ante las llamas.
Otro problema es la erradicación de especies exóticas, aquella alóctonas que se introdujeron de forma accidental o intencionada, porque ocupan el espacio o causan efectos sobre las comunidades autóctonas. En el medio marino su manejo es más complicado pero, aún así, en el borde marítimo puede evitarse la presencia de hidrocarburos mediante su retirada, por ejemplo.
Asimismo, se pueden evitar fuentes de contaminación difusa. En cuanto al segundo grupo de medidas de conservación, las pasivas, Martínez las encuadró sobre todo a la regulación normativa en ámbitos como pueden ser la pesca recreativa, el fondeo de embarcaciones y el buceo recreativo que puede alterar sustancialmente las comunidades que existen en cuevas que son muy sensibles.
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