Opinión

A vueltas con la frontera

Parece como si los problemas relacionados con la frontera tuviesen tendencia a crecer en proporción geométrica. Todas las esperanzas que estaban puestas en la apertura del puente “Tarajal II”, han resultado un auténtico fiasco, pues desde el momento en que comenzó a ser utilizado no han cesado de crecer los conflictos. Inocente de mi, creí que iba a seguir siendo utilizado el “puente del Biutz”, uno para la entrada y el otro para la salida de los porteadores, pero –según ha demostrado la realidad- eso no era lo que estaba previsto, quizás por la falta de personal a la hora de duplicarlo, quizás porque en las fronteras mandan dos países soberanos, lo que supone que, a veces, aquello que uno quisiera no llega a hacerse porque al otro no le agrada, sin que exista modo de obligarlo. La verdad es que nuestras autoridades –la gubernativa y la autonómica- están teniendo que bregar en este aspecto con una casi interminable serie de problemas, algunos ya antiguos y otros que van apareciendo sin cesar. Basta enumerarlos, aunque es más que posible que olvide alguno, o que desde que esto escribo hasta que se publique aparezcan otros, lo cual, vista la experiencia, no sería nada extraño. Cito los siguientes: -El antes reseñado de la existencia de otro país que, desde el arroyo del Tarajal para allá, puede hacer lo que estime oportuno y considere más beneficioso para sus intereses, algo que es más que posible que esté llevando a cabo, para, por ejemplo, favorecer el tráfico de pasajeros y automóviles en el puerto “Tánger-Med” -El desmesurado crecimiento del número de habitantes de la provincia fronteriza de Tetuán, es decir, de aquellos que pueden entrar en Ceuta sin visado (lo que se logró para atender las fundadas solicitudes del comercio), con el consiguiente incremento en el número de vehículos que entran y salen. -La probada escasez de personal en materia de Seguridad, derivada de normas presupuestarias destinadas a la contención del gasto, que afecta de modo especial al número de agentes de la Policía Nacional, el cual, según un catálogo no revisado desde hace varios años, tendría que ser de 573, y es ahora de 487, es decir, 86 menos. En la Guardia Civil, cuando el catálogo, tampoco revisado, es de 615 plazas, solo faltan 15. Ante las necesidades actuales, sería necesario no solamente cubrir esas vacantes, sino incrementar las plazas de catálogo. -La creciente necesidad de vigilar, con estrictos controles, cualquier posible intento de penetración de terroristas en territorio español -La escasez de superficies capaces de concentrar vehículos en los momentos en que su aglomeración en la Carretera Nueva así lo requiera. Si se piensa en cualquier posibilidad, siempre habrá quejas vecinales. “Sí, que los reúnan, pero no aquí, porque… (colocar el pretexto correspondiente”) -La negativa repercusión de los problemas fronterizos en las ventas de los comercios, tanto de los Polígonos como de las grandes superficies y de los establecimientos céntricos, con las lógicas quejas, al la disminuir el número de compradores, sean simples porteadores o los llamados “turistas marroquíes”. -El lugar en el que deben situarse las colas de porteadores, pues si se hace dentro de los Polígonos, protestan los propietarios de las naves que se consideran dañados en sus intereses si la cola pasa por delante de ellas, o, en su caso, los padres y maestros del Colegio “Príncipe Felipe” o los facultativos del Centro de Salud del Tarajal. -La necesidad de dejar libre la carretera que sube al Hospital Universitario, tanto para las ambulancias como por otras razones también válidas desde el punto de vista de quienes se quejan. -La estrechez de la Carretera Nacional 352 (Ceuta-Frontera), que difícilmente podría ampliarse en algunos tramos, ocupando playas y expropiando edificios, ello aparte de la multiplicación de problemas que conllevaría la realización de las obras correspondientes. -Las lógicas peticiones de la Autoridad Portuaria, que, ante la competencia del Tánger-Med, ve decaer el tráfico de automóviles y pasajeros, y con ello, los ingresos por las correspondientes tarifas, básicas para el Puerto. -Las asimismo lógicas quejas de la Empresa Hadú-Almadraba, ante las pérdidas que le suponen los atascos en la N-352 -El hecho, innegable, del aumento progresivo de una población con raíces familiares en Marruecos, que gusta de pasar la frontera para reunirse con esos familiares y, de paso, para comprar y traer productos alimenticios más baratos. A esa parte de la población ceutí le agradaría pasar de España a Marruecos sin siquiera parar, simplemente saludando con un gesto a los policías de ambos países. Bueno, a esa parte de la población y a todos cuantos gustan de salir por carretera de Ceuta. -La necesidad de controlar a los llamados “coches patera”, muchos de ellos, como se ha demostrado, en un estado que podía representar serio peligro para su circulación por Ceuta. -El cierre del paso fronterizo de Benzú, que significaba un notable alivio de la presión que sufre la frontera del Tarajal, para lo que se necesitaría tanto la colaboración del país vecino como disponer del número de agentes necesario para el control de dicho paso. Estoy seguro de que, con esta lista, no he agotado el relato de los problemas fronterizos que tienen que afrontar tanto la Delegación del Gobierno como la Ciudad Autónoma. Sin duda, hay más, entre los que cabe citar las continuas críticas que, desde la oposición y desde los medios informativos locales, están soportando ambas administraciones, algo a lo que este diario contribuye, y no precisamente en menor medida. Cuando veo el complejo conjunto de problemas, por un lado, y por el otro las más que limitadas posibilidades existentes para hacerles frente, no puedo evitar que se me vengan a la mente esos artistas que se dedican a hacer malabarismos lanzando al aire cuantos más objetos mejor, pero hasta cierto punto, pues al tener que abarcar más de lo físicamente posible siempre habrá alguno por los suelos. ¡Qué difícil resulta gobernar, y qué fácil criticar! En este caso, pienso sinceramente que se está exigiendo mantener en el aire demasiadas cosas a la vez. Y “lo que no puede ser. no puede ser, y además es imposible”, como dijo aquel torero.

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