En todos los partidos nacen sectores críticos. Desde que en las formaciones el interés se puso por encima de las ideologías y los valores ocurren este tipo de situaciones. La reciente historia de Ceuta ha dejado episodios sangrantes en el PP y en el PSOE, con historias incluso de transfuguismo que han tenido repercusión nacional. En Vox, que había marejada no solo se sabía sino que también se dejó por escrito. Al menos se hizo en este periódico, que llegó a cuestionar hace meses la existencia de una crisis. Se dieron nombres y apellidos, precisamente los de los dos actuales diputados disidentes que en ese momento negaron que esa información fuera cierta. Ayer, sin sonrojo alguno, ambos reconocían no solo que el malestar se llevaba arrastrando desde hace meses sino que en su día, cuando se les preguntó, faltaron a la verdad. Ya, la tarjeta de presentación que tienen ante la opinión pública es como para ponerla en cuarentena. Donde dijeron digo ahora dicen diego, no sabremos cuándo están contando verdades o falsedades como lo hicieron en su día.
En su comparecencia ante los medios de comunicación se mostraron sorprendidos de la deriva que había tenido el partido, de determinados mensajes en redes sociales, de alusiones claras negativas hacia un sector de la sociedad caballa. Vox no ha cambiado un ápice su discurso. No lo ha hecho desde que estos dos ya exdiputados estaban en sus filas, en sus comienzos y presentación, cuando no se atisbaba crisis alguna y se difundían mensajes de contenido muy duro que, en cambio, no fueron replicados ni por Rodríguez ni por Vázquez. La campaña electoral de las penúltimas generales, con Rodríguez Valero de candidato al Congreso, fue todo un canto a la difusión de mensajes a cada cual más radical. A buena parte de la sociedad no sorprende ese discurso por eso una buena parte de la sociedad caballa no les votó.
Rodríguez y Vázquez tendrán sus razones para haber abandonado las filas de Vox pero el contenido de su comparecencia ante todos los medios fue un canto a un cúmulo de razonamientos sin sentido, un canto a lo caótico, complicado de entender.
La crisis abierta en el partido ha generado todo tipo de consideraciones entre las demás formaciones, que están en su legítimo derecho de aprovechar la situación para sacar partido del mal momento. Pero ninguno, ni tan siquiera Vox, han aclarado lo realmente clave y determinante: si los pantallazos con mensajes difundidos proceden de la propia Gestora del partido y si el nombre que firma cada uno de los mensajes -muchos de ellos sustentados en el odio y delictivos- es real o un montaje. Vox tuvo ayer la oportunidad de aclararlo y no lo hizo. Debería dar ese paso o denunciar si han existido montajes o calumnias. No se debe mirar hacia otro lado. Han pasado 24 horas y nadie ha confirmado ni negado lo sucedido en una Ceuta que no debe soportar esto.