Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?

«1 El señor es mi pastor, nada me falta. 2 En prados de hierba fresca me hace reposar, 3 me conduce junto a aguas tranquilas, y repone mis fuerzas. Me guía por la senda del bien, haciendo honor a su nombre. 4 Aunque pase por un valle tenebroso, ningún mal temeré; porque tú estás conmigo; tu vara y tu cayado me dan seguridad. 5 Me preparas un banquete enfrente de mis enemigos; y has ungido con perfume mi cabeza; y has llenado mi copa a rebosar. 6 Tu amor y tu bondad me acompañaran todos los días de mi vida. Y, habitaré en la casa del Señor por días sin término…»

Salmo de David

(El Señor es mi pastor)

Jesús es un ser de las estrellas, el Cristo cósmico que dijera el jesuita Teilhard de Chardin... No se halla sólo en tu corazón, ni en el mío, ni en el de los demás... Ni tampoco sólo se halla en una iglesia, o en los necesitados, o en los que lloran y sufren...

Jesús no tiene una ubicación concreta, pues se halla en todos los corazones de los hombres... Jesús representa la fascinación del ser humano por llegar a la plenitud en su desarrollo evolutivo como «criatura» de todo lo creado...

Jesús es un ser de amor en la totalidad del cosmos, que bajó a nuestro mundo a entregarnos un mensaje de un mayor entendimiento y de misericordia entre nosotros... En definitiva, Jesús, es la compasión hecha vida, que nos acerca al conocimiento y a la esencia de nuestra propia naturaleza, para elevarlas a un nuevo estadio donde puedan sentirse como propias las bienaventuranzas y el amor a los demás...

Jesús es quién nos llama para que nuestras almas se disuelvan en la suya por toda la eternidad... Sí, Jesús nos llama, y nos llama cada día: a la mañana, a la tarde, a la noche, como un rumor de una fuente clara que bajara de la montaña… Es verdad, Jesús nos llama -aun sin que lo sepamos- cada día, y espera paciente, amoroso, a que un día pronunciemos su nombre…

Pero acaso Jesús es un mago, un ser celestial, un hombre sabio, un profeta, acaso el mismo Dios como dicen algunos… La verdad, que al preguntarnos ¿Quién es Jesús?, no podemos dar una sola respuesta, porque las respuestas pueden ser muchas, según las consideraciones y las creencias de cada uno…

Tal vez la pregunta no sea: ¿quién es Jesús?; sino, ¿qué nos dice Jesús?, donde ahí, si tenemos la exegesis de todo el comportamiento metodológico del pensamiento cristiano durante dos milenios. Sin embargo, Jesús, no es sólo una ideología más o menos afortunada acerca del comportamiento de los hombres, con una creencia final en la salvación habitada en un lugar eterno.

Jesús, es algo más; `porque nos trasciende a un ideario ideológico, a una filosofía, a una forma determinada de pensamiento. Jesús no puede ceñirse sólo al plano del pensamiento; sino que hay que buscarlo en los campos donde crece como espigas de trigo la libertad, y donde habitan inagotables, generosos, los sentimientos. Y, ahí, en el mundo de los sentimientos, todos los que de alguna manera hemos sentido sus palabras y sus bienaventuranzas, podemos encontrarnos…

Todos buscamos a Dios, o en algún momento lo hemos buscado. Es una búsqueda larga y sinuosa, que a veces no tiene la recompensa de hallarlo. Y, continúas la búsqueda a pesar de la desesperanza que produce el no encontrarlo. Y, en esta desesperanza te allega la presencia de Jesús, un hombre que habla de Dios y de la misericordia de sus actos. Y, a algunos nos basta, no preguntamos más, porque Jesús como hombre nos representa y lo sentimos cercano. Es uno de los nuestros, no es un Dios que se halla por encima de todo y del bien y del mal, Porque es sencillamente un hombre que tiene miedo cuando en el huerto de Getsemaní, sabiendo que va a morir en una muerte terrible, en una cruz, le dice a su padre: «aparta de mí este cáliz tan amargo». Porque no quiere morir y tiene miedo. Luego se recupera, y afronta con valentía los días de pasión que le esperan… Pero Jesús ha tenido miedo, tanto que dice el evangelista Lucas que sudaba sangre**. Y ese rasgo, ese sentimiento de temor es lo que más le engrandece y le hace sentirse cercano a aquellos que como él, sentimos miedo: el miedo de no saber afrontar nuestros compromisos con sus proféticas palabras…

Y, este es el Jesús que buscamos; un hombre que supo dejarnos unas palabras llenas de bondad y compasión, y entregó su vida como la mejor muestra de su enseñanza. Un hombre como tú y como yo... Un hombre comprometido con la verdad y los abandonados de cada calle, de cada centro de acogida, de cada emigrante que rompe su cuerpo en la alambrada de una frontera o entre las olas de un naufragio, de cada necesitado que pide ayuda y su voz es un eco en el desierto…

Jesús es un ser de las estrellas -como apuntamos al principio-, así lo sentimos; y, así vive en aquellos de nosotros que amamos sus palabras como la mejor forma de sentir la esperanza en nuestros corazones de que un mundo mejor es posible….

(*) Mateo 16:13-16  La confesión de Pedro. (Mr. 8.27-30; Lc. 9.18-21)

13 Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo:

¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?

14 Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas.

15 Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?

16 Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.

Tomado de la Biblia (Reina Valera 1960 )

.(**) Lucas 22:39-46

22:39.- Y saliendo, se fue, como solía, al monte de los Olivos; y sus discípulos también le siguieron.

22:40.- Cuando llegó a aquel lugar, les dijo: Orad que no entréis en tentación.

22:41.- Y él se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró,

22:42.- diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.

22:43.- Y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle.

22:44.- Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.

22:45.- Cuando se levantó de la oración, y vino a sus discípulos, los halló durmiendo a causa de la tristeza;

22:46.- y les dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos, y orad para que no entréis en tentación.