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Vivir

Esta reivindicación que inicia aquí su andadura, lo hace en la certeza de que se acerca el final del camino. Se retuerce cuando sabe que agotó su fecha de caducidad y que la prescripción del delito le hizo un “driblinc” a sus anhelos. Sería discutible que un culpable no acudiera al juicio donde se dirimía su futuro y que un caso como este prescriba cuando, después de celebrado el juicio, se aportaron nuevas pruebas de suma importancia y que anulaba por si solo lo declarado anteriormente.
Tres años después de celebrado el juicio condenatorio para Paco Silva, donde fue culpado por imprudencia y sin posibilidad de defenderse, un jugador que viajaba en aquella caravana de vehículos con futbolistas en su interior, decidió firmar un poder notarial donde explicitaba:- (…) Que el día 26 de Abril de 1974, viajando en un vehículo matriculado en Ceuta, tuvimos un choque en el término municipal de Vélez-Rubio. Al entrar en una curva, nos encontramos con dos vehículos colisionados en el centro de la carretera. Nuestro coche patinó al frenar, chocando con la parte trasera del vehículo CE-2603-A, despidiendo a su conductor al que sacamos de los bajos del nuestro. Por ser más fácil trasladar este vehículo hacia el lado izquierdo de su marcha, a mano, se le retiró para dejar paso a la circulación. (…) De la veracidad de la versión oficial a la realidad del suceso, no se tuvo en cuenta que Paco Silva estaba impedido para acudir al citado juicio, especialmente porque sus lesiones no estaban consolidadas y no existía un dictamen del Equipo de valoración de incapacidades que completase sus limitaciones. Según consta en dicho poder, el conductor sacado de los bajos del vehículo era Paco Silva. Su coche se encontraba en el carril que le correspondía y fue trasladado al carril derecho. ¿Sería suficiente esta declaración ante notario para calificar este hecho como no juzgado?
Quien se maneja en la órbita de la maldad, desprecia el universo que vive en el rostro de una bella mujer. Debe ser más bonito el sendero que nos lleva a la libertad, oscuro pasadizo para quien no conoce que la verdad “solo tiene un camino”.
Aquellos días postrado en un hospital de Murcia, trece de ellos en estado de coma y posteriormente en el “Virgen del Rocío” de Sevilla, llegó a contabilizar la suma de doscientos cincuenta y nueve días, tiempo en el que el jugador, con unas lesiones claramente invalidantes, siempre contó con la compañía de su progenitor y por aquella maravillosa mujer que no se separó ni un instante: “Su madre”.
Declarada su incapacidad absoluta para su profesión vocacional, se solicitó a la Federación de fútbol el abono de un millón de pesetas que, por ley, le correspondía, así como el pago de una dieta acumulada por los días referenciados y en los que, su padre, no pudo atender el negocio que sustentaba a la familia.
En documento que obra en poder del futbolista, queda claramente especificado que se le abonan quinientas mil pesetas, desconociéndose el motivo que argumentaba el impago del otro medio millón restante. Pero más lamentable es saber que, de igual manera, el ente deportivo negó la dieta solicitada por su padre. No se consideró relevante el maquiavélico devenir y sus circunstancias, obviando el bien general de un órgano federativo que tenía como fin primordial, velar por la integridad física de los deportistas.
Actos de esta naturaleza no deben quedar dormidos en el cajón del olvido. Es posible que las personas de Ceuta y Cádiz, deban ser conocedores de cómo se maniató el procedimiento y cuales fueron sus características, que no por prescritos y caducos, dejan de ser tétricos, trágicos e inhumanos… hoy, que ya pasaron treinta y seis años.
Todos sabemos que la intensidad del dolor, ¡no se puede medir!, y que muchos casos similares pueblan nuestro planeta.
Francisco Silva López representa hoy el retrato de lo que es el abandono humano… pero a pesar de ello, nada ni nadie ha conseguido manchar su dignidad. Y aunque así se escribe la historia, esta es una vergüenza más de las que propone el fútbol de los maléficos. Quedaría mejor plasmar en un lienzo, un canto a la luna o un verso al sol, que haga que las conciencias despierten y nos envíe por el camino que tiene rumbo… que sea diferente, real y verdadero.
Encima de mi ordenador y junto a una camiseta del Real Madrid, al lado de mi corcho recordatorio, puedo contemplar y leer a diario las declaraciones de un padre angustiado a un periódico de tirada nacional, en el que expresa: “Mi hijo se salvará”. Aquel hijo, veinte años de edad, promesa del fútbol y después en estado de coma por pérdida de masa encefálica, era Francisco Silva López.

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