Más de 11.000 euros debe pagar nuestro Ayuntamiento (bueno, nosotros, el resto de ciudadanos que pagamos nuestros impuestos) a una ciudadana que se resbaló en la calle hace más de un año. ¿Lleva alguien la cuenta del dinero que se ha gastado ya nuestro Ayuntamiento, directa o indirectamente, por la ocurrencia de pavimentar el suelo de la zona centro con rocas ornamentales que tienen un inadecuado acabado superficial?.
Leyendo la noticia de ésta última condena a nuestro Ayuntamiento nos llaman la atención dos aspectos: el desprecio con el que nuestro Ayuntamiento trata a sus ciudadanos y la falta de cultura científico-técnica que posee la ciudadanía, en general, y nuestros políticos, en particular.
Pero, vayamos por partes (como las integrales). Según los datos estadísticos españoles: las caidas se han erigido en la causa principal de lesiones involuntarias en las salas de emergencia de los hospitales; el resbalamiento es la segunda causa de tetraplejía; cuatro de cada diez niños sufren accidentes por resbalamiento; más de sesenta mil personas sufren fracturas de cadera a consecuencia de un resbalamiento, y así, un largo etcétera.
Pese a ello, nuestro Ayuntamiento se empeñó (ya en 2004) en hacernos muy peligroso nuestro paseo por las calles del centro, debido a dos prácticas que demuestran mucha ignorancia (la alternativa sería decir mucha malicia): uso de materiales inadecuados para pavimentar las calles y derroche de agua las 24 horas del día.
Cuando se elige una roca natural para un suelo (roca ornamental en nuestro caso, porque se quiere que quede muy bonito, muy ornamentado), ésta debe cumplir, con el sentido común, y con las Normas existentes en el Código Técnico de la Edificación (CTE) y, en especial, con el Documento Básico de Seguridad de Utilización y Accesibilidad (DB-SUA), norma exigible para los suelos de edificios de distintos usos y zonas públicas con concurrencia. En éste Documento se introduce el concepto de Resbaladicidad (cuánto resbala una superfície) y se regula el nivel de Resbaladicidad aceptable de los suelos en diversos ámbitos de aplicación y, para ello, se utiliza el valor de Resistencia al Deslizamiento (Rd). La inclusión de la Resbaladicidad en el CTE se produjo con el objetivo de evitar que las superfícies pudieran suponer un riesgo para el usuario, a raíz de las negativas estadísticas sobre lesiones en caidas por resbalimientos.
Pues bien, cada roca ornamental, en función de su tipo de acabado superficial, posee un valor de resistencia al deslizamiento determinado, clasificándose los suelos en cuatro clases que, de menor a mayor resistencia, son: clase 0, clase 1, clase 2 y clase 3. Es importante mencionar que una misma roca puede pertenecer a distintas clases de suelos, según el tipo de acabado superficial que presente.
Las clases de suelos que más favorecen el deslizamiento (0 y1) las presentan las rocas con acabados superficiales PULIDO y APOMAZADO, indistintamente del tipo de roca que sea. En los suelos de nuestras calles cumplen con esta premisa las famosas “losetas verdes” (que NO son de mármol, sino una peridotita serpentinizada y, parciálmente, carbonatada), el travertino rojo, la caliza amarilla, la caliza beige, el mármol blanco y otras cuantas rocas más. El pulido es un tratamiento que proporciona una superfície brillante y plana, que resalta las características estéticas de la roca (la roca pulida es estéticamente más bonita), y el apomazado es igual pero sin el último tratamiento que le confiere el brillo. NINGUNO de los dos tipos de acabados se recomiendan para pavimentos exteriores. Es de suponer que los técnicos de nuestro Ayuntamiento relacionados con el tema deben de conocer esta circunstancia, igual que presuponemos la ignorancia de nuestros políticos al respecto pero, donde hay patrón no manda marinero.
Están todavía más desaconsejadas las rocas pulidas y apomazadas en suelos con inclinaciones mayores del 6% (la zona centro presenta muchísimas zonas con más del 6% de pendiente) y, todavía están mucho más desaconsajadas si el suelo está mojado.
Y aquí nos topamos con el derroche de agua dulce (no potable pero susceptible de ser potabilizada) que llevamos sufriendo en las calles (del centro) desde hace unos años. Ahora parece que sólo se pueden limpiar las calles baldeándolas y mojándolo todo las 24 horas del día, como si fuéramos una ciudad excedentaria en agua dulce. Lo que debería ser una medida puntual y localizada se ha convertido en algo generalizado, que provoca inseguridad para el viandante (del centro) a todas las horas del día. Este despilfarro, de un recurso natural tan escaso en la ciudad, no parece propio de la gestión de una Consejería que ahora tiene como rimbombante segundo apellido (el de su madre) Sostenibilidad.
Como tampoco parece muy sostenible que se rieguen las macetas de la ciudad de día, a pleno sol, porque ello supone un 8% (como mínimo) de gasto de agua más que si se regara al atardecer. Y, además, se contribuye a que el suelo de la calle permanezca durante más tiempo encharcado en agua, con el consiguiente peligro para la ciudadanía.
Pero no se preocupe, si usted se resbala y se cae en la calle puede pedir responsabilidades a nuestro Ayuntamiento, que le tratarán con todo el desprecio e indiferencia que puedan, no le contestarán a su reclamación, le ignorarán, y le obligarán a que contrate usted un abogado y pleitee en los juzgados. Pero, eso sí, si se cruza con alguno de nuestros políticos por la calle, igual le dan la mano o un abracito.
Aunque algo de remordimientos parece que existe en nuestro Ayuntamiento, porque, como muestra de su preocupación por los ciudadanos, ahora se gasta nuestro dinero en intentar (¿inutilmente?) que las rocas pulidas y apomazadas dejen de serlo. Lo que parece que no saben nuestros políticos, ni sus técnicos, es que las famosas “losetas verdes” poseen en su composición minerales del grupo de los asbestos (crisotilo, para ser más concretos) y que, al producirles microroturas superficiales en plena calle sin ningún tipo de protección, pueden estar liberando al aire partículas nada beneficiosas para nuestra salud.
Bueno, ahora se nos anuncia otra magnífica actuación estética en los alrededores de la plaza de África, ¡sálvese el que pueda!. CEUTA SÍ.
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