La presentación de un recurso de casación por parte de un abogado de nuestra ciudad ante el Tribunal Supremo, en relación con las viviendas militares y más en concreto por los problemas de herencias de las mismas, me hacen reflexionar en torno a estas casas que suponen una ventaja para un grupo social, tanto en Ceuta como en Melilla.
Hace ya muchos años que los militares destinados en las dos ciudades cuentan con ventajas que no tiene cualquier otro grupo de funcionarios del Estado y, desde luego, al resto de ciudadanos que pertenecen al conjunto de habitantes censados.
No hablamos del personal de tropa que debe buscarse las habichuelas para conseguir sus viviendas, ya sean solteros o casados. Ellos no cuentan con esas ventajas del resto del organigrama militar, desde abajo hasta el propio comandante general.
Si se fijan, nos encontramos que cualquier coronel de los distintos regimientos que son destinados a Ceuta y Melilla llegan con una ventaja esencial: tienen casa o lo que antes se denominaba pabellón. Pero un médico que solicite Ceuta o Melilla para realizar su actividad en el Hospital Universitario o en el Hospital Comarcal, por lo menos, hasta el momento, uno de los principales problemas con los que cuenta es el precio de alquiler, con lo cual suelen terminar marchándose hacia otra comunidad autónoma donde se encuentran con más facilidades.
Sin olvidar, desde luego, lo que se nos encontramos con los militares que pasan a segunda actividad y que no tiene dificultad para seguir en Ceuta y Melilla, porque la casa en un gran tanto por ciento sigue en sus manos a unos precios irrisorios. Hablamos, de una gran mayoría, no del cien por cien.
Ceuta y Melilla cuentan con un grupo importante de viviendas militares. Cuando se produjo la importante reducción del número de fuerzas a partir de la reforma de nuestro Ejército, el plantel de casas eran prácticamente el mismo con las que contamos hoy en día.
Que nadie busque en este artículo un ataque a las Fuerzas Armadas destinadas en Ceuta y Melilla, ni mucho menos, sino denunciar las ventajas que este grupo social tiene en relación con el resto de habitantes de las dos ciudades. El trabajo que desarrollan es encomiable, pero con unas ventajas que son criticables.
Ya no digamos la época en que las propias playas eran acotadas para que cada regimiento tuviera su zona absolutamente privada. Una auténtica vergüenza o que tengan hoy en día una rebaja en el precio de los barcos que no tienen los demás.
Con esas viviendas nada más que hace falta preguntar a sus ocupantes y te contarán el precio irrisorio que abonan, comparándolo con cualquier otro ceutí y melillense que necesita de una casa para vivir. Son unas diferencias de alquileres como para llevarse las manos a la cabeza.
No voy a entrar en la cuestión de las herencias de las mismas porque se resolverá en ese recurso de casación presentado ante el Tribunal Supremo. Es, por lo visto, un tema relacionado con estar adjudicadas antes o después del año 1999.
Ahora que hablamos la igualdad entre todos los españoles observamos las diferencias en determinado grupo sin que conozcamos las razones de ello.
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