Hace varios meses denunciaba la lucha de Khadija para conseguir que su marido, Salvador Moreno Izquierdo, fuera atendido por cuidados paliativos en los últimos meses de su vida. Salvador nunca disfrutó de esa atención porque le fue concedida el día que murió. Pueden pensar que tardaron mucho en solicitar el servicio, pero no fue así, lo que se demoró fue la concesión de la solicitud. Muchos meses de paciente espera para morir sin la atención que merecía.
La pasividad, la lenta tramitación administrativa o la falta de un claro acuerdo entre Adeslas y el Instituto Social de las Fuerzas Armadas (ISFAS), provocaron que Salvador no pudiera disfrutar de la atención que necesitaba. Y esto que denunciábamos sucedía en el mundo de las nuevas tecnologías, donde enviar un documento de un lugar a otro tarda un segundo. En lo que no se tarda un segundo es en solucionar los problemas a los ciudadanos.
Lo que Khadija no sabía es que su calvario y decepción con el funcionamiento de la administración no acababa con la muerte de Salvador, porque comenzaba un nuevo calvario: la tramitación de la Pensión de Viudedad, porque cuatro meses después del fallecimiento de su marido no ha cobrado un solo euro de la pensión que le corresponde. Pero no cobrar la pensión no significa que no tenga que pagar la hipoteca, que no tenga que pagar la luz, el agua, los gastos de comunidad, hacer la compra diaria y los intereses de demora, porque los bancos están deshumanizados, no entienden, ni quieren saber de las circunstancias de impagos, solo cobrar.
Pueden pensar que el problema de Khadija con su pensión es una causa especial, pero no lo es. Khadija y Salvador estaban casados legalmente y tienen un hijo. El inconveniente que surge tampoco es especial, porque el problema radica en que Salvador se divorció en 1985 y a su exmujer le correspondería o le puede corresponder una parte de la pensión, en torno al 10%, según parece. Pero esta circunstancia tampoco es especial, porque en España hay miles de personas divorciadas y esta vicisitud se habrá dado en multitud de ocasiones.
Nos parece impensable, mejor dicho, indignante, que la administración no tenga ninguna herramienta para anticipar a las personas parte de la pensión que les puede corresponder. Nadie ha pensado que dejar a una mujer sin recursos con un hijo a su cargo es, desde mi punto de vista, maltratar a una familia, porque después de tener que pasar por el trance de perder a su marido se ve obligada a recurrir a familiares y personas cercanas para sobrevivir, sobre todo porque la pensión de un guardia civil retirado no da como para ahorrar mucho.
Esta es la situación, la pesadilla que está sufriendo esta familia. Ahora comenzarán a decir que esto que denuncio no es cierto, porque ya ha pasado en más de una ocasión, pero como he dicho también en varias ocasiones jamás escribo lo que no puedo demostrar, porque como bien se sabe, eso de poner en evidencia a la administración se mira con lupa. En esa tranquilidad, de saber que lo que uno dice es totalmente cierto, escribo lo que me da la gana.
Lamentablemente ponerse en el lugar de los demás no es lo más común en una sociedad que está siendo adiestrada y educada para el individualismo, para que nos interesemos solo en nosotros y ganen los de siempre. Hoy, alguno dirá: ¡Qué injusticia!, pero solo eso, no es nuestro problema. Nos intentan adiestrar en que los sindicatos, ONG y las asociaciones son lo peor que existe, una pandilla de comilones y vagos; hay que quitarles las subvenciones, no sirven para nada. Ese es el discurso, pero gracias a Dios, siempre quedan tontos dispuestos a ayudar a los demás, aunque por desgracia, cada vez menos.
La semana que viene hablaré de los que ayudan.