Categorías: Opinión

Violencia

La espiral de violencia que se está produciendo en la ciudad es un hecho. No se trata de inseguridad subjetiva. Lo sabemos. Esa teoría solo la defienden quienes nos mandan y los jefazos policiales obsesionados con las estadísticas.

Tienen que vender el efecto contrario a la realidad porque si no se les derrumba el castillo de naipes que se han construido basado únicamente en éxitos, aunque sean ficticios, porque éxitos significan votos. Y los votos, como ayer me decía un buen amigo a las puertas de la mezquita de Sidi Embarek, cuestan ya demasiados. La muerte del joven Munir ha vuelto a escupirnos una realidad diabólica. Quien no quiera verlo es un insensato y de esos hay ya demasiados en este pueblo. La situación de delincuencia avanza, hay armas, hay delitos cada vez más violentos y hay una brecha cada vez más evidente entre quienes, de forma torpe, consideran que estas situaciones dramáticas solo les afectan a unos pocos. No es así.
Si queremos buscar soluciones, primero tendremos que quitarnos las caretas. Aquí no se trata de territorios, ni de conclusiones erráticas como decir que matan o disparan solo a los que están metidos en problemas, acusar a todo un barrio de estar en contra de la Policía porque unos cuantos acorralan o apedrean a los policías o echarles en cara que no colaboran. Esas conclusiones estarán bien para las redes sociales o para los fantoches de medio pelo. A mí, como a mucha gente, nos parece las excusas de siempre, las que, basadas en la torpeza, nos ha llevado a esta situación. No sabría decirles qué es más grave, hincharse el pecho acusando a la gente del Príncipe de apoyar a los delincuentes o que un político admita ante un tribunal haberse reunido con el considerado por la Policía como líder de una banda de delincuentes para que el echara una mano en eso de controlar a los malos. Respóndanme, porque si tomamos la última parte de la frase y generalizamos con mala fe, podríamos dejar en muy mal lugar a toda la clase política. Si no lo hacemos, ¿por qué pagan todos por lo que hicieron aquellos que acorraralon a los agentes de la UPR para proteger a un pistolero?
Debatir insensateces ni tiene fundamento ni lleva a camino alguno. Criticar a los vecinos del Príncipe o culpar a la Policía de todos los males no hará más que abrir una brecha tal que no encontraremos solución a un mal que nos afecta a todos. Tenemos un problema grave de violencia. Llevamos teniéndolo hace tiempo. La muerte de Munir ha reavivado algo que lleva germinando desde hace años. No se está trabajando bien a todos los niveles y los resultados no hacen sino mostrarnos ese fracaso. No se trata de que llegue mañana para que nos olvidemos de lo que ha pasado hasta la próxima. No se trata de organizar operaciones paripé usando como marionetas a los policías. Ni se trata de buscar a toda costa titulares de prensa con detenciones que luego quedarán en evidencia ante un juez. ¿Qué hay que hacer? Lo que hasta ahora no se ha hecho. Buscar soluciones, no imagen.

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