Opinión

A vino nuevo, odres nuevos

Myriam estaba muy contenta con su nueva Biblia de Jerusalem. Me dijo que fue a plastificar las cubiertas para mantenerla siempre impecable. Ahora ambas hacemos lecturas comunes y luego las comentaremos por teléfono, si es posible. Allí la vida rezuma ambiente tranquilo, por estos días. Con las celebraciones, la familia se reúne en la casas y apenas sale a la calle. Y también me dijo que había comenzado el dieciséis la fiesta del Sukkot, al atardecer, y allí terminaría el veinticinco. Construyen una cabaña con hojas de palmera, dejando que se vea el cielo. Por eso se llama la Fiesta de las Cabañas o de los Tabernáculos. Son en realidad los Santos Días Supremos de los hebreos. Jossi ya tiene diecisiete años, ha dejado la Ishivá y se marcha a otro nuevo Centro de Enseñanza, al parecer tiene una inteligencia clara, “heredada de su abuela”, le dije. Ella le advierte que no esté a la fuerza en ningún sitio. Quiere estudiar Economía-Calcalá- y Periodismo. Además su padre le enseña a remodelar viviendas. Me contó el caso de un vecino, Shlomo, que su hermana no comía en su casa pues era rabaní. “Yo le dije: eso es un rollo, no tenemos que complicarnos tanto la vida, y él me contestó “¡Anda que no eres tú lista!” Myriam me ha puesto la tarea de leer el Éxodo, así comprenderé mejor el Sukkot, y en ello estoy. Por mi parte le estuve hablando de un interesante artículo que había leído, cuyo título es Campaña contra la ocupación, “Dejemos los territorios ocupados antes de junio de dos mil diecisiete”, firmado por quinientos israelíes ilustres; SISO: Save Israel Stop Occupation, porque el cinco de junio próximo es el cincuenta aniversario de la Guerra de los seis días. El premio Nobel de Economía, Daniel Kahneman también lo firma. La mayor parte de los israelíes está de acuerdo en que este conflicto influye negativamente en la libertad del pueblo. En ello están todos, aunque sea un trabajo arduo el conseguirlo. Otro asunto que comentamos fue sobre“ el retorno a las raíces”, que se refiere a la diáspora de los bethlemitanos, pues a principios de octubre comenzó en Belén un Congreso organizado por los gobiernos municipales de Belén, Beit Sahur y Beit Yala, con el objetivo de invitar a los que se marcharon, más de siete millones, a que regresen, pues los necesitan. En fin, que vivimos en un mundo cambiante, donde las noticias, los acontecimientos, duran poco, pues enseguida vienen otros más novedosos que apagan a los anteriores… Alguien más ha llegado al grupo de mujeres que van a seguir las enseñanzas de Jesús. Es Marta. Están todas en Nazaret, en la casa de María. Santiago de Alfeo y Juan fueron a Tiberíades para avisar a Juana de Cusa, pero no había nadie allí. El Maestro aprovecha para presentar a Marta, que en sociedad tiene un estatus elevado, pues sus padres fueron gente noble y rica. Quiere el Rabbí que se la considere una hermana. “Dios te trajo en el momento preciso en el que Yo ponía las bases para la formación femenina perfecta en el seguimiento de Mi Doctrina. Todos seréis llamados con un sólo nombre: Cristianos. Y así se hará por los siglos en memoria Mía. Igual que antes de Moisés hubo encargados de diversos servicios, también ocurrirá en esta Misión que Yo os doy. Pero si antes toda la vergüenza caía sobre la mujer, origen del pecado, en la Religión Universal de Cristo, que es el tiempo del Perdón, todo cambia. Entended que toda la Gracia se reunió en una sola Mujer, que dio a Luz al mundo al Redentor. Ahora la mujer es auxilio de Dios, porque es la Mujer amada de Dios Su impulsora. Por Ella, todas las mujeres pueden ser discípulas del Señor, y pueden dar mucha ayuda a los sacerdotes y a los fieles. Aunque no lleven tanto el rocío de la Palabra Santa, llevarán la sonrisa de discípulas del Rabbí. Vosotras queréis seguirme. No sólo será que Me escuchéis y experimentéis la fatiga y el cansancio. Os quiero excelentes y perfectas, pues vais a ser hijas del Absoluto; Mis predilectas. Os quiero con santidad suprema. Estaréis en medio de la perversidad del vicio en el mundo, que es Satanás, dueño del odio. El mundo os envidiará siempre. Os despreciará, calumniará y os escupirá, porque el maligno es mentiroso y cruel. Por eso quiero que meditéis si estáis dispuestas a seguirme con todo lo que vendrá, ya que vais a ser fundadoras de otras discípulas que vendrán. Os deberéis cubrir con el rencor del mundo y sufrir cualquier tortura por la incomprensión o burla, ya que vuestra meta será llevar al Cielo a muchos ancianos que podrían ser vuestros abuelos, y que serán como niños incapaces. Y si algún día Me dijeseis “no tengo fuerzas, Señor, para seguir”, Yo os seguiré amando lo mismo. Ayer una jovencita Me pidió que la inmolase antes de que llegue la Mía. Ella ama a Dios con todo su ser, con perfección y entrega. Su muerte será semejante a una flor que se cierra al atardecer y ya no se abre más, por expreso deseo suyo, poco antes de Mi muerte, se convertirá en un ángel de oración y aprendizaje. Cuando Yo esté pasando por las Horas amargas, la recordaré bendiciendo al Padre en su secreta morada. Será una flor de amor y pureza. Vosotras sois Mis discípulas elegidas y haréis mucho ante vuestros semejantes y ante los ministros del Señor. Es muy necesario que la mujer esté junto al Altar de Cristo, así sanará muchas heridas. Recogeréis a muchos hijos extraviados. Confortaréis al culpable y con ello haréis que se atenúe el castigo del juez. Recogeréis a los peregrinos cansados en la Casa del Señor. Daréis mucho amor a todos. La mujer está hecha para amar y en el fondo de su corazón encuentra el verdadero amor, perla preciosa de su alma, que siempre recuerda a Dios. La mujer es obra maestra de bondad y no debe abandonar a los Adanes. Recordad el Génesis (2,18-24): “Y Adán recibió a su compañera, pues no es bueno que el hombre esté solo”. Daréis siempre la mano al enfermo, para que no tenga miedo a la soledad, y muchos se sanarán. Deberéis ser madres y hermanas de Mis Santos ministros en su cansancio y agotamiento ante la Evangelización. Ayudadles discretamente, pues vosotras sabéis estar en todas partes, así seréis el futuro de la Iglesia. Sed piadosas y dad hospedaje a los peregrinos en su ir y venir a los lugares de Dios. No os duela llevar a cabo los trabajos más humildes, para que Mis Ministros puedan realizar el oficio del Maestro. Os prevengo que vendrán luego tiempos de sangre y heroísmo, con horas de terror para los cristianos. El hombre es más débil en el sufrimiento, pero la mujer es una heroína, que sabe aguantar, por lo que estaréis junto al hombre en esos momentos, para darle valor. Recordad a Judit o a Yael. Judit invocó el auxilio del Señor, se introdujo en el campamento enemigo, donde el general Holofernes, asirio, se preparaba para invadir el reino de Judá y puso sitio a Vetulia, que ya estaba sin agua. La ciudad iba a rendirse, pero Judit aprovechó la embriaguez del general, y le cortó la cabeza. Huyeron los soldados. Judit salvó al pueblo de una catástrofe inevitable. Pero sobre todo, la madre de los Macabeos es otro ejemplo de heroicidad. La madre había visto cómo torturaban hasta la muerte a sus hijos, porque no renegaban de la Ley de Dios. Al pequeño quiso el rey (Antioco IV Epifanes) seducirlo, para que renegase de sus raíces. Ella se abrazó a su hijo para darle fuerzas con maternal ternura. Mataron a madre e hijo con tormentos atroces. Seréis el consuelo de los mártires y de los perseguidos. Y aunque estéis mudas en la predicación, con vuestro ejemplo enseñaréis. En Mi Madre tenéis el ejemplo de sabiduría y prudencia. Mis primos, que fueron discípulos Suyos, lo pueden confirmar. Cuando Yo ya no esté, Ella os seguirá instruyendo, pues posee además todas las virtudes necesarias y os dará los consejos que nadie os pueda dar. Ayer hablaba con Mi Madre, que Me contó Su Santo Secreto. Me dijo “¡qué dulce es ser Madre del Redentor!”. Mi dulce Madre guía las almas a Su Hijo. Ella es la Estrella que guía en la oscuridad. Es Maestra piadosa de todos y enseña a los más pequeños. El remedio saludable de los enfermos. Ella es la Reina del género humano. Vosotras, discípulas amadas, seguid el ejemplo de Mi Madre, como ya lo hicieron Judas y Santiago, Mis primos, pues Ella, Madre de la Sabiduría, fue su Maestra. También os digo que vosotras deberéis respetar a las mujeres, venciendo vuestra soberbia y aprendiendo de su humildad. Ellas serán fuertes en la fe, el amor y en el sacrificio por su Maestro. Me darán siempre consuelo y alegría. Descansad ahora donde os hospedáis. Yo Me quedo con Mi Madre”. Y a Marta le pide que se quede en la pequeña casa de María. “Ella te confortará. Mañana irás para Betania, donde prepararás a mujeres discípulas. Y no te preocupes, pues la que ya esperamos, vendrá. La semilla está echada. Su llanto abrirá las semillas que se convertirán y darán muchos frutos. Tú no llores más”. Jesús ha ido al Lago para buscar a Juana de Cusa en Tiberíades. Van en la rústica barca de Pedro, que se contrapone a otras ricas embarcaciones circulando por el Lago. Los alrededores ya muestran a la florida primavera que allí ocurre cada año, y que parece saludar a Su Señor. Juana se ha podido agregar a ellos, y observa a Jesús silencioso. Él está absorto, contemplando la belleza del entorno. Pedro y Andrés reman sin hablar por no molestar al Maestro. Por fin Él sale de Su mundo interior y se disculpa con Juana por no haberle dirigido una sola palabra. Juana dice que le pareció leer Sus silencios:”sed puros, sed buenos, que venís de Dios. ¿Por qué el hombre no comprende, Señor?” Jesús le contesta que Satanás es el culpable, “quiere destruir al Creador, por medio del hombre”. Juana se calla y Jesús espera. Al fin ella Le pregunta si sus amigas romanas podrían ir hacia Él. “Cuando perdí a mi hijita, ellas fueron muy buenas conmigo y me ayudaron. Ahora son mis amigas. Tú me dirás si debo mantener su amistad. Por lo que respecta al Tetrarca hay que gastar cuidado. Quieren apresar al Bautista, él debe estar en alerta y seguir por Samaría,  aunque si saben que yo lo he advertido, peligraría Cusa, mi marido. No siempre podré seguirte, también debo estar con él”. Jesús lo entiende y lo justifica. “Pero cuando Tú, Señor, estés en peligro, ¿podré venir a Ti?”. Y dice al Señor que le costaba trabajo decírselo por lo que ahora está tranquila. El Maestro lo comprende todo a la perfección, en especial, que una mujer hebrea y casada, viviendo entre paganos, tenía que adaptar su vida a las costumbres que la envolvían. Llegan a la misma orilla, donde se ven los preciosos jardines de Cusa. “Pronto vendré a tu casa y Me podrán oír tus amigas. Mientras tanto, te pido que trabajes para Tu Maestro”: Se despiden. Él se marcha a la orilla opuesta con los discípulos que Le acompañan. Han llegado a Gherghesa, una ciudad de aspecto parecido a las que Jesús recorre. Es una hermosa llanura en la parte Este del Lago y como Lo han visto y Le siguen, Jesús se coloca en medio de la plaza del pueblo para hablarles. “Vosotros decís que no Me abandonáis, si no, abandonaríais a Dios. Sois sinceros y con buenas intenciones, pero recordad a Josué, siervo del Señor. Él antes de morir, reunió a todas las tribus, con sus ancianos, príncipes jueces y magistrados, y les habló ante la presencia del Señor, recordando todos los beneficios y prodigios que Él había hecho por medio de él, de Josué. Cuando terminó les dijo que fuesen leales a la fe, repudiando a cualquier dios que no fuese el Verdadero, escogiéndolo a Él, y eliminando los dioses de Mesopotamia y de los Amorreos. De este modo habría una separación entre los de Abraham y los paganos. No se puede mezclar la fe, los fieles que mezclan la observancia de la Ley con lo que se prohíbe… no son entonces siervos de Dios, y son personas hipócritas aquellas que mezclan a nuestro Dios con dioses extranjeros”. Entonces el Pueblo respondió a Josué que jamás abandonarían al verdadero Dios y no servirían a dioses extranjeros. Josué les dijo que la voluntad del Padre es ser amado en exclusividad y haría justicia castigando a los mentirosos. “Mira, oh pueblo hebreo, si Dios, después de haberte dado tantas cosas y te libró de los Faraones, te llevó por el desierto, y te salvó de los ataques enemigos, y te concedió ser una gran Nación rica en dones del Cielo; pero Dios castiga los pecados. Y ahora, oh Pueblo, te precipitas hacia el abismo de la idolatría”… Por eso, Yo os llamo la atención, Pueblo Mío, porque Yo soy el Redentor. Este llamamiento Mío no es odio, ni rencor, ni intransigencia; es de Amor Verdadero. Pues bien, Josué dijo entonces “sois testigos. Habéis escogido al Señor”. Todos dijeron “sí”. Josué, sabio y valiente, que comprendía la debilidad humana, escribió en su Libro todas las palabras de la Ley y de la Alianza, las puso en el Templo y en el Santuario del Señor en Siquem, donde entonces estaba el Tabernáculo. Puso una gran piedra, que decía “Esta piedra ha oído vuestras palabras dichas al Señor y quedará como testimonio, para que no podáis renegar, ni mentir al Señor, vuestro Dios”. Es por esto que el hombre o el rayo pueden destruir la piedra, pero Yo soy la Piedra Angular y eterna. No puedo ser destruido. No digáis mentiras a este Piedra Viva. No La améis porque hace milagros, sino porque con Ella llegaréis al Cielo. Sed gente más espiritual, pues Yo soy la Voz del Padre, Espíritu Purísimo. Si Me destruís a Mí, heriréis al que Me ha enviado. Amad al Mesías del Señor, que os quiere santos”. Jesús bendice a todos y se marcha. Unos ancianos Lo abordan con respeto antes de entrar en una casa. Son discípulos del Bautista y quieren saber más., piensan que el Maestro ha hablado de idolatría en aquellos que estando en la Ley, también están fuera de ella, pero Él es amigo de romanos. “Nadie puede afirmar que Yo Me beneficie con ello”. Ellos no quieren ofender al Maestro. “Yo quiero atraer a todos, soy el Verbo de Dios y tengo que llevar Su Palabra a todos los hombres, hijos del Padre Universal”. Los ancianos piensan que los paganos no son hijos de Dios. Entonces Jesús les explica que aunque tengan una fe equivocada, cuando Él redima al hombre todos podrán tener sus corazones dispuestos. “El hombre siempre es hijo de Dios. Adán es la cabeza del género humano, hijo del Padre, y su espíritu semeja al de  Dios”. Aún preguntan más los ancianos: “¿por qué los discípulos de Juan hacen grandes ayunos y los Tuyos no? Sabemos que el Profeta Daniel fue santo cuando se encontraba en la corte de Babilonia. (En tiempos de Nabucodonosor los hebreos fueron llevados allí cautivos. Entre ellos Daniel, descendiente del rey David. Dios recompensó a este joven con grandes virtudes y sabiduría. Le concedió el Señor el don de interpretar sueños. Él y sus amigos fueron favoritos del rey y desempeñaron cargos importantes en la corte. Siendo Daniel muy joven salvó de muerte segura a Susana, acusada en falso por dos viejos infames. Daniel llegó a interpretar un sueño de Nabucodonosor, que ningún mago del reino pudo dar explicación alguna…). “Tenéis que saber que nadie viene al Maestro por la fuerza. Algunos se avergüenzan estar entre la multitud donde Yo predico. Por eso, cuando ellos Me dicen “Ven a mi casa”, Yo voy, pues cada conversión es una fiesta para Mi alma y para todos los ángeles del Cielo. Y el Dios Eterno la bendice. Y Mis discípulos se alegran. ¿Os gustaría ver a los amigos hacer duelo mientras Yo estoy con ellos tan feliz? Vendrá un tiempo en que no Me tendrán, y entonces ayunarán. Nuevos tiempos, nuevos métodos. Con el Bautista ha sido el tiempo de la Penitencia. Y ahora Conmigo, el tiempo de la Redención, de la Misericordia y del Amor. Ahora no es el Profeta, sino el Mesías, al que Dios entrega todo, que está en la Tierra. Nadie cose un pedazo de tela nueva en un vestido viejo, porque al lavarlo, se encoge y rompe la tela vieja, y la rotura se hace más grande. Nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque el vino rompe los odres, ya que no puede contener su efervescencia, y se derrama al estar rotos los odres. El vino nuevo en odres nuevos. La fuerza de la Nueva Doctrina aconseja nuevos métodos para difundirla”. Ellos dan las gracias al Señor; han comprendido y están contentos. “Ruega por nosotros, que somos odres viejos. ¿Podríamos contener Tu Fuerza?”  Jesús dice que sí, ya que el Bautista los ha ido preparando y ha orado mucho por ellos. “Id con Mi paz y decid a Juan que Yo lo bendigo”. Les dice que sigan con Juan y luego vendrán al Vino Nuevo. El Maestro les informa que el Bautista será apresado de nuevo. “Id a hacerlo feliz. Adiós amigos, y que Dios esté con vosotros”.

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