Después de llevar confinado desde el día 6 de marzo y tras haber bajado en dos ocasiones al garaje para arrancar el coche, me preocupa saber si necesito salir o quedarme encerrado para siempre. Soy un mar de dudas cuando, por razones obvias, desconozco en qué lugar de mi vida se encuentra la verdad, la mentira, el miedo o el terror. Aunque influye negativamente saber que ya no tienes una edad para jugar con este maligno virus que nos afecta, no consigo ponerme en el lugar de todos aquellos que, por diferentes motivos, no hacen caso o vulneran este estado de alarma que hasta ahora, nos ha sido impuesto. Son aquellos valientes, posiblemente estúpidos, que hacen caso omiso a unas indicaciones que benefician a toda una sociedad y que, desgraciadamente y muchos de ellos, van infectando a personas que respetan las condiciones que le han sido aplicadas para satisfacer el bien común. No por ello quiero decir que multar o sancionar a gentes que no aguantan ese encierro, es la panacea para conminar tan horrible pandemia.
Pero hay cosas peores y que nos dejan estupefactos. Por ser calificada como nefasta la actitud del gobierno y culpables de un virus del que sabían las consecuencias antes de que empezara a hacer daño, es intolerable que, después de un pésimo tratamiento, sigan tergiversando y generando limitaciones a la libertad de expresión y proponiendo querellas y denuncias a todo aquel que no esté de acuerdo con su política tercermundista. Es medianamente normal que Simón no haya sido cesado de su cargo?... Un filósofo puede ser Ministro de Sanidad?. Es de recibo que no se permita poner la Bandera de nuestra Patria a media asta?. Quien puede concebir que nos den una cifra de 25.000 muertos cuando otros hablan de 65.000?. Por qué no se hacen test a todos los españoles?... éstas y muchas preguntas similares deambulan sin destino por aquellos dañados cerebros que todavía mantienen el sentido común como estandarte, a punto de caer en la desidia y la desconfianza, en el desamparo que produce saber que su vida está desasistida, casi inerme.
Juan Luis Steegmann, Doctor en Medicina, perteneciente al Servicio de Hematología y Hemoterapia, Hospital Universitario de La Princesa en Madrid, Diputado de VOX, enciende las esferas, el universo y alcanza el orbe en el que se mueven las personas entendidas en la materia, sabios en su ámbito, generador de propuestas que son desatendidas, unicamente, por pertenecer a un Partido que utiliza el sentido común y la veracidad, que hace enmudecer a un político sin sapiencia y sin argumentos, un Ministro cuya filosofía contrasta con el desconocimiento y el servilismo kafkiano a un poder en peligro de extinción, propio de seres poco propicios a utilizar el sentimiento y la transparencia. Steegmann le sacude propuestas exponenciales y de un colorido multicolor, mas bien verde, como son las propuestas que transmite VOX y todos sus Diputados y Senadores, personas estudiosas y trasparentes, preparadas para profundizar en todos los caminos que conducen a una política fabricada para construir una Patria acorde con lo que necesitan los ciudadanos españoles. Que la justicia terrenal no condene a gentes de mal vivir y comunistas, no quiere decir que no paguen ante los designios de Dios.
Como Cristiano y creyente en “Las Tablas de la Ley”, como persona que desecha el contenido de los Pecados Capitales, solo puedo recordar con amargura a todas aquellas personas que han dejado nuestra tierra porque otros no han cumplido con la obligación de hacer los deberes, de aquellos amigos que se han marchado en soledad, sedados, sin un entierro digno, sin una mano familiar o amiga a la que aferrarse, con el estigma que le han clavado en sus corazones aquellos usurpadores endemoniados.
Platón nos dejó esta cita: “Cuando la muerte se precipita sobre el hombre, la parte mortal se extingue; pero el principio inmortal se retira y se aleja sano y salvo”.