La vida te da sorpresas. Sorpresas como ver a sectores sociales contrarios al aborto, al divorcio, al matrimonio entre personas del mismo sexo o la adopción de parejas homosexuales pero estén a favor de “ser madre” por el procedimiento de vientre de alquiler. Un cambio radical que nos puede dejar perplejo si no se analizan detenidamente las causas de esa metamorfosis del pensamiento.
El vientre de alquiler no es otra cosa que una señora o señor que tiene dinero, se marcha a un país donde hay personas muy necesitadas para contratar a una mujer para que tenga un hijo y se lo entregue una vez nacido.
Quizás sea un resumen muy elemental y se pueda dar otra circunstancia muy particular. Puede que me equivoque, pero no se darán muchos casos de una señora con posibles que geste un bebé para entregárselo posteriormente a una señora con poco nivel adquisitivo.
Desconozco el proceso y las secuelas que puede sufrir una mujer que se ve en la extrema necesidad de tener un hijo para después entregarlo. Desconozco cómo se puede sentir una mujer recién parida, uno de esos momentos más bonitos que puede disfrutar una mujer, cuando tiene que entregar al contratante ese niño que acaba de dar a luz. Mucho más traumático puede ser si la gestante sigue vinculada al bebé unas semanas después de su nacimiento para favorecer el desarrollo.
Hace tiempo leía sobre el sufrimiento de las madres españolas que tuvieron que entregar a sus hijos en plena guerra civil. Madres que nunca dejaron de pensar en sus hijos, algunas los buscaron hasta su último día de vida. La necesidad las obligó a desprenderse de ellos, pero nunca a olvidarse. El hambre, la miseria o una sociedad inquisidora hacia las madres solteras obligaron a muchas a desprenderse de sus hijos, pero nunca a olvidarse de ellos.
La miseria y otras circunstancias extremas pueden llevar a muchas madres de alquiler a llevar un hijo en su vientre 9 meses para entregarlo a una señora o señor con posibles.
Una circunstancia parecida a la de la guerra civil, pero en unas sociedades modernas y democráticas donde no se impide que se alquilen mujeres para concebir hijos para personas con recursos.
El egoísmo nos puede llegar a sorprender, como nos puede sorprender el intento de disfrazar el egoísmo extremo como un acto de amor, como lo han intentado de disfrazar muchas mentes perversas en otras circunstancias de la vida, pero no podemos olvidar que el amor y el egoísmo son sentimientos contradictorios.
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