En un artículo publicado en estas mismas páginas en abril de 2014, decíamos que la Universidad de Granada informaba en su propaganda institucional que fue fundada en 1531, siendo la continuadora de una larga tradición docente que enlaza con la de la Madraza del último Reino Nazarí. También que tenía Campus en dos continentes. Cuatro en Granada, y dos en las ciudades de Ceuta y Melilla, en el Norte de África. O que era una de las universidades europeas con mayor dimensión internacional, estando a la cabeza en lo que a movilidad de estudiantes se refiere.
Lo anterior sigue siendo cierto y tiene una importante repercusión para el Campus Universitaria de Ceuta, por varios motivos. Por un lado, del formidable prestigio nacional e internacional de la Universidad de Granada se benefician los estudiantes y profesores que desarrollan en esta ciudad su actividad docente e investigadora. Pero lo anterior también conlleva una gran responsabilidad para todos los que componemos la comunidad universitaria, si queremos estar a la altura de las circunstancias. A ello hay que sumar la enorme deuda de gratitud que hemos contraído con la ciudadanía ceutí, que se va a ver obligada a sufragar los más de treinta millones de euros que, finalmente, costarán las nuevas instalaciones.
Cierto es que, ni las nuevas y costosas instalaciones ceutíes, podrán sustituir la inteligencia, la memoria o la capacidad de aprendizaje del alumnado. Como tampoco podrán hacer buenos profesores, ni mejores investigadores. Sin embargo, seguimos manteniendo que determinadas acciones institucionales podrían ayudarnos a superar el sambenito de ser un Campus de segunda categoría.
En aquella publicación, pensábamos que eran tres los ejes de actuación que debían de abordarse. Lamentablemente, después de más de cuatro años, la cuestión sigue estando prácticamente en el mismo lugar de partida.
Marco jurídico. Sigue siendo importante que se clarifique, de una vez por todas, nuestro encaje jurídico y presupuestario en las instituciones educativas nacionales y autonómicas. Por un lado, dependemos de la Universidad de Granada, la cual es financiada principalmente por la Junta de Andalucía. Por otro lado, desarrollamos nuestra actividad en la Ciudad Autónoma de Ceuta, que, al no tener el estatus jurídico de Comunidad Autónoma, no tiene delegadas las competencias en educación. Por esta razón, la responsabilidad de financiar a la Universidad de Granada por su actividad en estas dos ciudades autónomas es del Gobierno central (sin embargo, desde 2009, rebajaron la cantidad en 4 millones de euros a ambos Campus, sin dar explicación alguna).
A estos efectos, existe un “Protocolo General sobre las Competencias de la Administración General del Estado y la Junta de Andalucía”, que hace ya casi veinte años firmaron el entonces Ministro de Educación y Cultura (Presidente del Gobierno de España en la actualidad), el Consejero de Educación y Ciencia de la Junta de Andalucía y el Rector de la Universidad de Granada, en donde se clarificaban las competencias y responsabilidades de cada uno. Este protocolo no se ha renovado, ni actualizado, pese a que la Rectora, Pilar Aranda, cada vez que le preguntamos al respecto, nos responde de la misma forma, a saber, que los equipos decanales de nuestras Facultades en Ceuta están estudiando el asunto con la Ciudad Autónoma. Lo curioso es que, cuando hablamos con estas autoridades académicas, no nos informan del resultado de estas supuestas “negociaciones”, por lo que se ve, casi secretas. Su puesta al día sigue siendo fundamental en estos momentos. Ya lo decíamos hace cuatro años. No sólo por los cambios que se están produciendo en las enseñanzas universitarias. También por la experiencia acumulada en la delegación de competencias de educación a las Comunidades. Y, como añadido, a la luz del interesante camino emprendido desde la hermana Ciudad de Melilla, en la que su Gobierno ha hecho una apuesta clara y decidida a favor de la financiación y el desarrollo de nuevas titulaciones y actividades universitarias. Que se forme una comisión de trabajo en este sentido, en la que estemos presentes las partes interesadas del Campus de Ceuta, es algo esencial y un derecho irrenunciable. Pero, al parecer, este no es un objetivo prioritario para nuestra Rectora.
Marco institucional y administrativo. En aquél escrito reivindicábamos la figura de un delegado del Rector para Ceuta, al igual que existía en Melilla. O una delegación de la Fundación General Empresa UGR. La decisión del rectorado fue suprimir el de Melilla. Supongo que se trató de una decisión enmarcada en la política de ahorro de costes. El problema es que no sabemos quién es el interlocutor de Ceuta con la Universidad de Granada. Tenemos dos Facultades. La de Ciencias de la Salud y la de Educación, Economía y Tecnología. Cada una tiene intereses y circunstancias diferentes, aunque comparten edificio. La de Ciencias de la Salud está completamente masificada. Carece de espacios físicos suficientes. De hecho, en el proyecto original no se contemplaba que ocuparan las aulas del actual Campus. Y su integración en la Universidad de Granada desde la antigua Escuela de Enfermería de la Cruz Roja, realmente no se ha producido. Al Decano, prácticamente no le hacen caso en Granada. Los alumnos se le están rebelando. Llevan toda la razón.
En el caso de la Facultad de Educación, Economía y Tecnología, tenemos un Decano bastante joven, al que tampoco creo que se le haga mucho caso. Al menos en las cuestiones importantes. Es lo que yo percibo. Cierto es, que en los actos institucionales en los que coinciden con la Rectora, ambos relatan algunos de los problemas, además de las deficiencias de las que adolecemos en Ceuta. Pero, muchas de las cuestiones importantes no se han solucionado aún. Así, no se ha resuelto el problema derivado de la cantidad de asignaturas distintas que se ven obligados a impartir algunos de los profesores de Ceuta con carga docente por encima de los 24 créditos. Tampoco tenemos una política de traslados adecuada. De hecho, las condiciones leoninas que han sido impuestas desde el equipo rectoral actual, con la anuencia de los decanos de las distintas Facultades de Ceuta y Melilla, han tenido que ser recurridas ante los Tribunales de Justicia por los Comités de Empresa y algunos sindicatos. Y, ni siquiera una cuestión tan simple como los viajes en helicóptero, han sido solucionados aún. Todos los empleados públicos de Ceuta pueden viajar en helicóptero cuando se desplazan por motivos laborales, menos los de la Universidad de Granada, que han de justificar y dar mil explicaciones previas antes de comenzar sus comisiones de servicio.
Marco académico. Esta es la parte más interesante. Evidentemente siguen existiendo importantes carencias de personal con una situación laboral estable, pese a los esfuerzos que desde el equipo rectoral se hacen para solucionarlo. Quizás esto sea una de las causas de que sigamos sin contar, por ejemplo, con Catedráticos de Universidad en nuestra plantilla. Las enseñanzas de Grado, también están necesitadas de una actualización y adaptación a nuestra situación real. En esto, la coordinación con la UNED sigue siendo muy importante, y una asignatura pendiente. Y respecto a las enseñanzas de postgrado, el cambio normativo producido pesa sobre nosotros como una “espada de Damocles”. Tenemos un solo Máster de postgrado, además del Máster de Secundaria. Y otro pendiente de autorización. Pero siempre con problemas por falta de sexenios y currículum del profesorado de Ceuta.
A modo de conclusión. Las enseñanzas universitarias en Ceuta están necesitadas de una renovación y actualización. De la importancia y de los beneficios de la educación universitaria no cabe ninguna duda. Los países más avanzados del mundo cuentan con altos índices de población universitaria y dedican cuantiosos porcentajes de su PIB a financiarla. En Ceuta hay cerca de dos mil estudiantes universitarios, repartidos entre los centros dependientes de la Universidad de Granada y la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Si se comparan estos datos con los de otras Comunidades, sobre todo con las uniprovinciales, el número de universitarios no es tan bajo como se cree. Sus porcentajes son casi similares. Y si a dicha población le sumamos el número de alumnos que están haciendo sus estudios universitarios fuera, los porcentajes casi se igualan. Sin embargo, y esto es muy significativo, poniendo en relación el número de alumnos universitarios respecto a los de primaria, obtendríamos un índice de desigualdad que reflejaría la proporción de alumnos que llegan a esta enseñanza superior. Ceuta (junto a Melilla), es una de las ciudades con los resultados más bajos. Si a esto se le añaden sus mayores tasas de desempleo, la conclusión está clara. Factores externos, ajenos a su voluntad, impiden, también en esto, que su población acceda a los mismos niveles de desarrollo que el resto. Una vez más, el corsé jurídico al que se le está sometiendo de forma cobarde por los grandes partidos nacionales, aparece como la causa principal de su escaso desarrollo.
Que se tengan centros universitarios en Ceuta dependientes de universidades de prestigio, es importante. Pero esto no es suficiente. También en Ceuta hay especificidades que harían posible y deseable la especialización en determinadas materias. Se tiene el capital humano necesario. A menos de cincuenta kilómetros tenemos institutos españoles en los que cientos de alumnos marroquíes cursan estudios en español, que podrían acceder a nuestro Campus sin ningún problema (y a menores costes que si se desplazan a Granada). Por estas y otras razones sería necesario, deseable y posible contar con enseñanzas de calidad en nuestro Campus. Pero quizás lo más esencial sea que los que aquí ejercemos nuestra actividad, sepamos compaginar nuestro interés particular, con la búsqueda de la excelencia para el Campus. Este es el camino más seguro y beneficioso para todos. Y esta será la forma de fidelizar a los profesores jóvenes que acceden a nuestro Campus. No son las normativas restrictivas las que van a impedir que salgan de aquí en cuanto puedan.
En todas estas cuestiones habrá que seguir trabajando en los próximos años. Aún a riesgo de que desde Granada nos acusen a algunos de ser unos “pesados”. Pero mejor ser pesados que desleales para con la universidad, la Ciudad Autónoma y los estudiantes. Y algunos lo son. Y mucho.
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