En años hemos sido incapaces de poner un punto y final a esta gran tragedia migratoria, mucho menos de controlarla. El Gobierno, da igual quien mande, ha alimentado la máquina de los blindajes en la frontera sur a golpe de talonario. Quienes se han beneficiado han sido las empresas porque a pie de terreno todo sigue igual.
En la mañana de ayer la Guardia Civil sacó del mar el cadáver de un niño. No es el primero, ya tenemos enterrados a varios en los cementerios de la ciudad. Llevaba un flotador con dibujos infantiles, una falsa protección con la que iniciar una travesía que debió durar horas. Aquí terminaron sus pocos años de vida, pero para el resto todo sigue igual.
Nada cambia porque tampoco interesa que lo haga. Hace unas semanas teníamos a la mayoría de los medios nacionales apostados en la frontera para intentar captar a alguien que cruzara a nado el espigón. Hoy ya no están, ni tampoco les interesa que haya muerto un niño. Son cuestiones de impacto, momentos, oportunidades. Era final de agosto y había que hablar de fronteras aunque hubiera días en los que nada había que narrar. Ahora es septiembre y que muera un niño ni siquiera merece un hueco en las agendas de interés.
A las muertes se suman los desaparecidos, tampoco parece sorprender el elevado número de casos concentrados solo en esta zona. Se normaliza algo que no lo es y se hace porque no hay interés en cambiar nada. Es una especie de resumen de los unos y los otros sin más, a sabiendas de que siempre habrá diferencias para tener el escenario controlado.
En el espacio entre fronteras muchos han perdido lo más preciado, la vida. Otros se han embolsado millones construyendo vallas, proponiendo reformas, reparcheando zonas, dirigiendo inversiones que desde el principio carecían de sentido y utilidad.
Eso sigue igual, no hay cambios, tampoco pretensiones de forzarlos. Ayer murió un niño. Vaya, nadie lamentó su muerte, ninguna autoridad dijo eso del ‘descanse en paz’. No era agosto, ahora es septiembre y hasta los muertos parece que valen según el mes en el que pierdan la vida.
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