La tumba 4644 acoge los restos del varón cuyo cadáver fue recuperado este mismo viernes en la playa de la Ribera, en Ceuta. Ha sido enterrado justo al lado del otro hombre localizado en este mismo lugar solo 48 horas antes. Todo apunta a que ambos cruzaron juntos y procedían del mismo lugar: Yemen.
Aquella travesía terminó de la peor de las maneras, muriendo en pleno cruce. El colectivo yemení que escapa de una tierra en permanente conflicto encuentra en las fronteras de Ceuta y Melilla una vía para escapar, una vía que ya ha dejado varias muertes en el camino.
La Guardia Civil iniciará las gestiones para contactar con la embajada yemení con vistas a poder dotar de oficialidad lo que ahora son suposiciones e hipótesis de trabajo.
Hay datos relevantes en esta investigación que lleva a cabo la Policía Judicial a través del Laboratorio de Criminalística. Ambos fallecidos portaban en una de sus muñecas una pequeña goma a la que habían atado un globo. Es un sistema usado para poder guardar en su interior los documentos, poniéndolos a salvo en las travesías que inician.
En el primer caso, el globo estaba roto, por lo que no se encontró documento alguno. No así en el segundo. El fallecido sacado del mar este viernes portaba una tarjeta identificativa con su nombre y apellidos que lo señalaban como un súbdito yemení.
El avanzado estado de descomposición del cuerpo impide comparar sin riesgo al error la foto de ese documento con el rostro del fallecido, aunque sí coinciden en las facciones. Es por ello que las gestiones con la embajada serán determinantes al salvar restos de huellas que pueden servir para cotejar los datos.
Los dos varones llevaban muertos entre 7 y 10 días, coincidiendo no solo en el tiempo sino también en el lugar en donde fueron encontrados muertos. Tenían entre 20 y 25 años de edad.
Este sábado ha tenido lugar el segundo de los entierros, haciendo coincidir a ambos en tumbas seguidas. Los dos iniciaron la misma travesía que terminó de la peor de las maneras. Y ahora, cosas del destino, los dos descansan juntos en el mismo cementerio, tras recibir los rezos y la despedida de quienes, sin conocerlos, quisieron estar allí en este último final.
Muchos de los aquí enterrados no han podido ser identificados pero todos quedan registrados con su número de tumba, datos de objetos que portaban además de las huellas o restos de ADN que se toman y quedan en manos de la Benemérita.
Ese registro permite que, pasado el tiempo y de producirse una identificación oficial, los seres queridos sepan dónde terminaron sus familiares. Ya se han producido varias historias de familias que llegan a Ceuta para visitar las tumbas de los que perdieron sus vidas en el mar.
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