Sukaina es una joven que el mes que viene cumple 18 años y que en sus 17 años no se ha movido de los 18,5 kilómetros que delimitan Ceuta. No es por voluntad propia sino por imposibilidad.
Nació en la ciudad autónoma como consta en su partida de nacimiento y este año está obligada a dejar el instituto al cumplir la edad máxima de 18 años para la Educación Secundaria Obligatoria tras terminar el pasado julio 3º de ESO en el ‘Clara Campoamor’.
Su situación y la de sus cuatro hermanos es desesperada pues su mundo se circunscribe a Ceuta sin opciones de moverse a la Península al no disponer de identificación ni de viajar tampoco a Marruecos, de donde proceden sus padres que llevan unos 12 años sin ir a su país.
Llevan años chocándose contra el muro del empadronamiento al no poder presentar lo que exige la Ciudad Autónoma.
Ahora mismo su situación la está llevando No Name Kitchen, una organización humanitaria que trabaja en Ceuta y en otras zonas fronterizas del Mediterráneo que ha destinado abogados para su caso. Está tratando así de ayudar a los niños de esta familia dando una solución jurídica a este estado de limbo legal, casi de alegalidad.
Tampoco disponen de cobertura sanitaria, pese a los reiterados intentos de petición en el Instituto Nacional de Gestión Sanitaria (Ingesa). Sin embargo, el hecho de que no tengan empadronamiento también es un obstáculo para que puedan estar dentro del sistema del Ingesa.
“No tenemos nada más que nuestra partida de nacimiento”, resume Sukaina que en sus 17 años de vida ha sentido la sensación de vivir en una ‘isla’ más que ningún otro habitante de este enclave español en el Norte de África.
No sabe lo que es coger un barco o un helicóptero para cruzar el Estrecho como tampoco conoce lo que hay al otro lado de la frontera en el vecino país de Marruecos de donde proviene su familia.
Lo mismo le pasa a sus hermanos. Ella es la mayor del núcleo familiar pero los otros adolescentes y niños de 15, 14, 12 y 7 tampoco conocen más allá de Ceuta salvo lo que hayan podido ver por televisión e internet.
Sukaina se pudo escolarizar en su día a partir de 5º de Primaria con la ayuda de la entidad social Digmun, otra asociación que siempre ha intentado colaborar con su familia y que en su día procuraron que esta joven ceutí (aunque no disponga de empadronamiento) pudiera tener acceso a una educación reglada.
El tiempo ha pasado y por ahora no tiene opción de acceder a un centro de Educación de Adultos. Le sigue tocando esperar.
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