Cuando Clara Benhamú Barchilón se embarcó en el estudio de la fauna asociada a especies estructurales bentónicas en la zona intermareal de la ciudad autónoma, nunca pensó que tan sólo al inicio de los estudios, podría toparse con tanta belleza. Esta ceutí, catedrática de Biología y Geología en el instituto Siete Colinas, consiguió la licencia de investigación convocada por el Ministerio y decidió trabajar en un área “que podría ser muy motivadora para mis alumnos”. No hacen falta grandes aparatos, el estudio de campo es relativamente sencillo aunque requiere muchas horas de trabajo “y se descubren cosas espectaculares bajo conchas que aparentemente no llaman la atención y que se esconden partes blandas muy bonitas y sorprendentes”.
El trabajo de la investigadora, que calcula durará más del tiempo que establece la licencia del ministerio, concluirá con un catálogo que aglutinará las fotos y descripciones de todas estas maravillas, al alcance de todos pero en las que sólo unos pocos, se fijan con detenimiento. Y Clara se detiene. A primera hora de la mañana o cuando marca el ritmo de las mareas, se la puede ver recorriendo las denominadas rasas y recorrer las zonas rocosas producidas por la erosión del mar que quedan al descubierto con la bajada de las aguas. Desde Fuentecaballos hasta El Sarchal y desde Punta Blanca hasta la antigua fábrica de guano. “Allí, recojo las muestras de algas que esconden una microfauna espectacular y las llevo a mi laboratorio, formado por dos acuarios que yo misma he construido y analizo cada parte de la muestra”. Es entonces cuando la paciencia entra a formar parte de la investigación. Clara espera minutos o incluso horas, a que los animales abandonen sus conchas y se asomen en una buena postura para poder fotografiarlos. El resultado de esas fotografías “de momento amateur, tan sólo tengo un objetivo gran angular” salta a la vista.
Colores increíbles, formas asombrosas y en definitiva, muestras de la “enorme biodiversidad que existe en la costa ceutí y que es única al unirse en esta parte de la geografía mundial el Atlántico con el Mediterráneo”. Hasta ahora hay varios estudios, pero muy puntuales, sobre este tema en cuestión. “Pero es un campo muy amplio y creo que era importante iniciar una línea de investigación con proyección de futuro y que incluso permita encontrar especies que no eran conocidas hasta ahora como ha sido el caso del descubrimiento de la Doto caballa y la Doto Al idrisi, resultantes de un estudio sobre biología marina que se llevó a cabo en la región por parte del Museo del Mar en colaboración con el profesor Jesús Ortega de la Universidad de Oviedo, una autoridad a nivel mundial en el estudio de los moluscos nudibranquios”.
La investigadora habla claro. En Ceuta no hay facultad de Biología o Ciencias del Mar en la que investigar. “La verdad, si un biólogo quiere hacer estudios de investigación en esta área en el que contamos con una riqueza ecológica tan amplia ¿a dónde va?” y se le ocurrió ir al Museo del Mar.
“Es el mejor sitio en el que podría estar. El director, Oscar Ocaña. me ha abierto las puertas sin ningún problema ya que tienen operativo un programa de investigación y tengo la posibilidad de contactar. Tener un catálogo de estos animales es importante para los ceutíes y para la ciencia en general porque Ceuta es un punto caliente en cuanto a biodiversidad y tenemos especies mediterráneas, atlánticas y endémicas con las que contamos sólo aquí”, explica Benhamú.
Cuáles son y cuántas hay es algo en lo que trabaja. Algunas están ya descritas y otras no. “En eso trabajamos, realizando un extenso trabajo de muestreo, localización e identificación de estos invertebrados”, puntualiza alabando la colaboración de expertos como Oscar Ocaña, “una autoridad a nivel internacional como investigador en el campo de especies marinas y sus hábitat” y otros especialistas en la materia adscritos a instituciones nacionales y extranjeras que han confirmado la colaboración con el trabajo. Entre ellas, las universidades de Alicante, La Laguna, Granada, el CSIC, el Centro de Oceanología de Marsella o el Museo de Ciencias Naturales de Holanda. El trabajo se ha iniciado y los resultados, en el inicio, ya son poco menos que sorprendentes.
Habrá que esperar, todavía, para saber hasta dónde llega esta gran apuesta.