La imagen de una
playa de la Ribera de disfrute y baños incluso en invierno choca con las circunstancias vividas por quienes tienen que residir en la calle o
en asentamientos creados por ellos mismos en Ceuta, marcados por precarias condiciones. Así ocurre por ejemplo bajo las escaleras del
jardín vertical. Allí se ha instalado una persona sin hogar ayudándose de unos cartones y unos palés de madera que han sido retirados de una pasarela próxima. Bajo esta infraestructura reside, según cuentan los bañistas y usuarios de la zona, un
joven de origen magrebí que se ha instalado recientemente. Poco saben de él al hablar solo árabe.
Según apuntan los trabajadores de los establecimientos de la Ribera lleva establecida allí desde
las pasadas navidades. Es más, anteriormente se ubicó en otra parte pero fue trasladado de ese lugar. En la zona del espigón del canal del foso se encuentra otro hombre que habita en una tienda de campaña y que lleva instalado desde el pasado mes de septiembre, según explican algunos bañistas con los que comparte un buen trato cada vez que van. En este caso, se trata de una persona de origen polaco a quien también las
fuerzas y cuerpos de seguridad retiraron de otro lugar, anteriormente.
Los usuarios de la playa le traen en ocasiones comida o algunos productos que necesite para su vida diaria. Hacen hincapié en que se trata de una persona normal y corriente que no se dedica a generar problemas ni a molestar a nadie, incluso algunos grupos de jóvenes comparten un rato de charla con él. Son ejemplos de situaciones en las que nadie quisiera vivir ni pasar por ellas. Resulta muy complicado hacer comprender a la población las necesidades por las que pasan quienes no pueden llevar una vida digna. Cada uno se puede hacer muchas preguntas sobre cómo les ha ido en la vida para que tengan que recurrir como última instancia a verse en esa tesitura. Solo lo saben sus propios protagonistas.