Las víctimas de la frontera: mujeres sin derechos, despedidas o abandonadas

El cierre de la frontera marroquí el pasado 13 de marzo dejó a miles de mujeres sin su sustento, sin el trabajo diario que les llevaba a cruzar a Ceuta para prestar servicio en las casas. Las que estaban en situación irregular a nada aspiran y las que sí tenían contrato han visto cómo se les ha ido dando de baja dejando de percibir, además, el único dinero que entraba en sus hogares.

Ellas constituyen otro de los grandes dramas de esta pandemia del coronavirus porque tras esa clausura fronteriza ha llegado el cierre al único grifo económico del que disponían. Lo más grave es que nadie sabe, nadie acierta a confirmar cuándo Tarajal volverá a abrir sus puertas.

El sindicato Confederación General de Trabajadores -CGT- ha recogido varios testimonios de estas mujeres y reclama que sean tenidas en cuenta. Hace referencia no solo a las que están en Marruecos (ya se han cursado más de 300 bajas de sus contratos) sino a las que se han quedado atrapadas en Ceuta y están acogidas en casas de voluntarios y oenegés porque los hogares en los que prestaban servicio les han dado la espalda.

“La situación es que la mayoría de trabajadoras están en Marruecos y no podrán volver hasta que puedan reabrirse las fronteras, pero también están las que quedaron atrapadas en Ceuta alojadas gracias a particulares y asociaciones en casas y locales. El Gobierno tiene a transfronterizos en ‘La Libertad’ mezclados incluso con inmigrantes que merodeaban por el puerto intentando una oportunidad para salir hacia la Península”, explica el sindicato.

“Se han quedado sin derechos laborales para solicitar las prestaciones pertinentes, poder recoger una resolución oficial de su despido o baja. Es una brutalidad lo que han echo de siempre con estas mujeres y hombres transfronterizos explotándoles sin ofrecerles los servicios de todo derecho laboral, bajas, aumentos, mensualidades adecuadas a sus horas y funciones a realizar... y ahora les llegan sus despidos. Algunas llevaban años ejerciendo con todo lo que conlleva con las entradas y salidas diarias de la frontera, soportando colas y filas de horas para cruzarla con el sufrimiento habitual para llevar un sustento a sus casas”.

CGT hace especial hincapié en que estas mujeres no es que no quieran trabajar, sino que no pueden por causa mayor, sin que se haya adoptado medida alguna para proteger este tipo de salario y trabajo, en el caso de las regularizadas. “Es una injusticia, no se les ofrece ayudas aunque estén en la distancia. No tienen recursos para defenderse hablar con Extranjería, Seguridad Social, entender sus derechos... Es una injusticia”, expone, reclamando que la autoridad competente dé al menos una versión sobre la protección que se debe a estas personas.