A las doce de la noche comenzaba una frenética actividad, bien diferente a la de cualquier otro día en la Protectora de Animales. Es la madrugada del viernes, la jornada de los preparativos del viaje de la Protectora de Animales a Francia y la barriada Postigo bulle de ajetreo para que todo esté listo antes de las 6 de la mañana, hora de embarque con destino a Algeciras. Los minutos corren en contra y todas las manos son pocas para preparar a los 83 elegidos en su viaje hacia su nueva vida en el país vecino.
Los 33 gatos esperan su turno para subir al camión. En la sala habilitada para ellos, algunos permanecen tranquilos, observando a su alrededor sin saber que en apenas unas horas su mundo habrá cambiado para siempre. Otros se muestran algo nerviosos, con expresión de incertidumbre y, en algunos casos, con el miedo reflejado en sus rostros. Su procedencia es bien diferente, desde las colonias de gatos callejeros autorizadas por Sanidad, hasta casas de acogida o abandonos de quien ya no los quisieron en su vida.
Poco a poco, los voluntarios los van introduciendo en los transportines para trasladarlos hasta el camión. Una cadena humana de voluntarios desplaza pacientemente a los felinos hasta el vehículo que ya todos conocen con el nombre de ‘La Esperanza’. Porque así es esta jornada: de esperanza y de ilusiones. Para muchos la puerta hacia una nueva vida, para otras, una noche más. Y es que el resultado negativo de un test les ha dejado en tierra, donde continuarán siendo los invisibles de la Protectora. Así ha sido para doce perros que dieron positivo en leshmania, una enfermedad que, con el tratamiento adecuado, no impide llevar una vida absolutamente normal.
Los gatos tampoco se han librado de esta criba. Portadores de alguna enfermedad o bien en fase de recuperación por algún tratamiento, varios de ellos también han perdido la oportunidad de iniciar una nueva vida en el país vecino.
Hasta llegar a este momento, son muchas las horas de trabajo de los integrantes de la Protectora de Animales. “Llevamos meses preparando este viaje, hablando con las spa, mandando documentación, realizando el trabajo a nivel sanitario. Esta semana ha sido muy dura, pero al final nos vamos”, apunta Montserrat Fernández, presidenta de la Protectora de Animales.
Ha llegado el momento de preparar a los 50 perros que partirán hacia Francia. Expectantes, nerviosos alguno de ellos, sus caras asoman entre los barrotes, mientras los voluntarios preparan las pastillas para relajar a los animales. Los elegidos por las protectoras francesas o spa (como allí se las conoce) están a punto de subir al camión. “Ellos no buscan un perfil definido. Aquí seleccionamos a los gatos, mientras que a los perros los eligen a través de nuestra página de la Protectora. Pero no les importa que sean mayores o que tengan algún defecto físico. Los franceses se enamoran del animal sin más”.
Todo lo contrario a lo que ocurre en nuestra ciudad en que, según Fernández, “somos más exquisitos a la hora de adoptar”. Allí existe “muchísima más concienciación y les da igual el tipo de perro o gato que sea”.
20 Adopciones. Es la cifra que se registra semanalmente en las protectoras francesas
Muchos de ellos llegarán a Francia con adopción directa, otros pasarán un periodo en las spa, aunque no demasiado, ya que el ritmo de adoptantes en Francia supera con creces el que se registra en la protectora ceutí. Hasta 20 en una semana, cifra inimaginable en nuestra ciudad, donde la salida de seis o siete adopciones al mes es la máxima a que se puede aspirar. “Allí incluso acuden personas desde Paris, después de hacer un viaje de horas para adoptar un animal”, indica Fernández, quien vive su primer viaje al frente de la Protectora como presidenta de la junta directiva elegida el pasado mes de febrero. “Lo afronto con mucha ilusión y con nervios porque son emociones encontradas: tristeza, por un lado, porque se van los animales con los que tratamos día a día, pero alegría, por otro, al saber que van a tener una vida mejor”.
También se estrena en este viaje Ana Castro, una de las tres conductoras que, junto a Javier Blanco (vocal de la junta directiva) y Juan Carlos Vallejo (trabajador de la Protectora), recorrerá los miles de kilómetros que separan a los animales de encontrar un hogar. “Son muchísimas las emociones, los nervios del viaje, de pensar en cómo estarán allí. Llegar y ver que hay familias ya esperándolos tiene que ser maravilloso. Es una experiencia irrepetible”.
Llega el momento de la despedida, de abrazos y buenos deseos para el camino que queda por delante, de risas y esperanzas, como el nombre de ese camión que en su interior lleva 83 historias que estos voluntarios han transformado en 83 grandes batallas ganadas.
A muchos impactó la imagen de Sugar que, tras ser abandonado por su familia, los esperó durante horas en uno de los patios de la Protectora bajo la lluvia. Su leshmania le ha impedido volver a encontrar un hogar en Francia y ahora lo busca aquí.
Micho es una pequeña cría que sufrió la desgracia de encontrarse con algún desalmado que le prendió fuego. Poco a poco se recupera de las terribles heridas, aunque el cariño que le ofrecen los voluntarios se está convirtiendo en la mejor de las medicinas. Ahora sólo esperan que encuentre una familia.
Nuka es una mastina de 7 años recogida en la Protectora tras la muerte de su dueño. Al hándicap de su edad, se suma el hecho de padecer leshmania, lo que echó por tierra su traslado a Francia. De carácter noble y tranquilo, sus cuidadores confían en que alguien le ofrezca un hogar donde disfrutar los últimos años de su vida.
A Iron aún le quedan muchas horas de juego. Mientras se recupera de una operación en una de sus patas, sigue a la espera de que alguien le ofrezca la oportunidad de compartir su hogar.
Yampo es de esos casos muy difíciles pero en los que, a veces, ‘salta’ el milagro. Considerado potencialmente peligroso, a pesar de ser extremadamente noble y cariñoso, la leshmania que padece lo condena a concluir sus días en una protectora.
Pero la búsqueda de un hogar ha dado resultados y Yampo se trasladará a una casa de acogida en Madrid, aunque con la condición de que alguien apadrine los gastos de alimentación y medicinas. En la Protectora buscan a ese ángel para él.
Natasha y Freddy fueron recuperados del monte, donde deambulaban intentando sobrevivir al hambre y al frío. Ambos fueron incluidos en la lista de los perros que viajarían a Francia, pero quiso el destino que el positivo en leshmania echara por tierra la ilusión de los voluntarios que los rescataron.
Jack esconde tras de sí a un perro juguetón y mimoso, siempre en busca de una caricia. Los que lo cuidan a diario se desviven con su afable carácter.
Audry fue entregada en la Protectora tras la muerte de su propietaria. Para muchos, su color y edad juegan en contra de sus posibilidades de encontrar un hogar. Pero su carácter tranquilo y cariñoso la convierten en la compañera idónea para cualquiera. De no encontrar adoptante, terminará sus días entre las cuatro paredes de la entidad.
A Keko lo encontraron vagando por la playa Benítez y su carácter pacífico y noble lo convertía en un candidato perfecto para Francia. La leshmania frenó esa oportunidad.
El viaje a Francia ha desahogado las dependencias de la Protectora, que ahora acogen a unos 60 perros y varias camadas de gatos, al margen de los alrededor de 200 felinos que padecen una enfermedad común en nuestra ciudad: rinotraqueitis, y que para muchos los convierte en ‘no adoptables’. Unas cifras que, sin embargo, no tardarán en incrementarse en un plazo demasiado breve. “En una semana estaremos recogiendo animales de nuevo porque, aunque la gente comience a abandonar en verano, los primeros en producirse están ya a la vuelta de la esquina”, se lamenta la presidenta de la Protectora, Montserrat Fernández.
La única solución para soportar este ritmo son las adopciones internacionales y es por ello que entre los objetivos prioritarios de la nueva junta directiva de la Protectora se encuentran los viajes al país galo. “La idea es hacer dos al año como mínimo o incluso tres si fuera posible, porque es la única salida que tienen aquí y la única forma que tenemos de dejar las instalaciones algo más libres y seguir atendiendo los abandonos”.
A medida que avanzaban las horas, los sentimientos iban aflorando cada vez más. Son muchos los momentos vividos, las caricias y besos entregados y la cercanía de la despedida deja a todos un amargo sabor.
Las lágrimas brotan entre todos aquellos que, durante meses, a veces años, han cuidado, mimado, ofrecido su amor e, incluso, en más de una ocasión, salvado la vida a animales que han sido recogidos en condiciones extremas.
Han luchado por ellos hasta devolverles las ganas de vivir. A primera hora del viernes se despidieron con el alma rota, pero también con la satisfacción de saber que, gracias a su esfuerzo, ellos conocerán un hogar donde ser felices.
Al mediodía de ayer, los tres voluntarios de la Protectora habían entregado a todos los animales en los spa de Chamarande, Morée, Hermeray y Plaisir.
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