Llevo viajando en BlaBlaCar muchos años, acumulo 60 viajes, 60.000 Kilómetros, 20 destinos por la piel de toro y haciendo amigos: en pocas horas nos contamos la vida, sabremos que, posiblemente, no volvamos a coincidir nunca más. Es la sensación de resumir en muy poco tiempo todo una vida. Personas anónimas y desconocidas comparten historias vitales, experiencias, culturas...un reguero de conversaciones en las que el alma toma la palabra.
Pero esta vez todo ha sido distinto. Cierto es que ningún viaje se parece a otro pero hacerlo con 6 perros, dos compañeras y 300 profes en el mismo coche no es habitual.
Os cuento, ahora que los cinco perros han dejado de comer en mis dedos y he recogido mis cinco cacas y mis cinco pipís de estos cachorros.
Este viaje ya empezó con ese realismo mágico que caracteriza a nuestra ciudad autónoma. Anulé hasta dos veces el viaje en bus de Algeciras a Alicante; una por cansancio ( los docentes comenzamos las vacaciones como si nos hubiera pisado un camión) y la otra porque logré encontrar BlaBlaCar en el último minuto.
La conductora, Sonia, se puso en contacto conmigo para concretar el trayecto. Nos veríamos en el barco a las 8,30. A los 20 minutos me volvió a llamar ¿Carlos importa que lleve cinco cachorros a Elche? Me llamó una chica pidiéndome el de favor. En la perrera y en la protectora de La Línea de la concepción no cabe ni uno más. Los recogemos en el puerto de Algeciras.
Esperando al equipo camino conocí a mi segunda compañera de trayecto, Fani, los tres éramos docentes en Ceuta pero no nos conocíamos. Fuimos haciendo variaciones, combinaciones y permutaciones...casi nombramos a 300 profesores entre los tres colegas. Salieron todos los institutos, directores, equipos directivos, departamentos, ciclos formativos. Yo había sido compañero y amigo de la madre de Fani. Luego contamos anécdotas como el año que medio Abyla se hizo rico al acertar una de 14.
Mientras tanto los cinco perros dormián con la profundidad de los bebés. Los despertarnos para darles agua y que pudieran respirar con más holgura.
El perro de Sonia era "”Pelo”, miraba a sus congéneres con cierta indiferencia y emitía algún ladrido que otro para indicar quién mandaba.
Más tarde, unté las manos con la comida húmeda de los carnes y empezaron a comer como si no hubiera un mañana. Es la lucha por la supervivencia.
En Granada Fani llegó a su destino y subió TIMM, un alemán que hablaba varios idiomas pero tenía el español de Tarzán. Su amplia sonrisa era una comunicación no verbal y nos permitía traducirlo al instante.
Queda una hora para llegar y me pregunto por estas casualidades de la vida, por las aventuras que te salen al encuentro.
Timm, Sonia, Fani, Pelos y cinco perros sin nombre que entregaríamos en tierras ilicitanas.
Las horas, los perros, la enseñanza, los conocidos y los conocidos de los conocidos.
Nunca imaginé que anular dos billetes me traería tanta suerte. ¿Me volveré a encontrar con alguno de los perros?
Quién dice que no.