Ángeles Castillo Martín cumplió esta misma semana 95 años. Es una de las vecinas más antiguas de la barriada Santiago Apóstol, en Ceuta. Una de las más antiguas y de las que más ha luchado por el barrio y colaborado en todos los actos que se llevaban a cabo. Pero ahora, si Ángeles quiere acudir al local social tiene que echar mano de los vecinos para que carguen con ella y su silla de ruedas.
Es de vergüenza que en pleno siglo XXI y cuando hace unos días la Ciudad y Delegación han celebrado unas jornadas sobre discapacidad y accesibilidad, todavía persistan barreras arquitectónicas que impiden el acceso de vecinos que como Ángeles tan solo quieren disfrutar de sus instalaciones sociales.
En el año 2014, la asociación familiar Santiago Apóstol solicitó un elevador al Ayuntamiento, dada la imposibilidad de que vecinos mayores o con movilidad reducida pudieran subir la hilera de escaleras empinadas que se erigen en el único acceso al local social. Aquel elevador fue aprobado después de que el PSOE lo llevará como propuesta a un Pleno de la Asamblea pero nunca se construyó.
Hoy no tienen ni elevador ni tampoco se han llevado a cabo reformas internas del local que permitan una accesibilidad y un mínima de dignidad, a pesar de que las mismas también fueron aprobadas hace tres años.
Esta semana, a Ángeles unos vecinos del barrio la tuvieron que subir como pudieron por las escaleras para que pudiera entrar en el local, solo así pudo disfrutar de uno de estos días festivos. "Mi madre es una de las vecinas más longevas del barrio, ha participado en todos los eventos, ayudado en todo y le gusta mucho venir. Pero en silla de ruedas no puede, el acceso es nulo", lamenta su hija Ana González.
Por eso, salvo que se cuente con el apoyo improvisado de algunos vecinos, Ángeles no puede disfrutar del local de su propio barrio, uno de los más grandes de Ceuta y el único que tiene un local social al que es imposible acceder si se padece algún tipo de discapacidad física o, como le sucede a esta vecina, está impedida en silla de ruedas.
"Es de vergüenza", expresa una vecina, mientras se recoge en un vídeo facilitado a El Faro cómo tienen que subir a Ángeles al local. Las promesas políticas se las lleva el viento y hoy por hoy se mantiene un barrio en estas condiciones por no realizar siquiera una mínima obra de adaptación.
Rafael el cardiaco murió el pasado 31 de julio. A él, como vecino del barrio, le encantaba acudir al local, el mismo en donde días antes de morir se le hizo un homenaje. La hija de Ángeles recuerda cómo este apreciado vecino tampoco podía acceder con la asiduidad deseada salvo que contara con ayuda.
"Hay bastantes personas así, es una de las barriadas más antiguas y la más grande", añade Ana. Su madre fue una de las primeras socias de esta entidad, allá por los años 70. "Ahora le da pena no poder acceder, ha sido una persona muy activa y cuando yo vengo al local ella siempre quiere venir para ir haciendo cosas conmigo. Antes podía pero ahora ya no", salvo que se cuente con ayuda para subirla.
"Ya que la sociedad hace muchas cosas para la accesibilidad, aquí estamos olvidados y sobre todo lo está la asociación. Tenían que haber puesto alguna estructura para acceder personas con muletas, bastón o silla de ruedas. Las demás barriadas creo que tienen pero esta no, estamos muy dejados, no se hacen obras".
A Ángeles, una administración que no hace su trabajo le condena a estar en su casa, a no hacer vida de vecinos, a no poder compartir actividades. Ocho años de promesas incumplidas, ocho años de una desidia a la que se le debe poner fin.
La Consejería de Medio Ambiente y Servicios Urbanos licitó en octubre la reforma del local social de la barriada de O’Donnell con un presupuesto de algo más de 75.000 euros para responder a las reclamaciones del vecindario sobre unas dependencias que se encuentran en un estado de conservación “muy desfavorable”, presentando unos acabados “muy deteriorados e instalaciones de fontanería, saneamiento, electricidad y carpintería en algunos casos inservibles debido al deterioro que sufren”.
Las obras, que tendrán un plazo de ejecución de seis meses, incluirán la renovación y redistribución de los aseos, así como renovación y ampliación de cocina existente, así como la instalación de una plataforma elevadora vertical para el acceso al local social desde el espacio exterior, actualmente muy complicado para personas con movilidad reducida.
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