Vecinos próximo a los barracones del Sardinero catalogan de insostenible la ocupación de las naves conjuntas a sus casas. Las peleas e incendios constantes han generado una inseguridad latente en la vecindad, temiendo ser víctimas de una agresión o que alguno de los incendios, recurrentes en el lugar, afecte también a sus viviendas.
El Servicio de Extinción de Incendios y Salvamento ha acudido, hasta en dos ocasiones, a atender los llamados de los vecinos por la quema de colchones y basura. Bomberos reconoce que son incendios controlados, pero que se han vuelto recurrentes.
Los residentes critican que ya son muchos los años de abandono de la zona, lo que ha provocado la proliferación de personas que han llegado a vivir a estas naves, soportando desde sus casas la acumulación de basura y una situación de convivencia insostenible.
Actos cotidianos como tender la ropa o mantener las ventanas abiertas se han vuelto imposibles. Se quejan de la entrada de humo, ya sea por los incendios o por la vida cotidiana de los ocupas, así como del ruido que estos generan a todas horas del día.
Se sienten abandonados por el Gobierno, pues pese a haber interpuesto varias quejas, aún no han logrado una solución a este problema. La única respuesta que reciben es que se tarta de una propiedad privada, pero no entienden cómo la Ciudad o la Delegación de Gobierno no pone orden al respecto.
“Esto es a diario. Entre peleas entre ellos, chillidos... La otra madrugada hubo una reyerta y vino la policía a llevárselos y había, por lo menos, veinte ahí metidos, peleándose entre ellos. Ya no es sólo eso, es que cojan a un chiquilla, la metan ahí y ve a saber lo que hacen”, lamenta María África González, vecina del Residencial Galera, edificio anexo a los barracones.
Ella fue la que dio el aviso a los Bomberos para que acudieran en el segundo incendio y cuenta, junto a un grupo de vecinas afectadas, el temor que albergan a que un día de estos, en otro episodio similar, el fuego alcance a sus viviendas, como ya ha pasado con el humo en otras situaciones anteriores. Actos cotidianos como tender la ropa o mantener las ventanas abiertas se han vuelto imposibles.
Se quejan de la entrada de humo, ya sea por los incendios o por la vida diaria de los ocupantes de los barracones, así como del ruido que estos generan a todas horas del día. “No podemos tender. Si tendemos por la mañana tiene que ser temprano, eso si no hay fuego.
A la una de la tarde tienes que quitar toda la ropa porque se ponen a hacer de comer y hay un peste a quemado y una humareda. Por la tarde igual, todo cerrado y es que no podemos vivir.
Ahora viene el verano, ¿vamos a tener que tener las ventanas cerradas? Estamos asfixiados”, se queja Susana Vilches, otra de las vecinas afectadas. Se sienten abandonados por el Gobierno y pese a haber interpuesto varias quejas, aún no han logrado una solución a este problema.
La única respuesta que reciben es que se trata de una propiedad privada, pero no entienden cómo la Ciudad o la Delegación de Gobierno no pone orden al respecto. Mientras tanto, viven con el temor de que la situación se agrave y la inseguridad incremente, rezando porque uno de estos incendios no termine con víctimas o alcance sus viviendas.
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