Categorías: Opinión

Válvula de escape a lo marroquí

El pasado 25 de noviembre, 13,6 millones de marroquíes fueron convocados a las urnas para el elegir el nuevo Parlamento. Aunque ocho millones de ciudadanos no han figurado en las listas para poder votar en las primeras elecciones legislativas tras la aprobación en referéndum (en julio) de una nueva Constitución.  La abstención ha influido en la victoria a los islamistas moderados. De acuerdo con los resultados oficiales dados a conocer el domingo, el PJD ha ganado duplicando su representación parlamentaria, no obstante, todo será estrictamente controlado por Mohamed VI como así lo exige la Constitución. 
Supuestamente, estas elecciones recortan algo de poder a Mohamed VI para transferirlo a Abdelilah Benkirane, nombrado por el monarca como primer ministro. El PJD es considerado un partido islamista moderado, aunque hubo exigencias por parte de algunos dirigentes del partido de introducir penas sobre crímenes religiosos que causaron no poco revuelo en Marruecos. Aunque distanciado de los terroristas y de la violencia,  no hay que olvidar que siempre se han alineado con las actitudes antioccidentales. En la actualidad se han moderado, si bien, continúan reclamando la declaración de Marruecos como un Estado musulmán                                                                                                                         
En Marruecos, al contrario de Libia, Túnez o Egipto, las aguas han seguido su cauce. La victoria del PJD era una crónica anunciada con los cambios que realizó Mohamed VI en la Constitución. En la nueva Constitución marroquí se consagra a Marruecos como "Estado musulmán y el Estado garantiza la libertad religiosa". Este artículo suponía, en cierta manera, una forma de evitar revueltas violentas como las que hemos observado tiempo atrás, pasando de una "primavera árabe" a un “invierno islamista” . Tal como van las cosas, y, siendo consciente el rey de Marruecos de que  en un futuro muy próximo veremos gobiernos islamistas en todo el mundo árabe donde el resultado será la Sharia, ha atado bien los cabos. El PJD es un mero brazo surgido del MNP, el partido berberista, nada que ver con el islamismo tal y como se conoce en otros países,  pues se trata de un partido conservador y tradicionalista. Los islamistas no son éstos, el PJD lo creó Hassan II para debilitar a los sunitas, que forman parte del brazo wahabista, éstos siempre han tenido una "guerra" con los alauitas, negando que el monarca sea el rey de los fieles y de no ser un buen musulmán, ya que éstos son partidarios de aplicar la Sharia. El PJD es quien los controla, y, de olvidarlo, serían borrados por éste de un plumazo en menos que canta un gallo. De ocurrírsele a alguien prohibir en Marruecos  las bebidas alcohólicas, el rai, la danza del vientre, el reguetón, la prostitución en las discotecas, entonces sí que se liaría una tremenda. No hay país en el que los musulmanes  sean más combativos con el integrismo que Marruecos. También debe tenerse en cuenta que en Marrakech no mandan los islamistas, y que las montañas siguen siendo absolutamente leales al soberano. Es decir, que si, llegado el momento, hay que bajar de las montañas para dar la cara, lo van a hacer todos sin pensarlo dos veces. Quien lo controla todo es el rey. Y ello no va a cambiar. La policía y el ejército están controlados por el Monarca, así que el único integrismo que se permite es el alauita, y esperemos que siga así, ya que una democracia real es algo imposible de concebir, pues, de lo contrario que empiece a temblar Europa. Puestos a elegir resulta preferible el integrismo alauita al islamista. Al menos, así, no le cortarán los dedos a nadie, tal y como  han hecho los "demócratas" libios; como tampoco repararemos en la presencia de grupos de islamistas exigiendo el uso del hijab como sucede en Túnez. De momento,  y al menos mientras continúe reinando Mohamed VI, al cual le deseo larga vida, tras haber observado cómo ha avanzado la "democratización" en los países musulmanes. Indudablemente, lo malo no es lo peor.
Respecto a España tan sólo figuran tres cuestiones en la agenda:  el problema del Sahara, la petición de que España no genere conflictos apoyando las tesis del Frente Polisario, y, por último,  las ciudades de Ceuta y Melilla. Respecto a esto último, Marruecos no aborda la cuestión de los ciudadanos españoles ceutíes y melillenses, a los que les plantea la posibilidad, si así lo desean, de contar con doble nacionalidad por un período temporal no establecido por el momento. Podría ser durante una década o incluso más tiempo. De todos modos, muchos ceutíes y melillenses disponen de ambas nacionalidades. Marruecos reivindica el territorio como marroquí, considera que Ceuta y Melilla son lugares que forman parte de su territorio, que se encuentran en manos de un país extranjero llamado España. Marruecos alberga esta creencia, porque supuestamente cuando llegaron portugueses y españoles echaron a las personas residentes en aquel territorio, y que no eran otra cosa que marroquíes. Los españoles afirmamos, en cambio, que Marruecos no existía en aquel momento, y bien, por decir podemos decir cualquier cosa, pero en Marruecos ya existían sultanes que consideraban que poseían un sultanato, y que Ceuta y Melilla forman parte de éste. Todos sabemos que Ceuta y Melilla no se encuentran bajo la "protección" de la NATO/OTAN, Marruecos se opuso rotundamente a ello, y Estados Unidos no admitió que Ceuta y Melilla entraran en la NATO, ya que las considera plazas que se hallan en disputa, siendo reclamadas por Marruecos. Por lo que pasaron de problemas admitiendo a España y excluyéndonos a nosotros, así como a los melillenses. Hassan II planteó la idea de crear una "célula de reflexión" entre ambos reinos para resolver dicho problema territorial. Sí hubo respuesta de España, que fue no admitir la célula de reflexión, y cada cierto tiempo afirmar que Ceuta y Melilla son española, luego convertirlas en lo que son, "comunidades autónomas", para intentar blindarlas más, y superar la anomalía en la que se encontraban, de ahí que tanto los reyes de España como el presidente del Gobierno eviten visitar Ceuta con tal de no enfadar a Marruecos. Y cuando vienen, porque no queda más remedio, se monta un circo. 
Es previsible, por no decir que será un hecho, que España se acabe desmarcando totalmente del asunto del Sahara, pretendiendo con eso que Marruecos no reivindique Ceuta y Melilla  nuevamente, pero también resulta previsible que con el PJD la movilización nacionalista marroquí sea mayor en favor de la "descolonización" de Ceuta y Melilla, por lo que entonces sí empezarían realmente los problemas. Marruecos juega con una ventaja adicional, y es que su país protector en Europa es Francia. Por lo que no necesita a España para seguir jugando la baza de su integración en el mercado europeo, pudiendo exportar vía Marsella.

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